novenas - NOVENAS GRUPOS 44
 

Busca primero el reino de Dios
Proyecto de Dios para ti
INDICE DE NOVENAS
LOS NUNCA MAS
DEDICATORIA
SIEMPRE CONFESARE QUE DIOS ES MI PADRE
MANUAL DE ORACION: COMO ORAR
SIGNIFICADO DE NOVENA
SiGNIFICADO DE NOVENA 2
LA MEDALLA MILAGROSA
NOVENAS GRUPO 1
NOVENAS GRUPO 2
NOVENAS GRUPO 3
NOVENAS GRUPO 4
NOVENAS GRUPO 5
NOVENAS GRUPO 6
NOVENAS GRUPO 7
NOVENAS GRUPO 8
NOVENAS GRUPO 9
NOVENAS GRUPO 10
NOVENAS GRUPO 11
NOVENAS GRUPO 12
NOVENA GRUPO 13
NOVENAS GRUPOS 14
NOVENAS GRUPO 15
NOVENAS GRUPO 16
NOVENAS GRUPO 17
NOVENAS GRUPO 18
NOVENAS GRUPO 19
NOVENAS GRUPO 20
NOVENAS GRUPO 21
NOVENAS GRUPO 22
NOVENAS GRUPO 23
NOVENAS GRUPO 24
NOVENAS GRUPO 25
NOVENAS GRUPO 26
NOVENAS GRUPO 27
NOVENAS GRUPO 28
NOVENAS GRUPO 29
NOVENAS GRUPO 30
NOVENAS GRUPO 31
NOVENAS GRUPO 32
NOVENAS GRUPO 33
NOVENAS GRUPO 34
NOVENAS GRUPO 35
NOVENAS GRUPO 36
NOVENAS GRUPO 37
NOVENAS GRUPO 38
NOVENAS TRUPO 39
NOVENAS GRUPO 40
NOVENAS GRUPO 41
NOVENAS GRUPO 42
NOVENAS GRUPO 43
NOVENAS GRUPOS 44
NOVENAS GRUPO 45
NOVENAS GRUPOS 46
NOVENAS GRUPOS 47
NOVENAS GRUPOS 48
NOVENAS GRUPO 49
NOVENAS GRUPO 50
NOVENAS GRUPO 51
NOVENAS GRUPO 52
CONCLUSIONES

NOVENA DEL SANTO NIÑO DE ATOCHA

 

 

 

 

ADVERTENCIA Y MODO DE HACER ESTA NOVENA

 Incomparables son los beneficios que nos hace diariamente el Santo Niño de Atocha, en quien debemos confiar con fe y en verdad de corazón, que oirá benigno nuestra súplica en el instante, día u hora en que lo llamemos, por tanto, será muy útil que el primero y último día de esta novena, estemos con la disposición necesaria para alcanzar lo que pedimos, y los demás días ejercitar algunas obras de piedad principalmente con los niños pobres de sus padres; también haciendo oración por las pobres almas del Purgatorio así tengamos del Santo Niño buen despacho en nuestras participaciones.

 Esta Novena se puede hacer en todo tiempo, pues siempre necesitamos recurrir al Santo Niño cuando nos vemos rodeados de trabajos o aflicciones, porque sin El nada somos y estando El de nuestra parte nada nos faltará y así alcanzaremos lo que de corazón le pedimos.

 ACTO DE CONTRICCION

 OH HERMOSISIMO NIÑO DE ATOCHA! La candidísima de amor infinito, adorado Niño de mi corazón, fuente inagotable de maravillas, caudal de portentos, manantial de consuelos y padre de toda piedad y misericordia. Oh preciosísimo Niño de Atocha! A tus pies soberanos humildemente se postra este ingrato y vil pecador, quien desea a costa de sus lágrimas desagraviarte suplicándote le perdones sus culpas, interponiendo por intercesora a tu Santísima Madre. Con tal seguridad llega confiado, pues Tú eres el insondable piélago de bondad; a Ti, bien mío, a Ti suspira mi infeliz y pobrecita alma avergonzado de estar ante tu divina presencia, te dice en verdad de lo íntimo de su corazón, que le pesa de haberte ofendido, pero idolatrado Niño de Atocha, por ser quien eres te pido que me des la contrición que diste a Dimas, las lágrimas de Pedro, las dulces expresiones de Agustín, para así desagraviarte como lo desea mi corazón: No Niñito, no cortes el hilo de mi fatal vida, dame tiempo para hacer penitencia y llorar mis culpas, como se lo concediste a Santa María Magdalena, y juntamente te pido la resistencia de Alcántara, para ser así grato a tus divinos ojos, poder por medio de la penitencia limar y quitarte los grillos que tienes puestos, los cuales están en la mano de tu Santísima Madre. Oh Niño de Atocha! Oh gallardo! Oh Niño Misericordioso! Perdóname de haberte ofendido y me propongo no ofenderte más, pues te lo pido por tu Santísima Madre Santa María de Atocha por su pureza intacta, por aquella virginal leche que mamaste de sus purísimos pechos y por el dolor que tuvo cuando te circuncidaron: amorosísimo Niño de Atocha, espero en Ti, confío en Ti, y por Ti creo lograr mi salvación, y lo que por medio de esta novena humildemente te pido y creo verdaderamente no salir desconsolado con lo que sabes necesito; espero que mis aflicciones, mis trabajos, mis necesidades, mis penas, mis desconsuelos, me los volverás todos gozos dando a mis tribulaciones goces y a mis prisiones libertad, pues eres mi padre y todo mi bien ampárame, socórreme, asísteme, defiéndeme, favoréceme en la hora de la muerte, preséntate a mi vista con el lucido escuadrón de los ángeles, recibiendo mi alma en tus brazos, para que descanse en Ti y goce de las delicias celestiales en tu amable compañía, por los siglos de los siglos. Amén

ORACION 

Para todos los días a su Santísima Madre después del acto de contrición

 Inmaculada Madre de Dios, María Santísima de Atocha, agradable Sagrario del Espíritu Santo, puerta del reino de los cielos, divina Aurora, por quien después de Dios vive toda criatura racional de la tierra; inclina a mi esos tus bellísimos ojos, ilumina esta ciega y pobrecita alma, mírala, Madre de Misericordia, tan envejecida y apolillada con los apetitos de mis pasiones; compadécete, Señora, de su ruina, para que alcance de tu Santísimo Hijo, la renueve, la limpie y la restituya a su gracia, concediéndome también lo que le pido en este día, y suplícale me de luz en el alma, para que conozca y vea yo mismo lo errado que he andado, desviado del redil y rebaño de su divina gracia, y no vuelva a tropezar con los engaños y deleites del mundo, dándome fuerza para no caer nuevamente en la red del demonio, ni me dejes perecer en los precipicios de la carne. Si, amorosísima Madre, cierto estoy que hasta ahora no ha habido uno que haya implorado tu protección, que halla salido desamparado; con tal certeza, hoy me postro a implorar tu divino auxilio y espero que serás mi intercesora para con tu Santísimo Hijo y alcanzaremos todos los que juntos y congregados recurriremos a implorar de tu divino Niño su amparo en las tribulaciones, logrando merced y gracia, concediendo benigna a nuestras peticiones un buen éxito en nuestras necesidades, así espirituales como temporales; así lo esperamos del Santo Niño de Atocha, tu querido Hijo, que si este favor que le pedimos nos conviene y es de su agrado nos lo conceda en honra y Gloria suya, y si no, que se haga su santísima voluntad, dándonos una perfecta resignación en esta vida para que sirviéndole y llevando con paciencia los trabajos y aflicciones, logremos una buena muerte. Amén

 

Aquí se rezan tres Padres Nuestros y Tres Ave María con Gloria al Padre, luego la jaculatoria y milagro del día, después se ofrecerá con la oración última de cada uno y así se hará en todos los demás días siguientes.

PRIMERA JACULATORIA 

Niñito de Atocha                                  Como poderoso,

Niñito Prodigioso,                                que mis aflicciones

Niñito Divino,                                       me las vuelvas gozo,

Niñito Amoroso,                                  pues Tú eres mi Padre

Postrado te pido,                                  mi encanto y reposo.

 

PRIMER MILAGRO

 En el mes de febrero de 1829, le aconteció a Máxima Esparza caer presa en la Villita de la Encarnación, en los días de la función que anualmente hacen aquellos moradores a María Santísima de la Candelaria; la cual no teniendo quien hablara por ella, duró hasta el mes de agosto del mismo año; y habiendo salido con pena de destierro, caminó para el Real de Catorce, donde le sucedió la misma desgracia durando presa tres meses, y volviéndole a aplicar la misma pena, se dirigió a Saltillo donde por sus malas costumbres volvió a caer por tercera vez presa, en cuya prisión duró desde abril hasta septiembre que salió nuevamente desterrada por cordillera para la ciudad de Durango, donde duró en aquella cárcel por término de un año; y mirando que no tenia quien por ella abogase ni esperanza de salir, invocó con verdad de su corazón al Santo Niño de nuestra Señora de Atocha, quien le oyó benigno y le sacó de aquella cautividad en que se veía, pues en todo el tiempo que existió en ella no hubo quien fuera en su defensa hasta que el Santo Niño de Atocha en traje de joven gallardo le visitó en aquella prisión, llevándole una torta de pan a nombre de su Madre, diciéndole que en la tarde de ese día vería a su juez y se haría hecho a su causa, lo que causó no poca admiración a la rectora y presas; y llegando la hora que le citó el Niño, salió en libertad bajo las condiciones de ir a su cargo, el cual al salir le dijo que le siguiera sin perderle de vista; así lo hizo, tomando una calle recta que sale al camino de Fresnillo, al llegar a una lagunita se cerró la noche y perdió a aquel Niño que le llevaba a su casa; pero advertida ella de que le había dicho el Niño que su Madre era María de Atocha, y el se llamaba Manuel de Atocha, prosiguió su camino toda aquella noche, y al salir el sol se vio llegando a Fresnillo; ignorando la morada de aquel Niño y sabiendo los moradores de aquel Real los portentos tan singulares que el SANTO NIÑO DE ATOCHA, obra diariamente, la condujeron a la casa del Cura, a quien informó lo que había pasado en su última prisión, quien después de haberse cerciorado bien de ella, la condujo a aquel Santuario donde se halla tan raro portento y al ver la citada Maximina el bello relicario de Santo Niño, postrada en tierra y anegada en lágrimas le tributa infinitas gracias en recompensa de tan admirable prodigio, le patentiza su fe y su amor con el presente milagro, demostrando a los devotos del Santo Niño de Atocha, la mas singular maravilla que con ella hizo, haciéndole ver con el retablo que le puso en el Santuario de Plateros, para certificarlo a todo devoto, afligido que implore al Santo Niño su protección.

 

PRIMER DIA - ORACION

 Graciosísimo Niño de Atocha, arca soberana del Santuario Supremo, yo te saludo y alabo en este primer día y te ofrezco estos Tres Padres nuestros y Ave Marías con Gloria Patria, adornados con la primera jaculatoria, en memoria del primer instante o momento en que María Santísima, tu querida Madre, recibió el anuncio del arcángel San Gabriel, y por el gozo que recibió cuando le dijo: "Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo". De cuyo tálamo saliste para ser amparo de los tripulados, consuela, visitados de presos y único remedio de desahuciados, y por aquella primera jornada que hiciste oculto en el citado tálamo, desde Nazaret hasta el monte Tabor, donde después de crecida edad obraste el misterio de tu transfiguración y les enseñaste a tus discípulos tu Gloria: te pido amorosísimo Niño de Atocha, me sea concedido lo que pretendo en esta novena, dándole el feliz despacho de mi súplica, y solicitud para lo cual interpongo los méritos del coro de los santos ángeles, pues a estos espíritus soberanos, dispusiste que guardasen a los hombres; espero su intercesión para no salir desconsolado y lograr una perpetua amistad para consigo y alcanzar una feliz muerte; gozarte en las delicias de tu Gloria. Amén.

Aquí se hace la petición según la necesidad de cada uno, luego se dirá la siguiente oración, la que sirve para todos los días después de la petición; concluyendo ésta, se rezarán nueve Ave Marías a la Santísima Virgen de Atocha y se le ofrecerán con la última oración.

 OFRECIMIENTO DE LA PETICION - ORACION

 Portentosísimo Niño de Atocha, bien mío, hermosura sin igual de los cielos, encanto de los corazones, dulcísimo creador mío; único dueño de mi alma, piadosísimo Jesús de mi vida, alegría incomparable de toda criatura, oh generosísimo Niño! Quien sino a Ti divino Manuel? Quien sino a Ti amorosísimo Niño? A Ti que eres raudal de beneficios; a Ti que eres padre de la misericordia: y todo nuestro ser en esta vida, a Quien sino a Ti que eres el inmenso, el infinito, el solo Dios verdadero? Tú eres nuestro Padre, nuestro Redentor, nuestro conservador y todo lo que somos. Adórenle los ángeles, las criaturas, todos te alaben en la tierra, las plantas; las flores y todo lo que tenga ser te engrandezca, las aves todas se regocijan en oír tu dulce advocación. Pacientísimo Niño, Tú sabes las necesidades que tengo, las aflicciones que me cercan, como a tus divinos ojos nada es escondido. A Ti, poderosísimo Niño, presento mis quejas, mis trabajos y angustias, confiado en que me las aceptarás benigno, concediéndome lo que en esta petición te pido, pues Tú eres el árbol frondoso; al que se aloja a tu sombra le llenas de felicidades, Tú eres el que conviertes los enojos de tu padre en dulces misericordias; Tú eres el mediador entre tu Padre y los hombres; Tú nos prodigas a cada día, a cada hora, a cada instante tantas bondades, tantos beneficios, los que no somos capaces de corresponder como debemos. Mas ahora postrados delante de Ti, implorando tu clemencia como Tú eres el autor de nuestra vida a quien debemos todo nuestro ser y así espero que como eres Todopoderoso y estás sentado en la silla de la sabiduría, en esa silla de potestad, te dignaste instituir el Sacramento de la penitencia para que con el purifiquemos nuestras almas y volvamos a tu amistad infinita.

 Yo te ofrezco estas oraciones para que se las presentes a tu Eterno Padre; y por ellas logren descanso las benditas almas del Purgatorio y nosotros, todos los necesitados, tengamos consuelo y merezcamos alcanzar en Ti, Niño de Atocha, lo que deseamos; dándonos juntamente una verdadera contrición y arrepentimiento de nuestras culpas para llegar a verte en la Gloria. Así lo esperamos de tu piedad, siendo siempre en nuestro favor hasta la consumación de los siglos y en el día del juicio esperamos verte para pasar a gozarte en la celestial bienaventuranza eterna. Amén.

SEGUNDA JACULATORIA 

Niñito de Atocha,                                 En aqueste dia

Hijo de María                           Pues todo lo puedes

Reluciente antorcha                  Oh Majestad pía!

Nuestro amparo y guía             Encanto del orbe

Acepta mi súplica                      Del mundo alegría

SEGUNDO MILAGRO

 En el año de 1834, en el mes de mayo, día 8, le aconteció a D. José María Delgado, cajero que era de una tienda de la ciudad de Fresnillo, al estar despachando a los marchantes que estaban comprando en aquella funesta hora, al cerrar la noche entraron unos hombres impíos armados con sables, con la estratagema de comprar bebidas de la que es común halla en esas negociaciones, lo que mirando que estaba solo, al instante validos de la embriagues, le injuriaron con palabras ofensivas e improvisadamente le hirió uno de ellos, pasándole con el sable de lado a lado, y no logrando el dañado intento que llevaban, echaron a huir, dejando al mencionado D. José María desmayándose y dándole próximos letargos de muerte: el que mirándose tan malamente herido, invocó al Santo Niño de Atocha con todo su corazón, quien le oyó, y en término de cuarenta y ocho horas sintió aquel caballero en sí mismo el raro prodigio y maravilla con que el Santo Niño le mostró su misericordia, restableciéndose en pocos días su salud y hallándose enteramente sano. En gratitud de tal beneficio esta en el Santuario su retablo, en constancia de tal prodigio donde esta él dándole infinitas gracias al Santo Niño y a su Santísima Madre, por el milagro que recibió de quien todo lo puede hacer.

 SEGUNDO DIA - ORACION

 Bellísimo Niño de Atocha, iris hermoso de clemencia, bondadoso Niño purísimo, yo te saludo y alabo en este Segundo día y te ofrezco estos Tres Padres nuestros y Ave Marías con Gloria Patri, hermoseándolos con la Segunda jaculatoria en recuerdo de aquella Segunda jornada que hiciste en compañía de aquellos peregrinos Santos, tus queridos Padres, oculto en aquella arca virginal, desde el monte Tabor hasta la ciudad de Naín, donde después de haber sufrido y experimentado tantos trabajos y lluvias del cielo, los aires fríos, las penalidades del camino, de aquellas veredas ásperas y peligrosas, la aridez de aquellos campos; fatigando aquel varón justo y casto esposo de María, buscaba posada en los mesones para su querida esposa y se la niegan, despidiéndole con palabras necias y desabridas; y por aquel desconsuelo con que se quedó alojado en aquella noche en un rincón de un desabrigado portal de allí mismo llorando la dureza de aquellos corazones. Por estas angustias que sufrieron ambos esposos, te pido Niñito de Atocha, que concedas el feliz éxito y despacho de mi súplica, para lo cual interpongo el coro de los arcángeles, pues a estos divinos espíritus les tienen encomendados los negocios importantísimos de tu Gloria y espero por intercesión de los patriarcas y profetas, no quedar corrido y haber gozado sin alcanzar el favor que solicito, pues se claramente que quien confía en Ti no sale desamparado; en tal confianza, Niño hermoso, creo que usarás conmigo de tus misericordias y me darás feliz acierto hasta verte en la ciudad celestial, para alabarte eternamente en la Gloria. Amén

 Aquí se hace la petición.

 TERCERA JACULATORIA 

Aunque Grillitos tienes             Te hace pedimento,

En cualquier momento             Tú lo sacas de ella

Los dejas y vas                         Lleno de contento;

A obrar un portento;                Te tributan gracias

Y el que en su aflicción             Con acatamiento.

 TERCER MILAGRO

 En el año de 1836, a 1o. de marzo, le aconteció a Mariano García la desgracia de que estando trabajando en el tiro de Barriento, que está en el cerro de Proaño de Fresnillo y a la vez es puerta de la mina del Barreno, en la cual fue barretero el expresado García, donde un bote del malacate número dos, le sacó colgando del cotón que vestía, en el que le subió en aquel estado hasta la Segunda ventanilla de dicho tiro; y mirándose en tal trance, invocó de todo corazón al Santo Niño de Atocha y por maravilla del Niño se metió en el bote del malacate número cuatro que iba bajando en el que salvo la vida, y en el que al llegar abajo le ven sus compañeros que estaban en el plan y le sacan de él admirándose del pasado suceso; y él viéndose libre del peligro en que se hallo, en señal de gratitud y recompensa, consagra y dedica al Santo Niño su retablo, poniéndolo en su Santuario, para que vean todos los que fueren a visitarle tan admirable prodigio y con mas fe lo aclamen en cualquier necesidad o tribulación en que se hallen.

 TERCER DIA - ORACION

 Dulcísimo Niño de Atocha, cielo divino de excelsa majestad, yo te saludo y alabo en este tercer día y te ofrezco estos tres Padres nuestros y Ave Marías con Gloria Patri, acompañados con la tercer jaculatoria en memoria de aquella tercera jornada que en el vientre virginal de tu castísima Madre hiciste desde la ciudad de Naín hasta los campos de Samaria, donde después de tu crecida edad te salieron aquellos diez leprosos y te suplico por aquel Nuevo viaje de penas y trabajos que en esta jornada padeciste, viendo en aquellos caminos a tus queridos Padres despreciados de viandantes pasajeros, por suma pobreza. Con reverencia te suplico, acompañado del tercer coro de Ángeles, accedas compasivo a mi solicitud y por gozo que tuvo tu querida Madre Santa María de Atocha, cuando al entonar en la capilla angélica el Gloria in Excelsis Deo resonando con dulce armonía la delicada voz dándote gracias como deseado y tierno Niño amante por linaje humano: y por esto me sea concedido el galardón de mi súplica para lo cual pongo por intercesores los meritos del coro de los principados, por los cuales y por medio de los ángeles y arcángeles que alumbrado e instruyendo y mandando, cuidan de la salud de los hombres, hagas que en la hora de la muerte vuelva a resonar la dulce canción de Gloria a Dios en las Alturas para ir a gozarte para siempre. Amén

 Aquí se hace la petición.

 

 CUARTA JACULATORIA 

Del atribulado;                         Raudal de portentos

Eres, niño amado,                     pues el que te invoca

Oyendo benigno,                       No es desamparado

Niñito adorado;                          Le acudes al punto

Vos sois el consuelo,                Con amor y agrado

 

CUARTO MILAGRO

 

En el año de 1836, en el mes de Julio, día 27 andando Jorge García, minero que fue ese tiempo de la mina del Barreno, registrando las labores en compañía de un palero, le aconteció la desgracia de habérsele caído encima una panza del cañón donde andaba, la cual le agarró debajo dándole a él una piedra en la cabeza y hombro hasta rematarle en pie izquierdo que fue el que le lastimó; y viéndose en tal precipicio, invocó en aquel instante tres veces al Santo Niño de Atocha, quien con su poder santísimo le favoreció que no muriera sin el Sacramento de la Extrema Unción; pues a los gritos que daba llamando a los demás barreteros, ocurrieron unos, quienes sacaron a ambos dos, y no sacó ese hombre otro mal alguno, mas que la citada lastimada del pie y el palero que le acompañaba, que también le tocó tal desgracia, con una rotura en la cabeza; por lo que viendo dicho minero tan rara maravilla que el Santo Niño le hizo en aquel instante, le dedicó su retablo para certificar con él, prodigio tan singular, dando las mas inauditas gracias de su corazón, por el portento digno de toda consideración, que todo devoto del Santo Niño se puede imaginar.

CUARTO DIA - ORACION

Graciosísimo Niño de Atocha, Círculo eminentísimo de piedad infinita; yo te saludo y alabo en este cuarto día y te ofrezco estos tres Padre nuestros y Ave Marías con Gloria Patri; en unión de esta cuarta jaculatoria, en memoria de aquella cuarta jornada que hiciste al pozo de Sichén en el lecho preciosísimo de las canísimas entrañas de tu querida Madre Santa María de Atocha, como divino Salomón, donde conociendo que se acercaba tu dichoso parto desenvuelve el fardito del ajuar de tu ropita, y puesta de rodillas lava la camisita y paños que llevan prendidos para envolverte como rico tesoro de los cielos.

Te suplico, Niño de Atocha, que por medio de estas penalidades que te recuerdo, logre alcanzar de Ti lo que pretendo. Y creo alcanzarlo por aquel gozo que tuvo tu divina Señora cuando aplicaba sus labios de nácar a tus preciosas mejillas, con los mas tiernos requiebros y amorosos coloquios, te estrechaba entre tus brazos como amorosísima Madre tuya y con ardentísimos deseos se abrazaba su corazón por ver tu sagrada humanidad alimentada con la dulce leche de sus pechos, por lo que espero de Ti divino Niño, conseguir por todo esto el feliz despacho que deseo; y al fin de esta novena mereceré hagas de tus maravillas para conmigo, calmando mis conflictos y tribulaciones, dándome en esta vida la paz y reposo, y al fin de ella una dichosa muerte para ir a ensalzarte por los siglos de los siglos. Amén

Aquí se hace la petición.

QUINTA JACULATORIA

En Ti confiado             Por la intercesión

                        Con fe y devoción De tu amada Madre

Postrado te ruego                     Y en esta ocasión

Que tu protección                     Logre lo que pido

No nos falte nunca;                    En mi petición

QUINTO MILAGRO

En el año de 1837, el día 6 de noviembre tuvo María Eleuteria García la desgracia de que estando sentada en la puerta de su casa, llegó un infame hombre asestándole puñaladas, de las cuales fue herida mortalmente del pecho y cara y María Catalina Rivera, que estaba allí con ella, viéndola en tal aflicción, invocó al Santo Niño de Atocha, quien benignamente la libró salvándole la vida, porque no pereciera en aquel día sin los auxilios necesarios; y para demostrar el singular prodigio que el Santo Niño le hizo en tan extrema necesidad en que se vio, puso su retablo en el Santuario de Plateros, manifestando en él su acontecimiento, en que se halla dándole gracias al Santo Niño , después de haberle restablecido su salud, con la misma señora que en aquel peligro le hizo compañía, el que nos servirá a todos los que recurrimos a implorar su divino auxilio; para mas reconocimiento, demostrándonos que son incontables los portentos que ha hecho, hace y hará diariamente, con el que lo llame de todo corazón.

 QUINTO DIA - ORACION

Perenne Niño de Atocha, incomparable y maravilloso Niño; yo te saludo y alabo en este quinto día y te ofrezco estos tres Padres nuestros y Ave Marías con Gloria Patri, enriquecidos con esta Quinta jaculatoria, en memoria de aquella Quinta jornada que hicieron tus queridos Padres desde el pozo de Sichén, hasta aquel lugarejo llamado Necmas, donde tomaron por hospicio una inhabitable morada de ovejas, aunque con alegres balidos los recibieron los corderillos gustosos de su compañía, manifestándoles la alegría que les ocupaba en esa noche, por aquella humildad con que se recogieron entre los pinos en aquella posada de brutos, por el cordial amor que le profesas a tu querida Madre Santa María de Atocha, te pido me sea concedido lo que solicito en mi indicado fin, y espero que por todo esto que te ruego, tendré la dicha de alcanzar el feliz despacho de mi súplica, para lo cual interpongo los méritos de ésta áspera peregrinación, acompañándolos con el coro de las virtudes, por las cuales obras milagros infinitos, propios de tu soberano poder; yo confío que por tan grandes intercesores, mereceré ser escuchado en estas mis quejas que te demuestro en este día; y creo finalmente no salir desconsolado porque estoy cierto y confiado que el que te busca te halla y a quien te invoca le asistes; ven poderosísimo Niño en nuestro amparo; ven siempre en nuestra defensa y concédenos una feliz muerte para ir a acompañarte en el dichoso Necmas de la eterna Gloria. Amén

Aquí se hace la petición.

SEXTA JACULATORIA

Médico divino               Le das la salud,

Eres por virtud,            Y él da testimonio

Con exactitud                Despacha benigno

Le alivias su mal,           Mi solicitud.

 SEXTO MILAGRO

En el mes de noviembre de 1838, se hallaba Albino Ibarra enfermo gravemente de una rosada en lo interior, y habiendo padecido mucho tiempo de ella sin encontrar remedio en lo temporal que le diera alivio a su incurable mal, recurrió a implorar al Santo Niño de Atocha pidiéndole con íntimas veras de su corazón le restableciera su salud si le convenía, y si no que hiciera su santísima voluntad, a lo que el Santo Niño, viendo la necesidad en que se hallaba aquel hombre y que los facultativos trataban deshacerle la operación, le mostró su misericordia y a pocos días se hallo bueno y salvo por el milagro de su Majestad Santísima y para testimonio de esta maravilla puso su retablo en el Santuario del Santo Niño en el que está dándole infinitas gracias al medico tan soberano, por tan singular prodigio. 

SEXTO DIA - ORACION

Agraciadísimo Niño de Atocha, que riéndote estas, regocijándote con tu querida Madre, yo te saludo y alabo en este sexto día y te ofrezco estos tres Padres nuestros y Ave Marías con Gloria Patri y los acompaño con esta Sexta jaculatoria en memoria de aquella Sexta jornada que hiciste, colocando en el vientre divinismo de tu Santísima Madre Santa María de Atocha, hasta a aquel despoblado sitio donde a los doce años de edad te lo perdiste de vista. Por este dolor que sintió en su corazón después de haber sufrido con tan modesta humildad tantos trabajos, subiendo los montes, pisando los altos copos de nieve con sus delicadísimos pies, atravesando serranías, sufriendo los aires fríos, la lluvia del cielo y la ingratitud e inclemencia del tiempo. Te pido por todo esto que te hago recuerdo, me sea concedido el favor que te suplico en esta hora, para lo cual interpongo los méritos de todas las dominaciones que preceden a todos los espíritus inferiores y son ministros de tu Divina Providencia; y ellos se sujetan a tu voluntad siempre y por estos grandes méritos y por lo que te recuerdo cada día en esta novena, introduciéndolos a mi súplica, espero no salir sin alcanzar lo que tanto solicito, y después al fin de mi vida alcanzar tu gracia hasta gozarte en el paraíso celestial de la eterna morada. Amén

Aquí se hace la petición.

 

SEPTIMA JACULATORIA

El preso, al enfermo                  Niño, perecer;

Niñito a mi ver,                        Tú al preso le das

Lo ampara y asistes                   Libertad y ser,

Con tu gran poder;                   También al enfermo

Y a ninguno dejas                     Quién lo podrá hacer?

SEPTIMO MILAGRO

En el mes de mayo de 1839 le aconteció a José María Díaz la desgracia de haber muerto a otro a puñaladas en el acto de pleito, el cual al instante fue aprehendido por la autoridad de Fresnillo, la que mirando el asesinato que este hombre había hecho, le formó causa criminal y sin administrarle apelación ninguna, se sentenció el tribunal de justicia a diez años de presidio y al hacer ver el remate de su causa al dicho Díaz, al oírla relatar invocó en su corazón al Santo Niño de Nuestra Señora de Atocha, y obedeció a lo sentenciado, besa su causa y volviendo a su prisión con lágrimas en los ojos invoca nuevamente al Santo Niño , con entera confianza de que no había de llegar a cumplir lo sentenciado, pues estaba cierto de que el Santo Niño , no le había de desamparar y por El habría de conseguir su libertad y El habrá de ser su defensor, su fiscal y su juez y le había de sacar de aquella prisión, quien se lo concedió, pues no duró más que un año tres meses en la cárcel de allí mismo; a tal grado, que cuando menos pensaba salir en libertad lo consiguió y en testimonio de tal milagro, puso en el Santuario de Plateros el presente portento, en la misma forma que consta en esta Novena y en que se halla, dándole al Santo Niño infinitas gracias por el raro prodigio, el que nos acreditará que quien aclama a su protección no le deja perecer ni en trabajos ni en prisión.

SEPTIMO DIA - ORACION

 Admirable Niño de Atocha, incomparables son tus maravillas, candidísimo Niño, yo te saludo y te adoro, yo te alabo y te ofrezco estos tres Padres nuestros y Ave Marías con Gloria Patri, los uno con esta séptima jaculatoria en memoria de aquella séptima jornada que hiciste a la ciudad santa de Jerusalén, en las entrañas purísimas de tu querida Madre que te servían de palacio y habitación donde después de tu crecida edad obraste los misterios de la Redención y a donde se le presentaron a tu Madre María Santísima, al pasar por aquellas calles las nuevas jornadas que habías de hacer en ellas, de tribunal en tribunal y las jornadas tan malas que habías de hallar en aquellos pretorios, porque en una de aquellas casas habías de ser aprisionado y en una de sus plazas habías de ser atormentado con cinco mil azotes y en cuya representación eran sus ojos Fuentes de lagrimas; por esta consideración que tuvo de aquellas benditas lagrimas que derramó al pasar por el Monte Calvario, donde con abundancia aumentaba su llanto, porque conoció que allí era donde habías de expiar en el patíbulo de la Cruz. Por estos sentimientos que compungían a su corazón en aquel instante te pido, amorosísimo Niño de Atocha, que oigas mis súplicas y remedies mis necesidades, para lo cual interpongo los méritos del connato que tenias en que se cumpliera en Ti la voluntad de tu Padre celestial, por lo que humildemente te ruego y espero que me darás el feliz consuelo en lo que solicito, dándole buen despacho a mis peticiones; y pues nuevamente te interpongo los meritos de los tronos en que descansas como en el trono de tu Gloria y asiento de tu Majestad; y por todos estos méritos espero no salir desconsolado de Ti y gozar de una feliz muerte para ir a acompañarte en la celestial Jerusalén de la Gloria. Amén.

Aquí se hace la petición.

OCTAVA JACULATORIA

Diversos portentos,                  Me sea concebido

                        Niñito querido                        Lo que solicito,

Haces diariamente                 Con deseo crecido

A que está afligido;                 Logrando el favor

Yo a la vez te ruego              Que hoy postrado te pido

 

OCTAVO MILAGRO

En el año de 1840, en el mes de mayo, se vio enferma gravemente de dolor de costado Doña Juliana Codina, vecina de la ciudad de Jerez, de resultas de un cansancio, la cual habiéndose visto sumamente agravada y que no hallaba remedio alguno que le prometiera alivio en lo temporal, con veras de su corazón invocó al Santo Niño de Atocha, quien al momento le envió el alivio y en pocos días le restableció su salud, conservándole la vida; y en recompensa de gratitud a esta maravilla le puso su retablo en el Santuario de Plateros manifestando tan raro prodigio y en esta ella y su esposo Don Francisco Orozco, esta dándole infinitas gracias al Santo Niño y es constante testimonio para toda criatura devota o necesitada, que en medio de las enfermedades, conflictos o peligros en que se hallare, invocare al Santo Niño con la dulce advocación de Nuestra Señora de Atocha, espere confiado en que calmará al instante su aflicción o trabajo que tuviere, porque El es quien todo lo puede; y siendo de su agrado hace cuanto le pedimos en su nombre o por intercesión de su Santísima Madre, pues El es medico celestial. El nos colma de bendiciones y cada hora hace diversos portentos como consta en lo que presento.

OCTAVO DIA - ORACION

Sapientísimo Niño de Atocha, general protector de todos los hombres, general amparo de desvalidos, medico divino de cualquier enfermedad, poderosísimo Niño yo te saludo, yo te alabo en este octavo día y te ofrezco estos Tres Padres nuestros y Ave Marías con Gloria Patri, acompañándolos con esta octava jaculatoria por la octava jornada que hiciste encarnado en las purísimas entrañas de tu amabilísima Madre, desde aquella ciudad santa de Jerusalén hasta llegar a Belén donde habiendo llegado tu amorosísimo Padre Señor San José buscando posada entre sus deudos, parientes y conocidos, creyendo que habían terminado ya sus trabajos, se multiplicaron con nuevas penas porque habiendo llegado con su castísima esposa, todos le dieron con ellas en la cara. Oh que sentimientos tan grandes tendría en su corazón, aquel varón justo y casto esposo de María en aquellas calles buscando posada donde alojar a la emperatriz de los cielos y le despedían con palabras ásperas y desabridas, tratándole de ociosos y vagabundo, por verlo con toda humildad y pobreza! Que lágrimas no derramarían sus ojos y mas cuando habiendo encontrado la noche y desgajándose ya la nieve, corriendo los aires fríos sin haber encontrado alojamiento ninguno desde las cuatro de la tarde que comenzó a buscarlo y no lo había podido encontrar hasta aquella hora y temiendo no le cogiera el parto en aquella plaza, por cuyos recuerdos que hago en este día, te pido me concedas lo que te suplico, para lo cual interpongo estos méritos y los acompaño con el coro de los querubines y serafines que están adornados de perfectísima sabiduría; por los cuales espero, preciosísimo Niño de Atocha, feliz despacho en lo que te ruego y pretendo; estoy cierto de que no saldré desconsolado de Ti lograré una Buena muerte, para llegar a acompañarte a Belén de la Gloria. Amén

Aquí se hace la petición.

ULTIMA FACULATORIA

Oh, Niño de Atocha      Remedia, Niño

Suma Majestad,             Mi necesidad!

NOVENO MILAGRO

En el mes de marzo de 1841, se vio gravemente enfermo Calixto Aguirre en la ciudad de Guanajuato, de una enfermedad incurable en parte interior, quien mirándose agravado por incomparables dolores y dolencias que sentía, ocurrió al Médico D. Vicente López el que viéndolo en la disposición en que estaba y tan desfigurado de aquella parte, se espantó y le recetó algunas medicinas, las que en el momento se le aplicaron, mas como sus dolencias se aumentaban considerablemente, aclamó con veras de su corazón al Santo Niño de Atocha, prometiéndole como le sanara, le dispondría una novena compuesta de la dureza de su ingenio y llevaría hasta su Santuario su retablo, en que hiciera patente esta maravilla, entre las muchas que ha obrado este divino Niño con quienes le han aclamado en sus necesidades. Por fin este medico soberano le dio resistencia para sufrir tan penosa situación en que con su divino auxilio se confesó, perseverando en sus dolencias hasta la media noche en que se quedó dormido. Al día siguiente le reventó la inflación, abriéndole 16 bocas, por las cuales despidió un torrente de sangra cuya corrupción era excesiva. Mirándose en tal disposición, invocó de Nuevo al Santo Niño de Atocha, quien a pocas horas le dio alivio y al fin restituyó la salud con notable admiración de cuantos le vieron en el estado en que se hallaba, pues le cerraron trece bocas, quedándole hasta el día tres, sin ir ni a mas ni a menos ni perjudicarle en nada.

En cumplimiento de su promesa, dispuso la presente Novena con el auxilio de su Divina Majestad y esta seguro que al visitarle y darle las gracias llevándole su retablo, su misericordia permitirá darle el completo de su salud y volver enteramente bueno a su casa como ha sucedido a muchos de los que con fe le han invocado en sus tribulaciones.

 

NOVENO DIA - ORACION

Soberano Niño de Atocha, en Ti tengo puesta toda mi confianza, benignísimo Niño, yo te saludo y te alabo en este ultimo día de tu novena y te ofrezco estos tres Padres nuestros y Ave Marías con Gloria Patri, los presento con esta última jaculatoria, recomendándotelos en memoria de aquella última jornada que hiciste oculto en el vientre virginal de tu querida Madre, desde Belén hasta aquel preparado y dichoso portal, a donde llegaste a las nueve de la noche, y en que se llegaba la hora de tu deseado nacimiento, hincada de rodillas, juntas las manos delante del pecho, levantados los ojos al cielo, elevadas las potencies y los sentidos y toda divinizada, te dio al mundo como divino Mesías de todas las generaciones y te adoro en los brazos de San Miguel Arcángel y después te recibió en los suyos para que te adoraran los santos ángeles, que de guardas le asistieron en el altar sagrado y viéndote tiritar de frío y hacer pucheros te envuelve en aquellas pajas y pañales, te abriga reclinándote hacia si misma, regalándote y alimentándote con la dulce leche de sus virginales pechos, te pone entre la paja de aquel pesebre de animales, donde fuiste adorado de los brutos y de los humildes pastores; dándote los resplandeciente sol de justicia, reconociéndote como verdadero Dios; y por el gozo que tuvo tu bellísima Madre Santa María de Atocha; por haberte parido sin dolor alguno quedando intacta en su virginidad, te pido me concedas lo que te suplico en mi petición y espero no salir desconsolado de Ti por el gozo que tuvo tu querido Padre Señor San José, cuando despertando de aquel dulce sueño en que estaba te vio en los brazos de la Aurora alegrando al mundo y hecho aquel humilde portal un abreviado cielo con tu hermosura y resplandor. Por esto que te recuerdo, te ruego y pido entrañablemente des feliz despacho para lo cual interpongo todos estos méritos y los del coro de los serafines que te aman con amor ardentísimo, por lo que espero lograr buen éxito en mi solicitud y lograr una feliz muerte para ir a darte infinitos placeres en los apriscos de las eternas moradas, donde canta tu Gloria con los santos ángeles para siempre. Amén.

 ORACION

Para ofrecer las nueve Ave Marías a María Santísima de Atocha, para todos los días.

Purísima Madre del Santo Niño de Atocha, trono delicadísimo de la Majestad increada, fecundo lirio de los valles, fosa celestial de Jericó, relicario purísimo de la Trinidad Santísima, fuente clarísima donde estaban representadas las cristalinas aguas de la divina, gracia. Paraíso deliciosísimo, jardín supremo de la Gloria, panal fecundo de la más dulce y suave miel, Médica soberana por quien después de Dios vive todo el orbe de la tierra. Hija querida del Eterno Padre en quien se regocija y llena de placer, amorosísima esposa del Espíritu Santo aurora que alegras a todos el mundo, general abogada y firmísima esperanza de los pecadores y bondadosa Madre Mía. Yo te ofrezco estas nueve Ave Marías, en memoria de aquellas nueve jornadas que hiciste desde Nazareth hasta Belén, donde te dignaste dar a luz al verdadero Dios, por cuyo recuerdo espero de Ti que intercederás como tu Hijo el Santo Niño de Atocha, que me conceda lo que pido en esta devoción y espero que me lo harás, piadosísima Madre Mía, valiéndome de los medios interpuestos juntos con los de tu intercesión, pues bien sabes Tu la necesidad con que te lo pido y creo ciertamente alcanzar lo que pretendo y solicito, dándome antes o al concluir esta novena que le dedico a tu nombre, el deseo y feliz consuelo de mis trabajos y afanes. Así lo espero, confiado de esto, por aquellas tres necesidades que al pie de la Cruz tuviste viéndolo clavado en ella y mas por aquellos sentimientos y dulces expresiones con que le hablaste en su corazón cuando le tuviste en tus brazos en su descendimiento; y ruégale a tu querido Hijo el Santo Niño de Atocha, que por todos los méritos que le hago en cada día venga en mi amparo y que asista con su santísimo poder, pues El es quien todo lo puede y de El depende mi solicitud, para que después de concederme lo que pido, me de una muerte feliz, para pasar a gozarle en tu compañía y repetirle sin cesar himnos de alabanzas junto con los coros angélicos que en el dichoso nacimiento le entonaron: Gloria a Dios en las Alturas y paz a los hombres de Buena voluntad, por los siglos de los siglos. Amén

 ALABANZA AL SANTO NIÑO DE ATOCHA

"Niñito de Atocha, Hijo de María, Reluciente antorcha, nuestro amparo guía.

Divino Jesús; Este dulce nombre, con tu eterna luz, ilumina el orbe.

Niñito prodigioso, Venid de Plateros, Y ampara piadoso, A estos tus hijuelos.

Venid compatriotas, Venid forasteros, Y al Niño de Atocha, Gracias tributemos.

Bienvenido seas, Niño sempiterno, Bienvenido seas, A darnos consuelo.

Agraciado Niño, Que riéndote estas, Mostrando cariño, A la cristiandad.

Con grillos estas, Pero muy contento, Los dejas y vas, A hacer tus portentos.

Al que triste hallas, Con tribulaciones, Si tu auxilio aclama, Pronto le socorres.

Médico divino, Tierno relicario, Solo a verte Niño, Van a tu Santuario.

Cuantos impedidos, Entran de rodillas, Son fieles testigos, De tus maravillas.

Los presos humildes, Te hacen petición, Y luego son libres, De dura prisión.

A los ignorantes, Los alumbras luego, Y a los caminantes, Los libras del riesgo.

Oh, que grande dicha, Gozais Fresnilleros, Con la gran reliquia, Que se halla en Plateros.!

Permitidme, Niño, De mi corazón, Morir con auxilio, De la Extrema Unción, Adiós Niño hermoso, Adiós mi querido, Niño milagroso, De ti me despido. Tu dulce memoria, Nos lleve triunfando, A tu eterna Gloria, A estarte alabando."

NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
NOVENA

ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS

Puesto de rodillas delante de María Santísima, hecha la Señal de la Cruz, se dice el acto de contrición.

 

Acto de contrición. Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido. Propongo enmendarme y confesarme a su tiempo y ofrezco cuanto hiciere en satisfacción de mis pecados, y confío en vuestra bondad y misericordia infinita, que me perdonéis y me des gracia para nunca más pecar. Así lo espero por intercesión de mi Madre, nuestra Señora la Virgen de Guadalupe. Amén.


Hacer aquí la petición que se desea. Rezar cuatro Salves en memoria de las cuatro apariciones y luego se reza la oración correspondiente a cada día.

DÍA PRIMERO

Comenzar con la oración de todos los días.

¡Oh Santísima Señora de Guadalupe! Esa corona con que ciñes tus sagradas sienes publica que eres Reina del Universo. Lo eres, Señora, pues como Hija, como Madre y como Esposa del altísimo tienes absoluto poder y justísimo derecho sobre todas las criaturas.

Siendo esto así, yo también soy tuyo; también pertenezco a Ti por mil títulos; pero no me contento con ser tuyo por tan alta jurisdicción que tienes sobre todos; quiero ser tuyo por otro título más, esto es, por elección de mi voluntad.
Ved que, aquí postrado delante del trono de tu Majestad, te elijo por mi Reina y mi Señora, y con este motivo quiero doblar el señorío y dominio que tienes sobre mí; quiero depender de Ti y quiero que los designios que tiene de mí la Providencia divina, pasen por tus manos.

Dispón de mí como te agrade; los sucesos y lances de mi vida quiero que todos corran por tu cuenta. Confío de tu benignidad, que todos se enderezarán al bien de mi alma y honra y gloria de aquel Señor que tanto se complace en todo el mundo. Amén.


Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

DÍA SEGUNDO

Comenzar con la oración de todos los días.

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Que bien se conoce que eres Abogada nuestra en el tribunal de Dios, pues esas hermosísimas manos que jamás dejan de beneficiarnos las juntas ante el pecho en ademán de quien suplica y ruega, dándonos con esto a ver que desde el trono de gloria como Reina de Ángeles y hombres haces también oficio de abogada, rogando y procurando a favor nuestro.

¿Con qué afectos de reconocimiento y gratitud podré pagar tanta fineza?, siendo que no hay en todo mi corazón suficiente caudal para pagarlo.

A Ti recurro para que me enriquezcas con los dones preciosos de una caridad ardiente y fervorosa, de una humildad profunda y de una obediencia pronta al Señor.

Esfuerza tus súplicas, multiplica tus ruegos, y no ceses de pedir al Todopoderoso me haga suyo y me conceda ir a darte las gracias por el feliz éxito de tu intermediación en la gloria. Amén.

Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

DÍA TERCERO

Comenzar con la oración de todos los días.

¡Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! ¡Qué puedo creer al verte cercada de los rayos del sol, sino que estás íntimamente unida al Sol de la Divinidad, que no hay en tu casa ninguna cosa que no sea luz, que no sea gracia y que no sea santidad!

¡Qué puedo creer sino que estás anegada en el piélago de las divinas perfecciones y atributos, y que Dios te tiene siempre en su corazón! Sea para bien, Señora, tan alta felicidad.

Yo, entre tanto, arrebatado del gozo que ello me causa, me presento delante del trono de tu soberanía, suplicándote te dignes enviar uno de tus ardientes rayos hacia mi corazón: ilumina con su luz mi entendimiento; enciende con su luz mi voluntad; haz que acabe yo de persuadirme de que vivo engañado todo el tiempo que no empleo en amarte a Ti y en amar a mi Dios: haz que acabe de persuadirme de que me engaño miserablemente cuando amo alguna cosa que no sea mi Dios y cuando no te amo a Tí por Dios. Amén.


Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

DÍA CUARTO

Comenzar con la oración de todos los días.

¡Oh Santísima María de Guadalupe! Si un ángel del cielo tiene por honra tan grande suya estar a tus pies y que en prueba de su gozo abre los brazos y extiende las alas para formar con ellas repisa a tu Majestad, ¿qué deberé yo hacer para manifestar mi veneración a tu persona, no ya la cabeza, ni los brazos, sino mi corazón y mi alma para que santificándola con tus divinas plantas se haga trono digno de tu soberanía?

Dígnate, Señora, de admitir este obsequio; no lo desprecies por indigno a tu soberanía, pues el mérito que le falta por mi miseria y pobreza lo recompenso con la buena voluntad y deseo.

Entra a registrar mi corazón y verás que no lo mueven otras alas sino las del deseo de ser tuyo y el temor de ofender a tu Hijo divinisimo. Forma trono de mi corazón, y ya no se envilecerá dándole entrada a la culpa y haciéndose esclavo del demonio. Haz que no vivan en el sino Jesús y María. Amén.

Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

DÍA QUINTO

Comenzar con la oración de todos los días.

¡Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! ¿Qué otro vestido le correspondía a quien es un cielo por su hermosura, sino uno todo lleno de estrellas? ¿Con qué podía adornarse una belleza toda celestial, sino con los brillos de unas virtudes tan lucidas y tan resplandecientes como las tuyas?

Bendita mil veces la mano de aquel Dios que supo unir en tu hermosura tan peregrina con pureza tan realzada, y gala tan brillante y rica con humildad tan apacible. Yo quedo, Señora, absorto de hermosura tan amable, y quisiera que mis ojos se fijaran siempre en Ti para que mi corazón no se dejara arrastrar en otro afecto que no sea el amor tuyo.

No podré lograr este deseo si esos resplandecientes astros con que estás adornada no infunden una ardiente y fervorosa caridad, para que ame de todo corazón y con todas mis fuerzas a mi Dios, y después de mi Dios a Ti, como objeto digno de que lo amemos todos. Amén.

Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

DÍA SEXTO

Comenzar con la oración de todos los días.

¡Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! ¡Que bien dice a tu soberanía ese tapete que la luna forma a tus sagradas plantas! Hollaste con invicta planta las vanidades del mundo, y quedando superior a todo lo creado jamás padeciste el menguante de la más ligera imperfección: antes de tu primer instante estuviste llena de gracia.

Miserable de mí, Señora, que no sabiéndome mantener en los propósitos que hago, no tengo estabilidad en la virtud y solo soy constante en mis viciosas costumbres.

Duélete de mí, Madre amorosa y tierna; ya que soy como la luna en mi inconstancia, sea como la luna que está a tus pies, esto es, firme siempre en tu devoción y amor, para no padecer los menguantes de la culpa. Haz que esté yo siempre a tus plantas por el amor y la devoción, y ya no temeré los menguantes del pecado sino que procuraré darme de lleno a mis obligaciones, detestando de corazón todo lo que es ofensa de mi Dios. Amén.


Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

DÍA SÉPTIMO

Comenzar con la oración de todos los días.

¡Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Nada, nada veo en este hermosísimo retrato que no me lleve a conocer las altas perfecciones de que dotó el Señor a tu alma inocentísima.

Ese lienzo grosero y despreciable; ese pobre pero feliz hállate en que se ve estampada tu singular belleza, dan claro a conocer la profundísima humildad que le sirvió de cabeza y fundamento a tu asombrosa santidad.

No te desdeñaste de tomar la pobre tilma de Juan Diego, para que en ella estampase tu rostro, que es encanto de los ángeles, maravilla de los hombres y admiración de todo el universo. Pues, ¿cómo no he de esperar yo de tu benignidad , que la miseria y pobreza de mi alma no sean embarazo para que estampes en ella tu imagen graciosísima?

Yo te ofrezco las telas de mi corazón. Tómalo, Señora, en tus manos y no lo dejéis jamás, pues mi deseo es que no se emplee en otra cosa que en amarte y amar a Dios. Amén.


Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y una Gloria.

 

DÍA OCTAVO

Comenzar con la oración de todos los días.

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Qué misteriosa y que acertada estuvo la mano del Artífice Supremo, bordando tu vestido con esa orla de oro finísimo que le sirve de guarnición.

Aludió sin duda a aquél finísimo oro de la caridad y amor de Dios con que fueron enriquecidas tus acciones. ¿Y quién duda, Señora, que esa tu encendida caridad y amor de Dios estuvo siempre acompañada del amor al prójimo y que no, por verte triunfante en la patria celestial, te has olvidado de nosotros?
Abre el seno de tus piedades a quien es tan miserable; dale la mano a quien caído te invoca para levantarse; tráete la gloria de haber encontrado en mí una miseria proporcionada, más que todas, a tu compasión y misericordia. Amén.

Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

DÍA NOVENO

Comenzar con la oración de todos los días.

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¿Que cosa habrá imposible para Ti, cuando multiplicando los prodigios, ni la tosquedad ni la grosería del hállate le sirven de embarazo para formar tan primoroso tu retrato, ni la voracidad del tiempo en mas de cuatro siglos ha sido capaz de destrozarle ni borrarle?

¡Que motivo tan fuerte es este para alentar mi confianza y suplicarte que abriendo el seno de tus piedades, acordándote del amplio poder que te dio la Divina Omnipotencia del Señor, para favorecer a los mortales, te dignes estampar en mi alma la imagen del Altísimo que han borrado mis culpas!

No embarco a tu piedad la grosería de mis perversas costumbres, dígnate solo mirarme, y ya con esto alentaré mis esperanzas; porque yo no puedo creer que si me miras no se conmuevan tus entrañas sobre el miserable de mí. Mi única esperanza, después de Jesús, eres tú, Sagrada Virgen María. Amén.


Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria. 

 

NUESTRA SEÑORA DE LAS LÁGRIMAS
 NOVENA [1]

ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS

Oh María Inmaculada, Madre y consoladora nuestra, me refugio en vuestro amabilísimo Corazón con toda la confianza de que soy capaz; vos seréis el objeto más querido de mi amor y veneración. A vos, que sois la dispensadora de los tesoros celestiales, recurriré siempre en mis penas para tener paz, en mis dudas para tener luz, en mis peligros para ser defendido, en todas mis necesidades para obtener vuestro socorro. Sed, pues, mi refugio, mi fortaleza, mi consolación, oh María consoladora. Por piedad, a la hora de mi muerte, recibid los últimos suspiros de mi corazón y obtenedme un lugar en la mansión celestial, donde todos los corazones unidos alabarán eternamente el Corazón adorable de Jesús, al mismo tiempo que a vuestro Corazón siempre amable, oh María. Tierna Madre nuestra, consoladora de los afligidos, rogad por nosotros que recurrimos a vos.

Rezar a continuación la oración del día que corresponda:

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh María, Virgen poderosa y Madre de misericordia, Reina del Cielo y Refugio de los pecadores! Nos consagramos a vuestro Inmaculado Corazón. Os consagramos nuestro ser y toda nuestra vida, todo lo que tenemos, lo que amamos, lo que somos. Vuestros sean nuestros cuerpos, nuestros corazones, nuestras almas, nuestros hogares, nuestras familias, nuestra patria. Queremos que todo lo que hay en nosotros y en derredor os pertenezca y participe de vuestras maternales bendiciones. Y para que esta consagración sea verdaderamente eficaz y duradera, renovamos hoy a vuestros pies, oh María, las promesas del bautismo y de la primera Comunión. Nos obligamos a profesar siempre con valor las verdades de la fe, a vivir como verdaderos católicos, enteramente sumisos a las disposiciones del Papa y de los Obispos unidos a él. Nos obligamos a observar los mandamientos de Dios y de la Iglesia y señaladamente la santificación de las fiestas. Nos obligamos a introducir en nuestra vida, en cuanto nos sea posible las prácticas consoladoras de la Religión cristiana, y, sobre todo, la santa Comunión. Os prometemos finalmente, oh gloriosa Madre de Dios y tierna Madre de los hombres, consagrar todo nuestro corazón al servicio de vuestro culto bendito, para pedir y asegurar, mediante el reinado de vuestro Inmaculado Corazón, el reinado del Corazón adorable de vuestro Hijo en nuestras almas y en las de todos los hombres, en nuestra querida patria y en todo el mundo, así en la tierra como en el Cielo. Amén.

Jaculatoria

¡Corazón Inmaculado y Dolorido de María, tened piedad de nosotros!

 

 

 

DÍA PRIMERO

Por la señal...
Señor mío Jesucristo...
Oración preparatoria.

Oh Corazón de María, Madre de Dios y Madre nuestra; Corazón amabilísimo, objeto de las complacencias de la adorable Trinidad, y digno de toda la veneración y ternura de los ángeles y de los hombres; Corazón el más semejante al de Jesús, del que sois la más perfecta imagen; Corazón lleno de bondad y tan compasivo de nuestras miserias, dignaos derretir el hielo de nuestros corazones, y haced que estén enteramente encaminados hacia el del divino Salvador. Infundid en ellos el amor de vuestras virtudes, inflamadlos con aquel feliz fuego en que el vuestro arde de continuo. Guardad en vuestro Corazón a la santa Iglesia, custodiadla y sed siempre su dulce asilo y su torre inexpugnable contra todo asalto de sus enemigos. Sed nuestro camino para ir a Jesús y el canal por donde nos vengan todas las gracias necesarias para salvarnos. Sed nuestro socorro en las necesidades, nuestro alivio en las aflicciones, nuestro sostén en las tentaciones, nuestro refugio en las persecuciones, nuestra ayuda en todos los peligros, pero especialmente en los últimos combates de nuestra vida, en el momento de nuestra muerte, cuando todo el infierno se desencadene contra nosotros para arrebatar nuestras almas, en aquel terrible momento, en aquel formidable instante del que depende nuestra eternidad. Ah, sí, oh Virgen piadosísima, haced que entonces sintamos la ternura de vuestro maternal Corazón y la fuerza de vuestro valimiento para con Jesús abriéndonos en la fuente misma de la misericordia un seguro refugio, para que podamos llegar a bendecirle con vos en el paraíso por los siglos de los siglos. Así sea.

Para más obligar a la Stma. Virgen, récense tres Avemarías con la siguiente jaculatoria: ¡Nuestra Señora de las Lágrimas, rogad por nosotros!. Terminar con la oración final.

__________

DÍA SEGUNDO

Por la señal...
Señor mío Jesucristo...
Oración preparatoria.

Inmaculada Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra piadosísima, humildemente nos postramos ante vuestra presencia y solicitamos con toda confianza vuestro maternal patrocinio. La santa Iglesia os llama la consoladora de los afligidos y a vos continuamente recurren los atribulados en sus aflicciones, los enfermos en sus enfermedades, los moribundos en su agonía, los pobres en sus necesidades, y toda clase de necesitados en sus públicas y privadas calamidades, y todos reciben de vos consuelo y ayuda.

Dulcísima Madre nuestra, volved también a nosotros, míseros pecadores, vuestros amables ojos, y acoged benignamente las plegarias que os dirigimos con humildad y confianza. Socorrednos en todas las necesidades espirituales y temporales, libradnos de todos los males y especialmente del mayor de todos, cual es el pecado y de todo peligro de caer; obtenednos de vuestro Hijo Jesús todos los bienes, y particularmente el más excelente de todos, la divina gracia. Consolad nuestra alma, tan angustiada y afligida en medio de tantos peligros como nos amenazan, entre tantas miserias y desgracias que nos cercan por todas partes. Os lo pedimos por aquel inmenso júbilo que experimentó vuestra purísima alma en la gloriosa resurrección de vuestro divino Hijo.

Alcanzad tranquilidad a la santa Iglesia, ayuda y sostén a su Jefe visible, el Romano Pontífice, paz a los príncipes cristianos, a las almas del Purgatorio refrigerio en sus penas, a los pecadores el perdón de sus culpas y a los justos la perseverancia en el bien. Acogednos a todos, tiernísima Madre nuestra, bajo vuestra compasiva y poderosa protección, a fin de que podamos virtuosamente vivir, piadosamente morir y lograr la eterna bienaventuranza del Cielo. Así sea.

Para más obligar a la Stma. Virgen, récense tres Avemarías con la siguiente jaculatoria: ¡Nuestra Señora de las Lágrimas, rogad por nosotros!. Terminar con la oración final.

__________

DÍA TERCERO

Por la señal...
Señor mío Jesucristo...
Oración preparatoria.

Virgen bendita, Madre de Dios, desde el Cielo, donde estáis sentada, como Reina, volved benigna vuestra mirada hacia este miserable pecador, vuestro siervo; quien, aunque penetrado de su indignidad, os bendice y ensalza desde lo íntimo de su corazón, como a la más pura, la más bella y la más santa de todas las criaturas, en reparación de las ofensas que os hacen las lenguas impías y blasfemas; bendice vuestro nombre, bendice vuestras sublimes prerrogativas de verdadera Madre de Dios, siempre Virgen, concebida sin mancha de pecado, de corredentora del género humano; bendice al Eterno Padre que os escogió de un modo particular por Hija; bendice al Verbo encarnado que, vistiéndose de la humana naturaleza en vuestro purísimo seno, os hizo Madre; bendice al Espíritu divino que os quiso por esposa suya; bendice y ensalza a la augusta Trinidad que os escogió y amó con tanta predilección, que os exaltó sobre todas las criaturas a la más sublime alteza.

¡Oh Virgen santa y misericordiosa! Alcanzad el arrepentimiento a los que os ofenden, y dignaos aceptar este pequeño obsequio de vuestro siervo, obteniéndome de vuestro divino Hijo el perdón de mis propios pecados. Así sea.


Para más obligar a la Stma. Virgen, récense tres Avemarías con la siguiente jaculatoria: ¡Nuestra Señora de las Lágrimas, rogad por nosotros!. Terminar con la
oración final.

__________

DÍA CUARTO

Por la señal...
Señor mío Jesucristo...
Oración preparatoria.

¡Oh Virgen Santísima y Reina de los Mártires, María, quién me diera estar en el Cielo para contemplar los honores que recibís de la Trinidad beatísima y de toda la Corte celestial! Pero como todavía voy peregrinando por este valle de lágrimas, dignaos aceptar también en mí, pecador e indigno siervo vuestro, el homenaje más sincero y el acto más perfecto de sumisión que puede ofreceros una humana criatura. A vuestro Corazón, traspasado con tantas espadas de dolor, confío desde hoy para siempre mi pobre alma. Asociadme a vuestros dolores y no permitáis que huya jamás de la Cruz en la que murió por mi salvación vuestro unigénito Hijo. Con vos, oh María sufriré todas las tribulaciones, contradicciones y enfermedades que agrade a vuestro divino Hijo enviarme en esta vida. Todo lo ofrezco a Dios en memoria de los dolores que sufristeis durante vuestra vida mortal, de modo que cada pensamiento de mi mente, cada latido de mi corazón, sean de aquí en adelante un acto de compasión de vuestros dolores y de complacencia por la gloria que gozáis ahora en el Cielo. Sí, amada Madre, como yo me compadezco ahora de vos y me gozo de veros tan glorificada, tened vos compasión de mí reconciliándome con vuestro Hijo Jesús, a fin de que torne a ser vuestro fiel y verdadero hijo. Cuando llegue el fin de mi vida, venid a asistirme en mi agonía, como asististeis a la de vuestro divino Hijo, para que, al salir de este penoso destierro, pueda ir a participar de vuestra gloria en el Paraíso. Así sea.

Para más obligar a la Stma. Virgen, récense tres Avemarías con la siguiente jaculatoria: ¡Nuestra Señora de las Lágrimas, rogad por nosotros!. Terminar con la oración final.

__________

DÍA QUINTO

Por la señal...
Señor mío Jesucristo...
Oración preparatoria.

Oh excelentísima, gloriosísima y santísima María, siempre Virgen inmaculada, Madre de nuestro Señor Jesucristo, reina del mundo y señora de todas las criaturas, que a nadie abandonas, a nadie desprecias, a nadie que a ti recurra con un corazón puro y humilde despachas desolado, no me deseches a mí por mis innumerables y gravísimos pecados, no me abandones por mis excesivas iniquidades, ni tampoco por la dureza e inmundicia de mi corazón: no apartes a este tu siervo de tu gracia y de tu amor. Escucha a este miserable pecador que confía en tu piedad y misericordia; socórreme, oh piadosísima Virgen María, en todas mis tribulaciones, angustias y necesidades, y alcánzame de tu amado Hijo, Dios omnipotente y Señor nuestro Jesucristo, el perdón y remisión de todos mis pecados y la gracia de tu temor y amor, juntamente con la salud y castidad del cuerpo y la inmunidad de todos los males y peligros de alma y cuerpo. En mi postrer momento sé mi piadoso auxilio, y libra mi alma y las almas de mis padres, hermanos, hermanas y amigos, consanguíneos y bienhechores y de todos los fieles vivos y difuntos de las eternas tinieblas y de todo mal, por Aquél a quien llevaste nueve meses en tu sacratísimo seno y con tus santas manos reclinaste en un pesebre, nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que sea bendito por los siglos de los siglos. Amén.

Para más obligar a la Stma. Virgen, récense tres Avemarías con la siguiente jaculatoria: ¡Nuestra Señora de las Lágrimas, rogad por nosotros!. Terminar con la oración final.

__________

DÍA SEXTO

Por la señal...
Señor mío Jesucristo...
Oración preparatoria.

Inmaculada Virgen, refugio de los pecadores, vos que, para reparar las injurias hechas a Dios y el mal causado al hombre por el pecado, habéis consentido que muriera vuestro divino Hijo, sednos siempre propicia, y desde el Cielo, donde reináis gloriosa, proseguid en favor nuestro vuestra obra de celo y de amor. Nosotros queremos ser vuestros hijos, mostraos vos también Madre nuestra. Suplicad a Jesús, el divino Reparador, que, aplicando a nuestras almas el fruto de su pasión y muerte, nos libre de las ligaduras de nuestras iniquidades. Sea El nuestra luz en las tinieblas, nuestra fuerza en las debilidades, nuestro socorro en los peligros; y, después de habernos confortado con su gracia y con su amor en el tiempo, nos conceda que lo amemos y veamos y poseamos en la eternidad. Amén.

Para más obligar a la Stma. Virgen, récense tres Avemarías con la siguiente jaculatoria: ¡Nuestra Señora de las Lágrimas, rogad por nosotros!. Terminar con la oración final.

__________

DÍA SÉPTIMO

Por la señal...
Señor mío Jesucristo...
Oración preparatoria.

Santísima Virgen inmaculada, Madre mía María, a vos que sois la Madre de mi Señor, la reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los pecadores, recurro hoy yo, que soy el más miserable de todos. Os venero, oh gran reina, y os doy gracias por cuantos favores hasta el presente me habéis hecho: especialmente por haberme librado del infierno tantas veces por mí merecido. Os amo, Señora amabilísima; y, por el amor que os profeso, prometo querer siempre serviros y hacer cuanto pueda para que también de los demás seáis amada. En vos pongo todas mis esperanzas, toda mi salvación; aceptadme por siervo vuestro y acogedme bajo vuestro manto, oh Madre de misericordia. Y ya que sois tan poderosa para con Dios, libradme de todas las tentaciones, o bien, alcanzadme la gracia de vencerlas hasta la muerte. Os pido el verdadero amor a Jesucristo. Espero de vos el tener una buena muerte. Madre mía, por el amor que a Dios tenéis, os suplico que me ayudéis siempre, pero sobre todo en el último momento de mi vida. No me dejéis hasta que me veáis ya salvo en el cielo para bendeciros y cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero, así sea.

Para más obligar a la Stma. Virgen, récense tres Avemarías con la siguiente jaculatoria: ¡Nuestra Señora de las Lágrimas, rogad por nosotros!. Terminar con la oración final.

__________

DÍA OCTAVO

Por la señal...
Señor mío Jesucristo...
Oración preparatoria.

¡Oh María, mi dulce Madre y poderosa Reina! Tomad y recibid mi pobre corazón con toda su libertad y su querer, con todo su amor y sus afectos y con todas las virtudes y gracias de que pueda estar adornado. Todo cuanto soy y valgo, Reina y Señora mía, cuanto tengo y poseo en el orden natural y de la gracia, de Dios lo he recibido por vuestra mediación y amor; en vuestras soberanas manos lo deposito, para que vuelva a su nobilísimo origen; porque si confesamos que sois el canal por donde nos bajan las gracias del Cielo, también decimos que sois el acueducto por donde vuelven a su manantial, sois el hilo conductor que nos pone en comunicación directa con nuestro Padre celestial, sois el camino inmaculado que nos lleva seguros al corazón del mismo Dios. Tomad, pues, y recibid todo mi ser, oh María, Reina de los corazones, y esclavizadme con cadenas de amor, para que yo siempre sea vuestro y pueda repetir con verdad: «Yo soy todo de Jesús por María». A vos sólo quiero amar, Madre mía purísima, prestadme vuestro corazón, dadme vuestro amor y el de Jesús, que esto me basta para ser feliz en esta vida, en muerte y por toda la eternidad. Amén.

Para más obligar a la Stma. Virgen, récense tres Avemarías con la siguiente jaculatoria: ¡Nuestra Señora de las Lágrimas, rogad por nosotros!. Terminar con la oración final.

__________

DÍA NOVENO

Por la señal...
Señor mío Jesucristo...
Oración preparatoria.

Gloriosísima Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra María, dirigid una mirada de compasión hacia nosotros pobres pecadores, que apenados por tantos males como en esta vida nos rodean, sentimos rasgársenos el corazón ante tan atroces injurias y blasfemias contra vos, Virgen Inmaculada, que tan frecuentemente nos vemos forzados a oir. !Oh cuánto ofenden a la Majestad infinita de Dios y de su Unigénito Hijo Jesucristo estas impías palabras! !Cómo provocan su enojo y cuánto nos hacen temer los efectos terribles de su venganza! Si con el sacrificio de nuestra vida pudiésemos impedir tantos ultrajes y blasfemias, muy gustosos lo haríamos, porque, Madre nuestra santísima, deseamos amaros y honraros con todo el corazón, por ser ésta la voluntad de Dios. Y precisamente porque os amamos, haremos cuanto está de nuestra parte, para que seáis de todos honrada y amada. Vos mientras tanto, oh Madre de piedad, soberana consoladora de los afligidos, aceptad este acto de reparación que os ofrecemos en nombre nuestro y en el de todas nuestras familias, aun por los que, no sabiendo lo que dicen, blasfeman impíamente de vos, a fin de que, alcanzando de Dios su conversión, hagáis más manifiesta y gloriosa vuestra piedad, vuestro poder, vuestra gran misericordia; y también ellos se unan a nosotros para proclamaros la bendita entre todas las mujeres, la Virgen Inmaculada, la piadosísima Madre Dios.

Para más obligar a la Stma. Virgen, récense tres Avemarías con la siguiente jaculatoria: ¡Nuestra Señora de las Lágrimas, rogad por nosotros!. Terminar con la oración final.

 

 

NUESTRA SEÑORA DE LAS LAGRIMAS
3. CATEQUESIS DE JUAN PABLO II
[1]

 

LAS LÁGRIMAS DE LA VIRGEN
TESTIMONIAN
SU PRESENCIA

1. Hay un lugar en Jerusalén, en la ladera del Monte de los Olivos, donde, según la tradición, Cristo lloró por la ciudad de Jerusalén. En esas lágrimas del Hijo del hombre hay casi un eco lejano de otro llanto al que se refiere la primera lectura tomada del libro de Nehemías. Después del regreso de la esclavitud Babilónica, los Israelitas decidieron reconstruir el templo. Pero antes escucharon las palabras de la sagrada Escritura y del sacerdote Esdras, que bendijo después al pueblo con el libro de la Ley. En ese momento todos rompieron en llanto. En efecto, leemos que el gobernador Nehemías y el sacerdotes Esdras dijeron a los presentes: "Este día está consagrado al Señor, vuestro Dios; no estéis tristes ni lloréis". "No estéis tristes, la alegría del Señor es vuestra fortaleza" (Ne 8, 9. 10). El llanto de los israelitas era de alegría por haber recuperado el templo y haber reconquistado la libertad.

2. Por el contrario, el llanto de Cristo en el Monte de los Olivos no fue de alegría, En efecto, exclamó: "¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar desierta vuestra casa" (Mt 23, 37-38).

En el llanto de Jesús por Jerusalén se manifiesta su amor a la ciudad santa y, al mismo tiempo, el dolor que experimentaba por su futuro no lejano, que prevé: la ciudad será conquistada y el templo destruido; los jóvenes serán sometidos a su mismo suplicio, la muerte en cruz. "Entonces se pondrán a decir a los montes: ‘¡caed sobre nosotros!’ Y a las colinas: ‘¡cubridnos!’ Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará?" (Lc 23, 30-31).

3. Sabemos que Jesús lloró en otra ocasión, junto a la tumba de Lázaro. "Los judíos entonces decían: ‘Mirad cómo quería’. Pero algunos de ellos dijeron: ‘Éste que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?’" (Jn 11, 36-37). Entonces Jesús, manifestando nuevamente una profunda turbación, fue al sepulcro, ordenó quitar la piedra y, elevando la mirada al Padre, gritó con voz fuerte: "¡Lázaro, sal fuera!"(cf. Jn 1, 38-43).

4. El evangelio nos habla también de la conmoción de Jesús, cuando exultó en el Espíritu Santo y dijo: "Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito" (Lc 10, 21). Jesús se alegra por la paternidad divina; se alegra porque puede revelarla y, por último porque pude irradiarla de modo especial para los pequeños. El evangelista Lucas define todo eso como un regocijo en el Espíritu Santo. Regocijo que impulsa a Jesús a revelarse aún más: "Todo me ha sido entregado por mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quien es el Padre sino el Hijo, y Aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar" (Lc 10, 22).

5. En el Cenáculo, Jesús predice a los Apóstoles su llanto futuro: "En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo", Y añade: "La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto, por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo" (Jn 16, 20-21). Así, Cristo habla de la tristeza y de la alegría de la Iglesia, de su llanto y de su alegría, refiriéndose a la imagen de una mujer que da a luz.

6. Los relatos evangélicos no recuerdan nunca el llanto de la Virgen. No escuchamos su llanto ni en la noche de Belén, cuando le llegó el tiempo de dar a luz al Hijo de Dios, ni tampoco en el Gólgota, cuando estaba al pie de la cruz. Ni siquiera podemos conocer sus lágrimas de alegría, cuando Cristo resucitó.

Aunque la sagrada Escritura no alude a ese hecho, la intuición de la fe habla en favor de él. María, que llora de tristeza o de alegría, es la expresión de la Iglesia, que se alegra en al noche de Navidad, sufre el Viernes santo al pie de la cruz y se alegra nuevamente en el alba de la Resurrección. Se trata de la Esposa del Cordero, que nos ha presentado la segunda lectura, tomada del libro del Apocalipsis (cf. 21, 9).

7. Conocemos algunas lágrimas de María por las apariciones con las que ella de vez en cuando acompaña a la Iglesia en su peregrinación por los caminos del mundo. María llora en La Salette, a mediados del siglo pasado, antes de las apariciones de Lourdes, en un período durante el cual el cristianismo en Francia afronta una creciente hostilidad.

Llora también aquí, en Siracusa, al término de la segunda guerra mundial. Se puede comprender dicho llanto precisamente en el marco de esos hechos trágicos: la inmensa hecatombe causada por el conflicto; el exterminio de los hijos e hijas de Israel; y la amenaza para Europa que proviene del este, constituida por el comunismo declaradamente ateo.

También en ese período llora la imagen de la Virgen de Czestochowa, en Lublín: éste es un hecho poco conocido fuera de Polonia. Por el contrario se difundió ampliamente la noticia del acontecimiento de Siracusa, y fueron numerosos los peregrinos que vinieron aquí. También el cardenal Stefan Wyszynski vino aquí en peregrinación en 1957, después de haber sido excarcelado. Yo mismo, que por aquel entonces era un obispo joven, vine aquí durante el Concilio, y pude celebrar la santa misa el día de la conmemoración de todos los fieles difuntos.

Las lágrimas de la Virgen pertenecen al orden de los signos; testimonian la presencia de la Madre Iglesia en el mundo. Una madre llora cuando ve a sus hijos amenazados por algún mal, espiritual o físico. María llora participando en el llanto de Cristo por Jerusalén, junto al sepulcro de Lázaro y, por último, en el camino de la cruz.

8. Pero conviene recordar también las lágrimas de Pedro, El evangelio de hoy narra la confesión de Pedro en las cercanías de Cesarea de Filipo. Escuchemos las palabras de Cristo: "Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos" (Mt 16, 17). Hay otras palabras muy conocidas del Redentor a Pedro: "En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces" (Jn 13, 38). Y así sucedió. Pero, cuando en la casa del sumo sacerdote, Jesús miró a Pedro en el momento en que cantó el gallo, éste "recordó las palabras del Señor. Y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente" (Lc 22, 61-62). Lágrimas de dolor y de conversión, que confirman la verdad de su confesión. Gracias a ellas, después de la resurrección, pudo decir a Cristo: "Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo" (Jn 21, 17).

9. Hoy, aquí en Siracusa, puedo dedicar el santuario de la Virgen de las Lágrimas. Aquí estoy finalmente, por segunda vez, pero ahora vengo como Obispo de Roma, como Sucesor de Pedro, y realizo con alegría este servicio a vuestra comunidad, a la que saludo con afecto.

10. Oigo resonar hoy en mí, en este lugar, las palabras que Cristo dirige a Pedro: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos" (Mt 16, 18-19).

Estas palabras de Cristo expresan la suprema autoridad que él posee como Redentor: el poder de perdonar los pecados, que adquirió al precio de su sangre derramada en el Gólgota; el poder de absolver y perdonar.

11. Santuario de la Virgen de las Lágrimas, has nacido para recordar a la Iglesia el llanto de la Madre.

Recuerda también el llanto de Pedro, a quien Cristo confió las llaves del reino de los cielos para el bien de todos los fieles. Que esas llaves sirvan para atar y desatar, para redimir toda miseria humana.

Vengan aquí, entre estas paredes acogedoras, cuantos están oprimidos por la conciencia del pecado y experimenten aquí la riqueza de la misericordia de Dios y de su perdón. Los guíen hasta aquí las lágrimas de la Madre. Son lágrimas de dolor por cuantos rechazan el amor de Dios, por las familias separadas o que tienen dificultades, por la juventud amenazada por la civilización de consumo y a menudo desorientada, por la violencia que provoca aún tanto derramamiento de sangre, y por las incomprensiones y los odios que abren abismos profundos entre los hombres y los pueblos.

Son lágrimas de oración: oración de la Madre que da fuerza a toda oración y se eleva suplicante también por cuantos no rezan, porque están distraídos por un sin fin de otros intereses, o porque están cerrados obstinadamente a la llamada de Dios.

Son lágrimas de esperanza, que ablandan la dureza de los corazones y los abren al encuentro con Cristo redentor, fuente de luz y paz para las personas, las familias y toda la sociedad.

Virgen de las Lágrimas, mira con bondad materna el dolor del mundo. Enjuga las lágrimas de los que sufren, de los abandonados, de los desesperados y de las víctimas de toda violencia.

Alcánzanos a todos lágrimas de arrepentimiento y vida nueva, que abran los corazones al don regenerador del amor de Dios. Alcánzanos a todos lágrimas de alegría, después de haber visto la profunda ternura de tu corazón.

¡Alabado sea Jesucristo!

 
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis