Octava de Pascua
Con el Domingo de Resurrección comienza los cincuenta días del tiempo pascual que concluye en Pentecostés.
La Octava de Pascua se trata de la primera semana de la Cincuentena; se considera como si fuera un solo día, es decir, el júbilo del Domingo de Pascua se prolonga ocho días seguidos.
Las lecturas evangélicas se centran en los relatos de las apariciones del Resucitado, la experiencia que los apóstoles tuvieron de Cristo Resucitado y que nos transmiten fielmente. En la primera lectura iremos leyendo de modo continuo las páginas de los Hechos de los Apóstoles.
· Domingo de Resurrección
El domingo de Resurrección o Vigilia Pascual es el día en que incluso la iglesia más pobre se reviste de sus mejores ornamentos, es la cima del año litúrgico. Es el aniversario del triunfo de Cristo. Es la feliz conclusión del drama de la Pasión y la alegría inmensa que sigue al dolor. Y un dolor y gozo que se funden pues se refieren en la historia al acontecimiento más importante de la humanidad: la redención y liberación del pecado de la humanidad por el Hijo de Dios.
Nos dice San Pablo: "Aquel que ha resucitado a Jesucristo devolverá asimismo la vida a nuestros cuerpos mortales". No se puede comprender ni explicar la grandeza de las Pascuas cristianas sin evocar la Pascua Judía, que Israel festejaba, y que los judíos festejan todavía, como lo festejaron los hebreos hace tres mil años, la víspera de su partida de Egipto, por orden de Moisés. El mismo Jesús celebró la Pascua todos los años durante su vida terrena, según el ritual en vigor entre el pueblo de Dios, hasta el último año de su vida, en cuya Pascua tuvo efecto la cena y la institución de la Eucaristía.
Cristo, al celebrar la Pascua en la Cena, dio a la conmemoración tradicional de la liberación del pueblo judío un sentido nuevo y mucho más amplio. No es a un pueblo, una nación aislada a quien Él libera sino al mundo entero, al que prepara para el Reino de los Cielos. Las pascuas cristianas -llenas de profundas simbologías- celebran la protección que Cristo no ha cesado ni cesará de dispensar a la Iglesia hasta que Él abra las puertas de la Jerusalén celestial. La fiesta de Pascua es, ante todo la representación del acontecimiento clave de la humanidad, la Resurrección de Jesús después de su muerte consentida por Él para el rescate y la rehabilitación del hombre caído. Este acontecimiento es un hecho histórico innegable. Además de que todos los evangelistas lo han referido, San Pablo lo confirma como el historiador que se apoya, no solamente en pruebas, sino en testimonios.
Pascua es victoria, es el hombre llamado a su dignidad más grande. ¿Cómo no alegrarse por la victoria de Aquel que tan injustamente fue condenado a la pasión más terrible y a la muerte en la cruz?, ¿por la victoria de Aquel que anteriormente fue flagelado, abofeteado, ensuciado con salivazos, con tanta inhumana crueldad?
Este es el día de la esperanza universal, el día en que en torno al resucitado, se unen y se asocian todos los sufrimientos humanos, las desilusiones, las humillaciones, las cruces, la dignidad humana violada, la vida humana no respetada.
La Resurrección nos descubre nuestra vocación cristiana y nuestra misión: acercarla a todos los hombres. El hombre no puede perder jamás la esperanza en la victoria del bien sobre el mal. ¿Creo en la Resurrección?, ¿la proclamo?; ¿creo en mi vocación y misión cristiana?, ¿la vivo?; ¿creo en la resurrección futura?, ¿me alienta en esta vida?, son preguntas que cabe preguntarse.
El mensaje redentor de la Pascua no es otra cosa que la purificación total del hombre, la liberación de sus egoísmos, de su sensualidad, de sus complejos; purificación que , aunque implica una fase de limpieza y saneamiento interior, sin embargo se realiza de manera positiva con dones de plenitud, como es la iluminación del Espíritu , la vitalización del ser por una vida nueva, que desborda gozo y paz -suma de todos los bienes mesiánicos-, en una palabra, la presencia del Señor resucitado. San Pablo lo expresó con incontenible emoción en este texto : "Si habéis resucitado con Cristo vuestra vida, entonces os manifestaréis gloriosos con Él" (Col. 3 1-4).
Lunes de la Octava de Pascua
Hch 2, 14. 22-33
Sl 15
Mt 28, 8-15
Oración colecta
"Señor Dios, que por medio del bautismo haces crecer a tu Iglesia, dándole siempre nuevos hijos, concede a cuantos han renacido en la fuente bautismal vivir siempre de acuerdo con la fe que profesaron. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén."
Por medio del Bautismo, el Señor hace crecer a su Iglesia, dándole siempre nuevos hijos. Este es un día en que le pedimos que nos conceda a cuantos hemos renacido en la fuente bautismal, vivir siempre de acuerdo con la fe que profesamos.
Es también el día en que el Señor, después de su Resurrección se manifiesta a las mujeres, que al verlo se asieron de sus pies y le adoraron.
De la Homilía de Melitón de Sardes, obispo, Sobre la Pascua
Encomio de Cristo
Entendedlo, queridos hermanos: el misterio pascual es algo a la vez nuevo y antiguo, eterno y temporal, corruptible e incorruptible, mortal e inmortal.
Antiguo según la ley, pero nuevo según la Palabra encarnada; temporal en la figura, eterno en la gracia; corruptible en cuanto a la inmolación del cordero, incorruptible en la vida del Señor; mortal por su sepultura bajo tierra, inmortal por su resurrección de entre los muertos.
La ley, en efecto, es antigua, pero la Palabra es nueva; la figura es temporal, la gracia es eterna; el cordero es corruptible, pero incorruptible es el Señor, que fue inmolado como un cordero y resucitó como Dios.
Dice la Escritura: Era como cordero llevado al matadero, y sin embargo no era ningún cordero; era como oveja muda, y sin embargo no era ninguna oveja. La figura ha pasado y ha llegado la realidad: en lugar del cordero está Dios, y en lugar de la oveja está un hombre, y en este hombre está Cristo, que lo abarca todo,
Por tanto, la inmolación del cordero, la celebración de la Pascua y el texto de la ley tenían como objetivo final a Cristo Jesús pues todo cuanto acontecía en la antigua ley se realizaba en vistas a él, y mucho más en la nueva ley.
La ley, en efecto, se ha convertido en Palabra, y de antigua se ha convertido en nueva (y una y otra han salido de Sión y de Jerusalén); el precepto se ha convertido en gracia, la figura en realidad, el cordero en el Hijo, la oveja en un hombre, y este hombre en Dios .
El Señor, siendo Dios, se revistió de naturaleza humana, sufrió por nosotros, que estábamos sujetos al dolor, fue atado por nosotros, que estábamos cautivos, fue condenado por nosotros, que éramos culpables, fue sepultado por nosotros, que estábamos bajo el poder del sepulcro, resucitó de entre los muertos y clamó con voz potente: «¿Quién me condenará? Que se me acerque. Yo he librado a los que estaban condenados, he dado la vida a los que estaban muertos, he resucitado a los que estaban en el sepulcro. ¿Quién pleiteará contra mí? Yo soy Cristo -dice-, el que he destruido la muerte, el que he triunfado del enemigo, el que he pisoteado el infierno, el que he atado al fuerte y he arrebatado al hombre hasta lo más alto de los cielos: yo, que soy el mismo Cristo.
Venid, pues, los hombres de todas las naciones, que os habéis hecho iguales en el pecado, y recibid el perdón de los pecados. Yo soy vuestro perdón, yo la Pascua de salvación, yo el cordero inmolado por vosotros, yo vuestra purificación, yo vuestra vida, yo vuestra resurrección, yo vuestra luz, yo vuestra salvación, yo vuestro rey. Yo soy quien os hago subir hasta lo alto de los cielos, yo soy quien os resucitaré y os mostraré el Padre que está en los cielos, yo soy quien os resucitaré con el poder de mi diestra. »
Martes de la Octava de Pascua
ch 2, 36-41
Sl 32
Jn 20, 11-18
Oración colecta
"Tú, Señor que nos has salvado por el misterio pascual, continúa favoreciendo con dones celestes a tu pueblo, para que alcance la libertad verdadera y pueda gozar de la alegría del cielo, que ya ha empezado a gustar en la tierra. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén."
El Señor, que nos ha salvado por el misterio pascual, continúa favoreciendo con dones celestiales a su pueblo, para que alcance la libertad verdadera y pueda gozar de la alegría del cielo, que ya ha empezado a gustar en la tierra.
También somos invitados a meditar sobre la aparición del Señor Jesús a María Magdalena, la ferviente discípula a quien se le aparece el Señor Jesús Resucitado. Así recompensa Jesús el amor fiel de la mujer penitente (Lc 7,37ss.), cuyo corazón, ante esa sola palabra del Señor, se inunda de gozo indescriptible y sale al encuentro de los apóstoles para anunciarles que el Señor ha resucitado.
El Mesías tenía que padecer, para así entrar en su gloria
Después que Cristo se había mostrado, a través de sus palabras y sus obras, como Dios verdadero y Señor del universo, decía a sus discípulos, a punto ya de subir a Jerusalén: Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los gentiles y a los sumos sacerdotes y a los escribas, para que lo azoten, hagan burla de él y lo crucifiquen. Esto que decía estaba de acuerdo con las predicciones de los profetas, que habían anunciado de antemano la muerte que había de padecer en Jerusalén. Las sagradas Escrituras habían profetizado desde el principio la muerte de Cristo y todo lo que sufriría antes de su muerte; como también lo que había de suceder con su cuerpo, después de muerto; con ello predecían que este Dios, al que tales cosas acontecieron, era impasible e inmortal; y no podríamos tenerlo por Dios, si, al contemplar la realidad de su encarnación, no descubriésemos en ella el motivo justo y verdadero para profesar nuestra fe en ambos extremos, a saber, en su pasión y en su impasibilidad; como también el motivo por el cual el Verbo de Dios, por lo demás impasible, quiso sufrir la pasión: porque era el único modo como podía ser salvado el hombre. Cosas, todas éstas, que sólo las conoce él y aquellos a quienes él se las revela; él, en efecto, conoce todo lo que atañe al Padre, de la misma manera que el Espíritu penetra la profundidad de los misterios divinos.
El Mesías, pues, tenía que padecer, y su pasión era totalmente necesaria, como él mismo lo afirmó cuando calificó de hombres sin inteligencia y cortos de entendimiento a aquellos discípulos que ignoraban que el Mesías tenía que padecer para entrar en su gloria. Porque él, en verdad, vino para salvar a su pueblo, dejando aquella gloria que tenía junto al Padre antes que el mundo existiese; y esta salvación es aquella perfección que había de obtenerse por medio de la pasión, y que había de ser atribuida al que nos guiaba a la salvación, como nos enseña !a carta a los Hebreos, cuando dice que él es el que nos guía a la salvación, perfeccionado por medio del sufrimiento.
Y vemos, en cierto modo, cómo aquella gloria que poseía como Unigénito, y a la que por nosotros había renunciado por un breve tiempo, le es restituida a través de la cruz en la misma carne que había asumido; dice, en efecto, San Juan, en su evangelio, al explicar en qué consiste aquella agua que dijo el Salvador qué brotaría como un torrente del seno del que crea en él. Esto lo dijo del Espíritu Santo, que habían de recibirlos que a él se unieran por la fe, pues aún no había sido dado el Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado; aquí el evangelista identifica la gloria con la muerte en cruz. Por esto el Señor, en la oración que dirige al Padre antes de su pasión, le pide que lo glorifique con aquella gloria que tenía junto a él, antes que el mundo existiese.
Miércoles de la Octava de Pascua
Hch 3, 1-10
Sl 104
Lc 24, 13-35
Oración colecta
"Oh Dios, que todos los años nos alegras con la solemnidad de la resurrección del Señor, concédenos, a través de la celebración de estas fiestas, llegar un día a la alegría eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén."
La Liturgia de hoy nos invita a introducirnos en el encuentro del Señor Jesús Resucitado con los Discípulos de Emaús. Este pasaje es un apasionante programa de vida cristiana, en el que el mismo Señor victorioso sale al encuentro del hombre desesperanzado, y lo invita a vivir un horizonte pleno y hermoso.
El Resucitado, les enseña las Escrituras y comparte el pan y el vino, trocando la tristeza que agobiaba sus corazones en alegría y gozo.
De una Homilía pascual de un autor antiguo
Esta página se ha tomado de una homilía que algunos atribuyeron a San Ambrosio. Tal atribución no puede sostenerse pero la pieza es antigua, de la época patrística.
El apóstol Pablo, recordando la dicha de la salvación restaurada, exclama: Del mismo modo que por Adán la muerte entró en el mundo, así también por Cristo ha sido restablecida la salvación en el mundo; y también: El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo es del cielo.
Y aun añade: Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, esto es, del hombre viejo, pecador, seremos también imagen del hombre celestial, esto es, del reconocido por Dios, del redimido, del restaurado. Esforcémonos, por tanto, en conservar la salvación que nos viene de Cristo, ya que el mismo Apóstol dice: Primero, Cristo, esto es, el autor de la resurrección y la vida; después, los de Cristo, esto es, los que, imitando el ejemplo de su vida íntegra, tendrán una esperanza cierta, basada en la resurrección del Señor, de la futura posesión de la misma gloria celestial que él posee, como dice el mismo Señor en el Evangelio: El que me sigue no perecerá, sino que pasará de la muerte a la vida.
Así, pues, la pasión del Salvador es la salvación de la vida humana. Para esto quiso morir por nosotros, para que nosotros, creyendo en él, viviéramos para siempre. Quiso hacerse como nosotros en el tiempo, para que nosotros, alcanzando la eternidad que él nos promete, viviéramos con él para siempre.
Éste, digo, es aquel don gratuito de los misterios celestiales, esto es, lo que nos da la Pascua, esto significa la ansiada solemnidad anual, éste es el principio de la nueva creación.
Por esto los neófitos que la santa Iglesia ha dado a luz mediante el baño de vida hacen resonar los balidos de una conciencia inocente con sencillez de recién nacidos. Por esto unos castos padres y unas madres honestas alcanzan por la fe una nueva e innumerable progenie.
Por esto, bajo el árbol de la fe, brilla el resplandor de los cirios en la fuente bautismal inmaculada. Por esto los que han nacido a esta nueva vida son santificados con el don celestial y alimentados con el solemne misterio del sacramento espiritual.
Por esto la comunidad de los fieles, alimentada en el regazo maternal de la Iglesia, formando un solo pueblo, adora al Dios único en tres personas, cantando el salmo de la festividad por excelencia: Éste es el día en que actuó el Señor: sea él nuestra alegría y nuestro gozo.
¿De qué día se trata? De aquel que nos da el principio de vida, que es el origen y el autor de la luz, esto es, el mismo Señor Jesucristo, quien afirma de sí mismo: Yo soy el día; quien camina de día no tropieza, esto es, quien sigue a Cristo en todo llegará, siguiendo sus huellas, hasta el trono de la luz eterna; según aquello que él mismo pidió al Padre por nosotros, cuando vivía aún en su cuerpo mortal: Padre, quiero que todos los que han creído en mí estén conmigo allí donde yo esté,- para que, así como tú estás en mí y yo en ti, estén ellos en nosotros.
Jueves de la Octava de Pascua
Hch 3, 11-26
Sl 8
Lc 24, 35-48
Oración colecta
"Oh Dios, que has reunido pueblos diversos en la confesión de tu nombre, concede a los que han renacido en la fuente bautismal, una misma fe en su espíritu y una misma caridad en su vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén."
Dios, que ha reunido pueblos diversos en la confesión de su Nombre, concede a todos los que han renacido en la fuente bautismal, una misma fe en su espíritu y una misma caridad en su vida.
Él nunca nos abandona. Después de su Resurrección, sigue acompañándonos y enseñándonos como debe ser nuestro esfuerzo cotidiano por ser santos.
El Buen Pastor, nunca deja a sus ovejas, y esta vez nos lo confirma al salir al encuentro de sus queridos y temerosos amigos, mostrándoles las marcas de la dolorosa y gloriosa cruz, comiendo ante ellos y abriendo sus corazones para que comprendan lo que las Escrituras decían de su Muerte y Resurrección.
De las Catequesis de Jerusalén
El Bautismo es signo visible de la Pasión de Cristo
Fuisteis conducidos a la sagrada piscina bautismal, del mismo modo que Cristo fue llevado desde la cruz al sepulcro preparado.
Y se os preguntó a cada uno personalmente si creíais en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Y, después de haber hecho esta saludable profesión de fe, fuisteis sumergidos por tres veces en el agua, y otras tantas sacados de ella; y con ello significasteis de un modo simbólico los tres días que estuvo Cristo en el sepulcro.
Porque, así como nuestro Salvador estuvo tres días con sus noches en el vientre de la tierra, así vosotros imitasteis con la primera emersión el primer día que estuvo Cristo en el sepulcro, y con la inmersión imitasteis la primera noche. Pues, del mismo modo que de noche no vemos nada y, en cambio, de día nos hallamos en plena luz, así también cuando estabais sumergidos nada veíais, como si fuera de noche, pero al salir del agua fue como si salierais a la luz del día. Y, así, en un mismo momento moristeis y nacisteis, y aquella agua salvadora fue para vosotros, a la vez, sepulcro y madre.
Y lo que Salomón decía, en otro orden de cosas, a vosotros os cuadra admirablemente; decía, en efecto: Tiene su tiempo el nacer y su tiempo el morir. Mas con vosotros sucedió al revés: tiempo de morir y tiempo de nacer; un mismo instante realizó en vosotros ambas cosas: la muerte y el nacimiento.
¡Oh nuevo e inaudito género de cosas! No hemos muerto, ni hemos sido sepultados físicamente, ni hemos resucitado después de ser crucificados en el sentido material de estas palabras, sino que hemos llevado a cabo unas acciones que eran imagen e imitación de estas cosas, obteniendo con ello una salvación real y verdadera.
Cristo verdaderamente fue crucificado, fue sepultado y resucitó; y todo esto se nos ha dado a nosotros como un don gratuito, para que, siendo por la imitación partícipes de sus dolores, adquiramos, de un modo real, nuestra salvación.
¡Oh exuberante amor para con los hombres! Cristo recibió los clavos en sus inmaculados pies y manos, y experimentó el dolor; y a mí, sin dolor ni esfuerzo alguno, se me da gratuitamente la salvación por la comunicación de sus dolores.
Nadie piense, pues, que el bautismo consiste únicamente en el perdón de los pecados y en la gracia de la adopción como era el caso del bautismo de Juan, que confería tan sólo el perdón de los pecados, sino que, como bien sabemos, el bautismo de Cristo no sólo nos purifica de nuestros pecados y nos otorga el don del Espíritu Santo, sino que también es tipo y signo sensible de su pasión. En este sentido exclamaba el apóstol Pablo: Cuantos en el bautismo fuimos sumergidos en Cristo Jesús fuimos sumergidos en su muerte. Por nuestro bautismo fuimos, pues, sepultados con él, para participar de su muerte.
Viernes de la Octava de Pascua
Hch 4, 1-12
Sl 117
Jn 21, 1-14
Oración colecta
"Dios todopoderoso y eterno, que por el misterio pascual has restaurado tu alianza con los hombres, concédenos realizar en la vida cuanto celebramos en la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén."
Por el Misterio pascual, Dios ha restaurado su alianza con los hombres. Pidámosle que nos conceda realizar en nuestras vidas todo lo que celebramos en la Fe.
Hoy, que el Señor nos invita a crecer en nuestra fe, y a echar las redes para pescar. En el pasaje de la pesca milagrosa, las palabras del Señor Jesús resuenan en las fibras más profundas del corazón de los Apóstoles, disipando toda preocupación y temor existente en sus corazones, y permaneciendo con ellos en un fraternal compartir.
De las Catequesis de Jerusalén
La unción del Espíritu Santo
Bautizados en Cristo y habiéndoos revestido de Cristo, habéis adquirido una condición semejante a la del Hijo de Dios. Pues Dios, que nos predestinó a la adopción de hijos suyos, nos hizo conformes al cuerpo glorioso de Cristo. Por esto, hechos partícipes de Cristo (que significa Ungido), no sin razón sois llamados ungidos; y refiriéndose a vosotros dijo el Señor: No toquéis a mis ungidos.
Fuisteis hechos cristos (o ungidos) cuando recibisteis el signo del Espíritu Santo, todo se realizó en vosotros en imagen, ya que sois imagen de Cristo. Él, en efecto, al ser bautizado en el río Jordán, salió del agua, después de haberle comunicado a ella el efluvio fragante de su divinidad, y entonces bajó sobre él el Espíritu Santo en persona, y se posó sobre él como sobre su semejante.
De manera similar vosotros, después que subisteis de la piscina bautismal, recibisteis el crisma, símbolo del Espíritu Santo con que fue ungido Cristo. Respecto a lo cual, Isaías, en una profecía relativa a sí mismo, pero en cuanto que representaba al Señor, dice: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido; me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres.
Cristo no fue ungido por los hombres con aceite o ungüento material, sino que el Padre, al señalarlo como salvador de todo el mundo, lo ungió con el Espíritu Santo. Como dice Pedro: Dios ungió a Jesús de Nazaret con poder del Espíritu Santo; y en los salmos de David hallamos estas palabras: Tu trono, joh Dios!, permanece para siempre; cetro de rectitud es tu cetro real; has amado la justicia y odiado la impiedad: por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.
El Señor fue ungido con un aceite de júbilo espiritual, esto es, con el Espíritu Santo, el cual es llamado aceite de júbilo porque es el autor del júbilo espiritual; pero vosotros, al ser ungidos materialmente, habéis sido hechos partícipes de la naturaleza de Cristo.
Por lo demás, no pienses que es éste un ungüento común y corriente. Pues, del mismo modo que el pan eucarístico, después de la invocación del Espíritu Santo, no es pan corriente, sino el cuerpo de Cristo, así también este santo ungüento, después de la invocación, ya no es un ungüento simple o común, sino el don de Cristo y del Espíritu Santo, ya que realiza, por la presencia de la divinidad, aquello que significa. Tu frente y los sentidos de tu cuerpo son ungidos simbólicamente y, por esta unción visible de tu cuerpo, el alma es santificada por el Espíritu Santo, dador de vida.
Sábado de la Octava de Pascua
Hch 4, 13-21
Sl 117
Mc 16, 9-15
Oración colecta
"Oh Dios, que con la abundancia de tu gracia no cesas de aumentar el número de tus hijos, mira con amor a los que has elegido como miembros de tu Iglesia, para que, quienes han nacido por el bautismo, obtengan también la resurrección gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén."
Dios, que con la abundancia de su gracia no cesa de aumentar el número de sus hijos, mira con amor a los que ha elegido como miembros de su Iglesia, para que, renacidos por el bautismo, obtengamos también la resurrección gloriosa.
El Señor Jesús Resucitado una vez más aparece a sus apóstoles, corrigiendo su incredulidad, y exhortándolos a salir por todo el mundo y anunciar su Evangelio a todas las personas.
De las Catequesis de Jerusalén
El pan celestial y la bebida de salvación
Jesús, el Señor, en la noche en que iba a ser entregado, tomó a pan y, después de pronunciar la Acción de Gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, y dijo: «Tomad y comed, esto es mi cuerpo.» Y tomando el cáliz, después de pronunciar la Acción de Gracias, dijo: «Tomad y bebed, ésta es mi sangre. » Por tanto, si él mismo afirmó del pan: Esto es mi cuerpo, ¿quién se atreverá a dudar en adelante? Y si él mismo afirmó: Esta es mi sangre, ¿quién podrá nunca dudar y decir que no es su sangre?
Por esto hemos de recibirlos con la firme convicción de que son el cuerpo y sangre de Cristo. Se te da el cuerpo del Señor bajo el signo de pan, y su sangre bajo el signo de vino; de modo que al recibir el cuerpo y la sangre de Cristo te haces concorpóreo y consanguíneo suyo. Así, pues, nos hacemos portadores de Cristo, al distribuirse por nuestros miembros su cuerpo y sangre.
Así, como dice San Pedro, nos hacemos participantes de la naturaleza divina.
En otro tiempo, Cristo, disputando con los judíos, decía: Si no coméis mi carne y no bebéis mi sangre, no tendréis vida en vosotros. Pero, como ellos entendieron estas palabras en un sentido material, se hicieron atrás escandalizados, pensando que los exhortaba a comer su carne.
En la antigua alianza había los panes de la proposición; pero, como eran algo exclusivo del antiguo Testamento, ahora ya no existen. Pero en el nuevo Testamento hay un pan celestial y una bebida de salvación, que santifican el alma y el cuerpo. Pues, del mismo modo que el pan es apropiado al cuerpo, así también la Palabra encarnada concuerda con la naturaleza del alma.
Por lo cual, el pan y el vino eucarísticos no han de ser considerados como meros y comunes elementos materiales, ya que son el cuerpo y la sangre de Cristo, como afirma el Señor; pues, aunque los sentidos nos sugieren lo primero, hemos de aceptar con firme convencimiento lo que nos enseña la fe.
Adoctrinados e imbuidos de esta fe certísima, debemos creer que aquello que parece pan no es pan, aunque su sabor sea de pan, sino el cuerpo de Cristo; y que lo que parece vino no es vino, aunque así le parezca a nuestro paladar, sino la sangre de Cristo; respecto a lo cual hallamos la antigua afirmación del salmo: El pan da fuerzas al corazón del hombre y el aceite da brillo a su rostro. Da, pues, fuerzas a tu corazón, comiendo aquel pan espiritual, y da brillo así al rostro de tu alma.
Ojala que con el rostro descubierto y con la conciencia limpia, contemplando la gloria del Señor como en un espejo, vayamos de gloria en gloria, en Cristo Jesús nuestro Señor, a quien sea el honor, el poder y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Domingo II de Pascua
Hch 5, 12-16
Sl 117
Ap 1, 9-11.12-13.17-19
Jn 20, 19-31
Oración colecta
"Dios de misericordia infinita, que reanimas la fe de tu pueblo con el retorno anual de las fiestas pascuales, acrecienta en nosotros los dones de tu gracia, para que comprendamos mejor la inestimable riqueza del bautismo que nos ha purificado, del espíritu que nos ha hecho renacer y de la sangre que nos ha redimido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén."
La Resurrección del Señor nos trajo una vida nueva, por la que él vive en nosotros por su Espíritu. Hay un llamado claro a creer, a abrir de par en par la puerta del corazón para que el inmenso don de la Reconciliación traída por Cristo, entre en la vida de cada uno de nosotros.
Cristo Resucitado, está con nosotros. Acompaña, con su poder, la marcha de la historia. El Señor Jesús está presente en la comunidad de los creyentes, en la Palabra de Dios, en el servicio fraternal, en el misterio y en la Eucaristía. Con fe, esperanza y caridad, vivamos la vida nueva que nos trae el Señor Jesús Resucitado.
De los Sermones de San Agustín, obispo
La nueva criatura en Cristo
Me dirijo a vosotros, recién nacidos por el bautismo, párvulos en Cristo, nueva prole de la Iglesia, complacencia del Padre, fecundidad de la Madre, germen puro, grupo recién agregado, motivo el más preciado de nuestro honor y fruto de nuestro trabajo, mi gozo y mi corona, todos los que perseveráis firmes en el Señor."'
Os hablo con palabras del Apóstol: Revestíos de Jesucristo, el Señor, y no os entreguéis a satisfacer las pasiones de esta vida mortal, para que os revistáis de la vida que habéis revestido en el sacramento. Todos los que habéis sido bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo. Ya no hay distinción entre judío y gentil, ni entre libre y esclavo, ni entre hombre y mujer- todos sois uno en Cristo Jesús.
Ésta es precisamente la eficacia del sacramento: se trata en efecto, del sacramento de la vida nueva, la cual empieza en el tiempo presente por el perdón de todos los pecados pasados, y llegará a su plenitud en la resurrección de los muertos. Por nuestro bautismo fuimos sepultados con él, para participar de su muerte; para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos, así también nosotros vivamos una vida nueva. Ahora camináis en la fe, mientras vivís desterrados en este cuerpo mortal, lejos del Señor; pero el mismo Jesucristo, al dignarse asumir por nosotros la condición humana, se ha convertido para vosotros en el camino seguro hacia él, al cual os dirigís. Es grande, en efecto, la bondad que tiene reservada para sus fieles, y que descubrirá y completará para los que se acogen a él, cuando llegue el momento de la posesión efectiva de aquello que ahora hemos recibido sólo en esperanza.
Hoy hace ocho días de vuestro nacimiento espiritual; hoy recibís el complemento del sello de la fe, lo cual, en los padres antiguos, se realizaba por la circuncisión de la carne, al octavo día del nacimiento carnal.
Pues el mismo Señor, al despojarse de la mortalidad de la carne por su resurrección y al hacer resurgir un cuerpo no distinto del de antes, pero sí libre para siempre de la muerte, señaló con su resurrección el día del domingo, que es el tercero después de la pasión, es el octavo después del sábado, según la numeración de días, pero que es al mismo tiempo el primero.
Por esto también vosotros, si habéis sido resucitado con Cristo aunque todavía no de hecho, pero sí ya con esperanza cierta, porque habéis recibido el sacramento de ello y las arras del Espíritu, buscad las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. Poned vuestro corazón en las cosas del cielo, no en las de la tierra. Porque habéis muerto y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios; cuando se manifieste Cristo, que es vuestra vida, os manifestaréis también vosotros con él, revestidos de gloria.
LA OCTAVA DE NAVIDAD
Al igual que la Pascua, la Navidad es la única fiesta que ha conservado una “octava” es decir, ocho días de fiesta continua, que se extiende desde el 25 de diciembre, hasta el primero de enero, por eso se llama La Octava de Navidad.
Así lo informó el sacerdote Gerardo Martínez, de la Parroquia de Sagrado Corazón de Jesús, quien imprimió folletos litúrgicos donde además de informar sobre las misas que se llevarán a cabo esta noche, se les dice a través de estos papeles, el origen de la Navidad y su Octava.
Según el padre, la iglesia quiso adornar esta Octava con una serie de santos, a los que llamaron “Comités Christi”, o sea, la Comitiva de Cristo. Así el día 26 se celebra San Esteban, el protomártir. El 27 a San Juan Evangelista, el 28 a los Santos Niños Inocentes, el 29 santo Tomás Becket, así como los días 30 y 31 a la Sagrada Familia y por último a San Silvestre I Papa.
Y para cerrar con broche de oro, el día primero de enero, se celebra a Santa María Madre de Dios, el motivo por el cual, el primer día del año está dedicado a la Virgen María, es similar, al caso del 25 de diciembre y el nacimiento de Cristo.
Octava del Corpus Christi
Corpus Christi (latín: 'Cuerpo de Cristo') o Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo (antes llamada Corpus Domini ('Cuerpo del Señor') es una fiesta de la Iglesia Católica destinada a celebrar la Eucaristía. Su principal finalidad es proclamar y aumentar la fe de la Iglesia Católica en Jesucristo presente en el Santísimo Sacramento. La celebración se lleva a cabo el siguiente jueves al octavo domingo después del Domingo de Resurrección (es decir, 60 días después del Domingo de Resurrección; formalmente es el jueves que sigue al noveno domingo siguiente a la primera luna llena de primavera del hemisferio norte).
QUE ES UNA OCTAVA.
(De octavo).
1. f. Librito que contiene el rezo de una octava, como las antiguas de Pentecostés, Epifanía, etc.
Epifanía La manifestación del Señor
La Epifanía (por etimología del griego: επιφάνεια que significa: "manifestación; un fenómeno milagroso"). Para muchas culturas las epifanias corresponden a revelaciones o apariciones en donde los chamanes, médicos brujos u oráculos interpretaban visiones más allá de este mundo.
Es también una fiesta religiosa cristiana en la que Jesús toma una presencia humana en la tierra, es decir Jesús se "da a conocer".
El término Epifanía es utilizado, según Giacomo Cannobio, en los Setenta para traducir el concepto de "gloria de Dios" que indica las huellas de su paso o, más simplemente, su presencia.
En el Nuevo Testamento, en las cartas paulinas tardías, se refiere a la entrada de Cristo en el mundo, presentada como la del emperador que viene a tomar posesión de su reino (latín: adventus, de ahí el tiempo de Adviento como preparación a la Navidad).
A partir de este significado, el término se usó en Oriente para indicar la manifestación de Cristo en la carne y a continuación, a partir del siglo IX, para designar la fiesta de la revelación de Jesús al mundo pagano. Esta es la fiesta que se sigue celebrando el día 6 de enero.
En la narración de la Biblia Jesús se dio a conocer a diferentes personas y en diferentes momentos, pero el mundo cristiano celebra como epifanías tres eventos, a saber: La Epifanía ante los Reyes Magos (tal y como se relata en Mateo 2, 1-12) y que es celebrada el día 6 de enero de cada año. La Epifanía a San Juan Bautista en el Jordán. Y la Epifanía a sus discípulos y comienzo de su vida pública con el milagro en Caná en el que inicia su actuación pública.
El Evangelio de San Mateo (2,1-12) relata la historia de los magos. Ver también: La liturgia del día. Ver también del Oficio de Lectura
Epifanía significa "manifestación". Jesús se da a conocer. Aunque Jesús se dio a conocer en diferentes momentos a diferentes personas, la Iglesia celebra como epifanías tres eventos:
· Su Epifanía ante los Magos de Oriente: Manifestación a los paganos.
· Su Epifanía del Bautismo del Señor: Manifestación a los judíos por medio de San Juan Bautista.
· Su Epifanía de las Bodas de Caná: Manifestación a Sus discípulos y comienzo de Su vida pública por intercesión de su Madre María.
Los Magos
Ver también: Magos de Oriente -enseñanza.
La Epifanía que más celebramos en el occidente es la de los Magos, la manifestación a los paganos. Esta debe ser causa particular de alegría y agradecimiento para nuestros pueblos, convertidos del paganismo.
Dios llama a todos los pueblos, de todas las razas, culturas y religiones. Pero la llamada requiere respuesta. Hay que salir de donde estamos e ir al Señor hasta encontrarlo en los brazos de María.
"Reyes Magos"
En aquella época, los persas llamaban "magos" al sacerdote. Mas tarde la tradición les llamó "reyes", por alusión al salmo 72,10-11 : "Los reyes de occidente y de las islas le pagarán tributo. Los reyes de Arabia y de Etiopía le ofrecerán regalos. Ante él se postrarán todos los reyes y le servirán todas las naciones"
De oriente: El oriente, para los judíos, era Arabia, Persia o Caldea.
La estrella que vieron ha suscitado varias hipótesis. Antiguamente se dijo que fue un cometa. Pero estudios astronómicos parecen indicar que fue la conjunción de los planetas Saturno y Júpiter
Sus nombres y regalos
Sus nombres no aparecen en la Biblia, solo sabemos que vienen de oriente. Pero la tradición les ha dado nombres:
· Melchor, tradicionalmente un anciano blanco con barbas, trae como regalo oro que representa la realeza de Cristo.
· Gaspar, joven, de piel morena, trae incienso, representando la divinidad de Cristo.
· Baltasar, de raza negra, ofrece al Niño Dios mirra (sustancia que se utiliza para embalsamar cadáveres) representando Su humanidad, el sufrimiento y la muerte del Señor.
Las tradiciones populares han ido añadiendo detalles sobre lo que en verdad se conoce. Por ejemplo, se dice que los reyes eran, uno rubio, uno moreno, otro negro.
Muy posible los magos conocían algunas profecías mesiánicas de los judíos porque estos residían en todos los países, por eso llegaron a Jerusalén y acuden al palacio de Herodes preguntando por el rey de los judíos, cuya estrella habían visto.
Los Padres de la Iglesia reconocían en la adoración del Niño por los Reyes Magos, la aceptación de la divinidad de Jesucristo por parte de los pueblos paganos. Los magos no eran parte del pueblo de Israel, pero supieron utilizar sus conocimientos (astronomía) para descubrir al Salvador. Se cumplió primero en ellos la profecía de que por medio de Israel, Dios se manifestaría a todos los hombres. Jesús vino para salvar a todos, no solo los judíos.
Herodes descubre en el anuncio del nacimiento de un rey una amenaza para sus intereses. Utiliza la mentira con intenciones criminales. No se sentía seguro en su trono porque los judíos lo odiaban. Era hijo del idumeo Antipatro, quien ayudó a los romanos a conquistar a Palestina. Su título de rey se lo debía a los romanos y los judíos no aceptaban que un extranjero fuese su rey. Herodes se había casado con una princesa judía pero la mandó a asesinar junto con los hijos que tuvo con ella.
Los sumos sacerdotes y los maestros de la ley, por su parte, supieron informar a los Reyes Magos sobre donde debía nacer el Mesías según las profecías (Miqueas 5,2): en Belén de Judá; sin embargo ellos mismos no fueron a adorarlo.
Los magos buscaban a Dios en las estrellas, pero estas les guiaron para encontrarlo en la tierra, en la humildad, junto con María, Su Madre.
OCTAVARIO BREVE AL SANTÍSIMO
ADORACIÓN EUCARÍSTICA
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, que por el amor que tenéis a los hombres estáis de noche y de día en este Sacramento, todo lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a todos los que vienen a visitaros: yo creo que estáis presente en el Augusto Misterio del altar, os adoro desde el abismo de mi nada y os doy gracias por todas las mercedes que me habéis hecho, especialmente por haberme dado en este Sacramento vuestro cuerpo, vuestra sangre, vuestra alma y vuestra dignidad, por haberme concedido como abogada a vuestra Santísima Madre la Virgen María, y por haberme llamado a visitaros en este lugar santo. Adoro vuestro amantísimo Corazón, y deseo adorarle con tres fines: el primero, en agradecimiento de esta tan preciosa dádiva; el segundo, para desagraviaros de todas las injurias que habéis recibido de vuestros enemigos en este Sacramento, y el tercero, porque deseo en esta visita adoraros en todos los lugares de la tierra, donde estáis sacramentado con menos culto y más olvido.
¡Jesús mío!, os amo con todo mi corazón; pésame de haber tantas veces ofendido en lo pasado a vuestra infinita Bondad; propongo, ayudado de vuestra gracia, enmendarme en lo venidero; y ahora, miserable como soy, me consagro todo a Vos; os doy y entrego toda mi voluntad, mis afectos mis deseos y todo cuanto me pertenece. De hoy en adelante haced, Señor, de mí y de mis cosas todo lo que os agrade. Lo que yo quiero y os pido es vuestro Santo Amor, la perfecta obediencia a vuestra santísima voluntad y la Perseverancia final. Os encomiendo las almas del Purgatorio, especialmente las más devotas del Santísimo Sacramento y de María Inmaculada, y os ruego también por todos los pobres pecadores. En fin, amado Salvador mío, uno todos mis afectos y deseos con los de vuestro amorosísimo Corazón, y así unidos los ofrezco a Vuestro Eterno Padre y le pido en vuestro nombre que por vuestro amor los acepte y los mire benignamente. Amén.
Rezar seis Padrenuestros, Avemarías y Glorias y la comunión espiritual.
COMUNIÓN ESPIRITUAL
Oh Jesús mío, creo que estáis en el Santísimo Sacramento; os amo sobre todas las cosas y deseo recibiros dentro de mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente venid a lo menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya hubieseis venido, os abrazo y me uno todo a Vos; no permitáis jamás que vuelva a abandonaros.
- De la desgracia de recibir indignamente vuestro Cuerpo y Sangre, líbranos, Señor.
- De la concupiscencia de la carne, líbranos, Señor.
- De la concupiscencia de los ojos, líbranos Señor.
- De la soberbia de la vida, líbranos, Señor.
- De toda ocasión de ofenderos, líbranos, Señor.
- Jesús, oídnos.
- Jesús, escuchadnos.
V. Les habéis dado un pan venido del cielo.
R. Un pan que encierra toda dulzura.
- Rezar a continuación la oración del día que corresponda:
DÍA PRIMERO
¡Oh Dios, que en el admirable Sacramento nos dejasteis una memoria de vuestra Pasión!, os rogamos, Señor, nos concedáis que de tal manera veneremos los misterios de vuestro Cuerpo y Sangre que perennemente sintamos en nosotros el fruto de vuestra redención: Vos que vivís y reináis con Dios Padre, en unión del Espíritu Santo. Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
Alabado y bendito sea para siempre y a cada instante cl Divino Santísimo Sacramento del Altar.
DÍA SEGUNDO
Dulcísimo Jesús Sacramentado, ya que todo lo puedes, remedia mi impotencia. Sin Ti, ni tan siquiera puedo pronunciar tu dulcísimo Nombre.
Ya que os dignáis aceptar mis humildes adoraciones, haced que cada día sean menos indignas de Vos. Os lo pido, Señor, por mediación de la Santísima Virgen María, vuestra dulcísima Madre y Madre mía también, y de mi Padre el Patriarca San José y de San Pascual Bailón, nuestros Patronos y Protectores de nuestra obra de adoración. ¡Oh buen Jesús, que vives y reinas por los siglos de los siglos! Amén.
DÍA TERCERO
Soberano Señor Sacramentado, yo creo en Ti, espero en Ti, te amo con todo mi corazón. La memoria de mis pecados oprime mi alma con un vivo dolor. Concédeme el perdón y la paz de una reconciliación perpetua. La vista de las virtudes que me faltan y que sinceramente debo adquirir, juntamente con mi debilidad e impotencia, me llenan de angustiosa ansiedad. Concédeme, Señor, la victoria sobre mí mismo y las virtudes que necesito, para que mi adoración sea pura, perfecta y santa. Os lo pido por mediación del Sagrado Corazón de María, mi Madre, y por tu Sagrado Corazón, dulcísimo Jesús, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
DÍA CUARTO
Virgen Santísima, pon en mis labios y en mi corazón el Magnificat de tu eterna gratitud a Nuestro Señor Jesús, tu Hijo Santísimo. Alabado sea tu santo Nombre. ¡Oh María, Madre de la Eucaristía!, adoctríname en el amor de Jesús Sacramentado; introdúceme en el Sagrado Corazón Eucarístico para que en Él y por Él dé gracias sin fin al Eterno Padre, que con el Verbo Encarnado y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
DÍA QUINTO
¡Oh radiante Sol de la Eucaristía! Con perfección infinitamente mayor que el sol de la tierra, Tú iluminas, enciendes y fecundas el mundo sobrenatural de nuestras almas. Tú conviertes nuestro ser terreno en otro ser celestial y divino. Vuelve a nosotros como vencedor de las densas sombras de la falsa humildad, del temor servil con que la herejía quiso apartar de Ti a las almas. Despierta en tu pueblo la antigua vida eucarística, vida de luz y de amor, de sacrificio y de alegría, principio y continuación de la eterna vida, que es adorarte, servirte y amarte en tus tabernáculos para continuar nuestra vida de adoración en los cielos. Amén.
DÍA SEXTO
¡Oh Soberano Señor Sacramentado! Por un deber y un estímulo de mi conciencia, deseo con toda mi alma reparar el mal de mis pecados e ingratitudes cometidos contra Vos. Por un deber de caridad con mis prójimos, deseo reparar todas sus ofensas, desagraviar vuestro Divino Corazón, consolaros y atraer vuestro Divino Corazón, consolaros y atraer vuestro perdón sobre mí y sobre mis hermanos, sobre todos los hombres. A ello me mueve el amor que os profeso sobre todas las cosas, con todo el afecto de mi corazón, porque quiero veros triunfante, bendecido y alabado de todos los corazones. Uno mis deseos a vuestra reparación infinita en el Santísimo Sacramento, mis pensamientos y mis obras, y sobre todas ellas, tu adoración perpetua, Real y Universal. Las uno a mi Madre Reparadora y por su Mediación os pido, con humildad y confianza, el espíritu de la verdadera Reparación; a Ti, oh dulce Jesús mío, que, con el Padre y el Espíritu Santo, vives y reinas por todos los siglos. Amén.
DÍA SÉPTIMO
Señor mío Jesucristo, que, derramando sobre los hombres las riquezas de vuestro amor, instituisteis el Sacramento de la Eucaristía, os suplicamos nos concedáis que podamos amar siempre vuestro Corazón amantísimo y hacer un uso digno y fructuoso de este Augusto Sacramento. Vos que vivís y reináis con el Padre en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
DÍA OCTAVO
¡Oh Cristo Jesús! Yo os reconozco por Rey universal. Todo lo que ha sido hecho, ha sido creado por Vos. Ejerced sobre mí todos vuestros derechos. Yo renuevo mis promesas del bautismo, renunciando a Satanás, a sus pompas y a sus obras, y prometo vivir como buen cristiano. Y de un modo particular, yo me obligo a hacer triunfar, según mis fuerzas, los derechos de Dios y de vuestra Iglesia. Divino Corazón de Jesús, yo os ofrezco mis pobres oraciones para alcanzar que todos los corazones reconozcan vuestra Realeza Sagrada, y que así el Reino de vuestra paz se establezca en todo el universo. Así sea.
Autoridades define esta voz como "El canto de los Seraphines, repetido tres veces el nombre Santo; y por extensión se dice de cualquier festividad repetida por tres días.". No ofrece cita literaria.
Esta definición se mantiene en las cuatro ediciones siguientes, hasta la de 1832, en que varía: "m. Himno en honor de la Santísima Trinidad que se recita o canta muy frecuentemente por los fieles cristianos."
En la edición de 1884 nos dan la etimología: "Del griego trisagios; de tris, tres, y agios, santo."
En ediciones posteriores remiten al latino trisagium y esta voz, a su vez, a la palabra griega antes mencionada. En la edición de 1985 recobran la 2ª acepción, con algunos matices, que incluía Autoridades, pero desaparece en otras posteriores: "Ejercicio devoto que se practica durante tres días seguidos."
Como se puede apreciar, Academia no nos dice ni cómo es el himno, ni cuándo se canta, ni en qué lugar; así que nos iremos a buscar respuestas a otras obras.
Julien Ries nos desvela su origen en su libro "Lo sagrado en la historia de la humanidad":
"Los Profetas anteriores al destierro Los tres profetas del siglo VIII, Amós, Oseas e Isaías utilizan la raíz qds casi exclusivamente en relación con Yahvé.
a) En su primer oráculo contra Israel, el profeta Amós, originario del sur y que ejerce su ministerio antes del 744 en el reino del norte, reúne cuatro motivos de queja contra el poder. Proclama: "El Señor Yahvé lo ha jurado por su santidad" (Amós 4, 2). La santidad de Yahvé se opone a la moralidad.
b) Oseas es profeta en el reino del norte hacia el final del reinado de Jeroboam II y durante los años que siguen a la muerte del rey. El profeta condena a los sacerdotes que practican los cultos cananeos de la fertilidad, pero Yahvé está lleno de misericordia respecto a su pueblo (Oseas, 11, 8-9). La santidad de Yahvé no tiene nada de tremendum: es amor a su pueblo. Es también presencia en medio del pueblo. Esta santidad viene a ser salvífica.
c) El 740, en el templo de Jerusalén Isaías recibe la visión de su vocación. Su Trisagio designa a Yahvé como santísimo, de una incomparable santidad: "Santo, santo, santo Yahvé Sabaot. Su gloria llena toda la tierra" (Isaías, 6,3) Hay un aspecto inaccesible en la santidad de Yahvé, hasta el punto de que los serafines de su corte se cubren el rostro y el cuerpo. Hay otro aspecto en esta santidad relativo al hombre: éste no es más que un ser de labios impuros en la presencia del Dios tres veces santo. Isaías subraya también el carácter temible de esta santidad para el que es infiel." (Pág. 202)
Anton Baumstark diferencia entre el Trisagio bíblico y el Trisagio litúrgico en su "Liturgia comparada":
"La primera utilización hecha por la liturgia cristiana de esta cita de Isaías se encuentra en un documento cuyo autor no se inspiró en la liturgia eucarística sacramental, sino en los textos eucológicos de las reuniones destinadas exclusivamente a la oración y a la instrucción religiosa, a las reuniones de la mañana del domingo que habían reemplazado a las reuniones judías del sabbat, quiero decir, en la Carta de Clemente a los Corintios." (Pág. 60)
Más adelante dice: "El trisagio bíblico (...)
El trisagio bíblico que forma parte de la anáfora, está compuesto por el texto de Is 6,3 y, generalmente, por una añadidura. En Roma, en Jerusalén y en Constantinopla esta añadidura está en conexión con el relato evangélico de la entrada de Cristo en la Ciudad Santa (...). En Antioquia se contentan con una ampliación más breve, (...) atestiguada por el Libro VIII de las Constituciones Apostólicas. Egipto sólo conocía el texto de Isaías. En este caso, la antigua y la nueva Roma dependen de Jerusalén: el relato de la solemnidad de los Ramos, de Eteria, nos hace comprender esta ampliación.. El Trisagio litúrgico ( ...) sólo se encuentra en el Oficio romano en las preces de Prima, mientras que el rito bizantino lo emplea en todos los Oficios y los otros ritos orientales hacen del mismo un uso muy frecuente. Se podría, pues, constatar una vez más que existe una influencia bizantina que llega hasta Roma. Aparte de este uso en el Oficio, el Trisagio se canta con gran solemnidad en la Adoratio Crucis del Viernes Santo..." (Pág. 97)
El "Vocabulario básico de liturgía", escrito por José Aldazábal Larrañaga, hace un compendio sobre el Trisagio, que nos aclara bastante las cosas:
"Trisagio, del griego "tris-agion", tres veces santo, es el nombre que se da a la aclamación de alabanza "Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal", testimoniado por primera vez en el Concilio de Calcedonia (451). A veces se le dio sentido sólo cristológico, pero las más de las veces trinitario, como alabanza a Dios Trino. En los ritos orientales, sobre todo en el bizantino, tiene su lugar en la procesión de entrada en la misa, como también sucede en los días más solemnes del rito hispánico. En otras liturgias orientales, se canta antes de las lecturas bíblicas. En la liturgia romana se ha conservado sólo el Viernes Santo, durante la Adoración de la Cruz. Otra modalidad que también se puede llamar Trisagio es la aclamación de la Plegaria Eucarística "Santo, Santo, Santo". (Págs. 395-396)
Es interesante lo que dice Adolfo Salazar en su libro "Las grandes estructuras de la música" al referirse a los cantos religiosos:
"Si los salmos se cantan es, sobre todo, porque están integrados por fórmulas de invocación al Espíritu y porque el lenguaje propio para ponerse en comunicación con lo alto es, sistemáticamente, en todas las culturas, la voz humana emitida en sonidos musicales (...).
Más cerca de la música sinfónico-coral de los Salmos están los procedimientos empleados por los árabes para lograr que Alah llueva. Un libro anónimo escrito por un árabe del Cairo en los primeros años del siglo XIV, explica cómo hay que proceder: siete hermosos muchachos que conozcan bien la fórmula, un cierto aire, y su ritmo propio, la cantarán con bella voz durante tres horas, acompañándose incesantemente con el laúd. El arte de la música, o, mejor dicho, el placer de la música han progresado mucho ya en esa época. Alah exigía para derramar sus dones tanto la hermosura de la música de los laúdes, como la hermosura de la voz y aun la de los mismos muchachos. La música de los Salmos es ya hermosa, mucho tiempo antes que la del árabe cairota. Hermosa es también su poesía. David, que pasa por ser el autor, fue, bien se sabe, un hermoso mancebo. En las primitivas fórmulas invocatorias ninguna hermosura era necesaria y es materia harto discutible si la hermosura musical entró en el canto eclesiástico y aun si no fue recibida con desconfianza. La primitiva invocación mágica nació en tiempos en los que ya era bastante sublimidad el hecho de emitir sonidos modulados y saber articularlos de forma que produjesen maravillosos efectos, para que además pudiese sospecharse que existía una calidad estética en todo ello. El canto mágico, tanto como el primer canto eclasiástico, no tienen por fin la belleza sino otro fin mucho más necesario a los asuntos espirituales (...) Menos aún es la belleza moral, la capacidad de conmover de la música lo que dicta el primitivo canto eclesiástico. Entre el mover, el poner en movimiento al espíritu invisible por medio del conjuro mágico y el conmover por medio de la música el espíritu que nos alienta, media todo el proceso de la civilización moderna. Cuando el Salmista invoca a Jehová, cuando el sacerdote cristiano invoca al Señor pidiéndole que escuche sus oraciones: Domine, exaudi orationem meam, adornando la última sílaba con un florido melisma de tres docenas de notas, se halla tan cerca de la invocación mágica, aunque no lo sospeche, como cuando en el más temprano ritual griego del cristianismo se invocaba por tres veces al Señor en el Trisagio: Agios, O Theos, Oh Señor Dios; Agios ischiros, Señor fuerte; Agios Atanathos, Señor inmortal. Fórmula tres veces repetida como en el Kyrie, mezcla de griego y de latín que reproduce estrechamente la estructura ritual de las fórmulas mágicas. Kyrie Eleison, Señor, ten piedad de nosotros, o como dice otra exégesis de un comentarista cristiano: Señor, espíritu de la luz, ten piedad de mis tinieblas; Señor, espíritu de la fuerza, ten piedad de mi debilidad; Señor, espíritu de ls Santidad, escúchanos, otórganos tus gracias...."
Como veremos luego en los textos escogidos el Trisagio se convirtió, en la memoria popular, en una oración metereológica que se recitaba para alejar las tormentas o parar el avance de los desastres naturales.
Esta historia que he encontrado en un libro titulado "Bibliografía de la 1ª Imprenta de Buenos Aires desde su Fundación hasta el año de 1810 inclusive" escrita por el D. D. Juan María Gutiérrez, puede no ser cierta pero tiene todos los elementos humanos y divinos para que calara en el interior sensible de las gentes.
El bibliófilo cita la obra de Fray Eugenio de la Santísima Trinidad, "Trisagio seráfico, para venerar a la muy augusta Santa Trinidad, con que se alcanza de su Piedad inmensa copiosos beneficios", impresa en Buenos Aires, en la Real Imprenta de Niños Expósitos, el año 1781. Dice así:
"Este sagrado cántico no reconoce su principio en el fervor humano, si hemos de dar crédito a la historia de su origen escrita al frente de esta edición. A mediados del siglo V, bajo el imperio de Teodosio el joven, se experimentó un espantoso terremoto que echó por tierra los edificios más suntuosos de Constantinopla y sepultó varias ciudades del Quersoneso. El mar arrojó peces de grande magnitud, las bahías quedaron en seco con sus naves; viéronse cerros nuevos en las llanuras, y concavidades profundas en donde poco antes existían montañas inaccesibles. En una mañana en que la tierra se conmovía con extraordinaria violencia, viose a un niño de tierna edad arrebatado en los aires por manos invisibles, el cual, después de un largo espacio de ausencia, regresó refiriendo que había sido admitido al coro de los Ángeles y, oyéndoles cantar este concierto: "Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal, tened misericordia de nosotros." El niño hizo esta relación en presencia del Emperador, de su hermana Pulquería y del Patriarca San Pedro, y expiró inmediatamente después, "pasando a gozar eternamente de la gloria que había dejado". Los espectadores de aquel maravilloso suceso entonaron el cántico celeste revelado por la criatura milagrosa y comenzó desde entonces a ceder el terremoto y a volver la naturaleza a la regularidad de su curso. Tal es el origen del Trisagio, de esa devoción que sirve a los fieles católicos para implorar gracia de las tres divinas personas, cuando la ira de Dios se manifiesta por las pestes, las tempestades y terremotos."(Págs. 12-13)
En "La vida de Rubén Darío escrita por él mismo" el poeta nicaragüense relata lo siguiente:
"Por influencia de mi tía Rita, comencé a frecuentar la casa de los Padres Jesuitas en la iglesia de la Recolección. Debo decir que desde niño se me infundió una gran religiosidad, religiosidad que llegaba a veces hasta la superstición. Cuando tronaba la tormenta y se ponía el cielo negro, en aquellas tempestades únicas, como no he visto en parte alguna, sacaba mi tía abuela palmas benditas y hacía coronas para todos los de la casa; y todos coronados de palmas rezábamos en coro el Trisagio y otras oraciones." (Cap. VI, pág. 12)
Esta religiosidad familiar la contó mas detalladamente en su novela inconclusa "El oro de Mallorca":
Y en su casa católica, los rezos, cuyos retazos venían a veces a su recuerdo, "épaves" que flotaban después de las tempestades de su vivir. Eran fragmentos de oraciones, de novenas, de responsorios, que se rezaban en las reuniones domésticas. Una traducción del "Magnificat": "Mi alma engrandece al señor y mi espíritu se regocija en Dios mi salvador..." o bien, para la confesión: "Yo, Pecador, me confieso a Dios, a la bienaventurada siempre Vírgen María, al bienaventurado San Miguel Arcángel y a todos los santos... Y a vos Padre..." O bien: "Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero..." O la "Salve Regina": "Dios te salve, Reina y madre, madre de misericordia..." O eran las devociones a diferentes santos y seres celestes. De "El Trisagio": Todo el orbe cante con gran voluntad el trisagio santo de la Trinidad... algo que concluía con un ritornelo: Ángeles y serafines dicen Santo, Santo..." (Cap. IV, págs. 156-157)
José María de Pereda también alude al Trisagio y las tormentas en una narración titulada "Blasones y talegas", perteneciente a su libro "Tipos y paisajes". Dice en el capítulo III:
"Era una tarde del mes de agosto. Pesados, plomizos nubarrones avanzaban casi tocando las cumbres de las altas montañas que limitaban el horizonte de la casa de don Robustiano; las hojas de los castaños que la circundaban no se movían; los vencejos se cernían y revoloteaban sobre el campanario de la aldea, como si jugaran a las cuatro esquinas; el aire que se respiraba era tibio; el calor, sofocante. De vez en cuando se rasgaban los nubarrones, y una rúbrica de fuego, precursora de un sordo y prolongado trueno, daba fe de que se estaba armando por allá arriba el gran escándalo; los obreros se apresuraban a hacinar en la mies la hierba segada y seca; el ganado suelto se arrimaba a los bardales de las callejas, y los perros, con las orejas gachas y rabo entre piernas, a un trote menudito tornaban a sus corraladas respectivas a roer un hueso el que había tenido antes la suerte de robarle, o a lamerse las patas o echar una siesta los menos afortunados, al amparo de una pértiga o de un montón de junco seco, mientras pasaba ya la próxima tormenta. Don Robustiano y Verónica contemplaban estos síntomas con un miedo cerval, y al oír el cuarto trueno cerraron todas las puertas y ventanas de la casa. Siguiendo la costumbre establecida en ella en lances de tal naturaleza, Verónica corrió a buscar el libro del Trisagio y la vela de los truenos- cuya virtud consistía en ser una de las empleadas en alumbrar el Monumento de la Semana Santa-, y entregó ambas cosas a su padre...."
Algunos versos de este Trisagio los recita su vecino Toribio Mazorcas, alias Zancajos, cuando, poco después, entra en escena:
El trisagio que Isaías escribió con grande celo, le oyó cantar en el cieloa angélicas jerarquías....
Pertenecen a los "Gozos en el Trisagio de la augustísima Trinidad" que puede leerse aquí
José Jiménez Lozano narró de otro modo esta singular costumbre en su cuento "La purificación", una historia del nacional catolicismo, escrita en primera persona, que el autor sitúa en el aula de una escuela castellana. Don Celes explica un día a sus alumnos cómo se forman las tormentas y otro día repiten la lección delante del Inspector, que les pregunta:
"-! Muy bien! ¿Y qué se hace, queridos niños, durante las tormentas?
Nosotros contestamos:
-Evitar los árboles y los campanarios, los edificios altos o aislados y los utensilios metálicos como la hoz y la guadaña, etcétera.
Porque también nos lo sabíamos de corrido.
-¿Nada más?-preguntó el señor Inspector.
Pero, como no sabíamos que se tuviese que hacer nada más, nos callamos: y no se oía ni el vuelo de una mosca. El inspector dio otro par de vueltas de arriba abajo y de abajo arriba, de la ventana al encerado y del encerado a la ventana, sacando y metiendo, todo el tiempo, las manos en el bolsillo, que era, como digo, cuando más le relucía el anillo, y luego se paró en medio y, mirando a toda la clase, dijo:
-¿Y no os han dicho, queridos niños, que se debe rezar el Trisagio a la Santísima
Trinidad? ¿Quién es la Santísima Trinidad?
Y nosotros respondimos:
-Padre, Hijo y Espíritu Santo, Tres Personas distintas y un solo Dios verdadero.
-! Muy bien! ¿Y qué es el Trisagio?
Pero, como no sabíamos qué era el Trisagio, todos nos quedamos callados como muertos. Y entonces el señor Inspector se volvió hacia don Celes, que ni nos habíamos dado cuenta de que estaba allí en un rincón de la plataforma, junto a la ventana, sentado en una banqueta, desde que al principio el Inspector se había sentado en el sillón, y le preguntó:
-¿Pero es que no les ha enseñado usted a sus alumnos lo que es el Trisagio?
Don Cele se puso colorado, como cuando nosotros no sabíamos la lección, y venga a retorcerse las manos; pero no dijo nada. Así que el señor Inspector nos enseñó el Trisagio:
Santo, santo, santo es el Señor Dios de los ejércitos
que creíamos que era otra cosa, pero dijo que es lo que había que rezar durante las tormentas, ante una imagen sagrada, encendiendo la vela que se había llevado al Monumento el día de Jueves Santo...." (Págs. 61-62)
Miguel de Unamuno dividió su "Rosario de Sonetos Líricos" en cinco secciones: "Los sonetos de Bilbao", "De vuelta a casa", "En casa ya", "Asturias y León" y "De nuevo en casa". Contiene la obra 128 sonetos. El que traemos a esta entrada hace el número LIV, pertenece a la tercera sección y se titula "Baratero de la gracia":
Departían así en el refectorio:
-Más negro cada vez es el bodigo...
-Parece de bellota de quejigo...
-! A qué ha venido a dar el ofertorio!
-Es decreto de Dios y bien notorio;
por andarlo buscando de trastrigo,
a la gula nos manda este castigo.
-! Debe de estar en quiebra el Purgatorio!
! Y la Iglesia, por tanto, ya en naufragio!...
-Es la fe cada día más reacia...
-Inútil es cantemos el trisagio
porque en tiempos de impía democracia
la grey, acostumbrada ya al sufragio,
no sufre barateros de la gracia.
Salamanca, 3 de octubre, 1910
Gabriel Miró nombra los trisagios, de pasada, al hacer el retrato de don Roger, maestro de solfeo en el colegio de jesuitas de Oleza:
"Los padres de Oriente le probaron el rejo del fa. El prefecto le atendía mirando su reloj, mirándole la cara, que pasaba de la rosa doncella al lívido cinabrio; le estallaban las bolas de los ojos; criaba espumas. Olía a regaliz, a pastillas de brea y a humo de cocina frugal.
-! Un minuto y cuarenta y nueve segundos! Pero está bien. ! Quizá demasiada voz!
-! Quizá, sí!-confirmó el padre ministro.
Demasiada. Era verdad; y era la desgracia de don Roger. Un coro de bajos reventaba en la garganta del solista. En los misereres, misas, trisagios, singularmente en los misereres, la voz de don Roger parecía descuajar la iglesia de Jesús; estremecía la bóveda como un barreno en una cisterna. Un temblor que desolaba a su dueño." (Parte I, "Palacio y Colegio"- Capítulo III, "Jesús"- Pág. 30)
He elegido dos vídeos en el que se canta el Trisagio; uno corresponde al rito ortodoxo y el otro al rito católico. El primero lo colgó Lingualpfeife en Youtube, y lleva por título "Agios o theos, Agios ischiros, Agios athanatos eleison imas":
TRIDUO SANTA MARTA
Virgen y discípula de Jesús
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TRIDUO EN HONOR DE LA PRODIGIOSA VIRGEN SANTA MARTA PROTECTORA EN CASOS DIFÍCILES Y URGENTES
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ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS
Acto de contrición. Dios mío, Padre celestial, me pesa de todo corazón de haberos ofendido y os pido perdón de mis pecados porque con ellos merecí las penas del infierno, renové la pasión dolorosísima de Jesucristo, mi Redentor, y sobre todo por haber con ellos ofendido a Vos que sois bondad infinita; propongo con el auxilio de vuestra gracia jamás ofenderos y evitar todo cuanto pueda desagradaros. Os lo pido por los méritos de mi Señor Jesucristo que con Vos vive y reina con el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Así sea.
Invocación. Prodigiosa virgen Santa Marta, acudo a ti en demanda de ayuda y protección. Por tu solicitud y fervor en el servicio del divino Maestro Jesús, te ruego intercedas por mi y me obtengas de su amantísimo Corazón la gracia que fervorosamente te pido y que espero no será óbice para mi bien espiritual y eterno.
(Hágase la petición)
Rezar 3 veces el Padrenuestro y el Gloria.
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Rezar a continuación la oración del día que corresponda:
DÍAS
1 | 2 | 3
DÍA PRIMERO
Empezar con las oraciones para todos los días.
Santa Marta gloriosa, que, llena de humildad, hiciste saber a Jesús, en unión con tu santa hermana María Magdalena la enfermedad de Lázaro vuestro hermano, con este mensaje: "Señor, mira que aquel que tu amas esta enfermo"; infunde en mi alma sentimientos de humildad y de filial confianza en la Providencia de Dios, para que merezca como tu la gracia que por tu mediación solicito.
Jaculatoria: Señor, por el amoroso hospedaje que siempre hallaste en Betania, en casa de los santos hermanos Lázaro, Marta y María Magdalena, oye mi petición y concédeme la gracia que te pido. ¡Jesús dulcísimo oyeme!
Tres Avemarías al Inmaculado Corazón de María intercaladas con la jaculatoria:
V./ Dulce Corazón de María.
R./ Sed mi salvación.
Terminar con la oración final para todos los días.
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DÍA SEGUNDO
Empezar con las oraciones para todos los días.
Santa Marta gloriosa, que con tus palabras llenas de fe y esperanza en el poder de Jesús, ausente en la muerte de tu hermano Lázaro: "Señor, si hubieses estado aquí no hubiera muerto mi hermano", conmoviste el corazón del divino Maestro, y oíste de sus labios aquella promesa: "Tu hermano resucitará", obtén para mi esta fe ciega en el poder de Dios y esta confianza en su bondad infinita, que me hagan merecedor de la gracia que por tus ruegos solicito.
Jaculatoria: Señor, por la gratitud de tu Corazón divino a los caritativos moradores de la casa de Betania, Lázaro, Marta y María Magdalena, oye mi petición y concédeme la gracia que te pido. ¡Jesús dulcísimo óyeme!
Tres Avemarías al Inmaculado Corazón de María intercaladas con la jaculatoria:
V./ Dulce Corazón de María.
R./ Sed mi salvación.
Terminar con la oración final para todos los días.
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DÍA TERCERO
Empezar con las oraciones para todos los días.
Santa Marta gloriosa, que oíste de labios de Jesús aquellas palabras: "Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en mí, aunque hubiere muerto vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mi no morirá para siempre. ¿Crees tu esto?", y tu llena de fe y perseverando en tu petición, le respondiste: "Oh, Señor, si que lo creo, y que tu eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo que has venido a este mundo"; alcánzame del divino Maestro fervor y constancia en mi oración, para así merecer la gracia que solicito.
Jaculatoria: Señor, por tus lagrimas de compasión derramadas en Betania ante el sepulcro de Lázaro y por el milagro de su resurrección, obrado por ti como respuesta a las súplicas de sus santas hermanas Marta y María Magdalena, concédeme la gracia que te pido. ¡Jesús dulcísimo, óyeme!
Tres Avemarías al Inmaculado Corazón de María intercaladas con la jaculatoria:
V./ Dulce Corazón de María.
R./ Sed mi salvación.
Terminar con la oración final para todos los días.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Fervorosa discípula de Jesús, amable Santa Marta, cuya afanosa solicitud en el servicio del Maestro Divino fue motivo para que oyeras de sus labios aquellas memorables palabras: "Marta, Marta, tu te afanas y acongojas distraída en muchísimas cosas, y a la verdad que una sola cosa es necesaria, que es la salvación eterna"; haz, dulce protectora mía, que al buscar el remedio de mis necesidades temporales y al atender al cumplimiento de las obligaciones de mi estado, jamás me olvide que soy un viajero de paso por la tierra y en camino hacia la eternidad, y que por tanto una sola cosa me es absolutamente necesaria, el obtener mi eterna salvación.
Oh dichosos hermanos, Lázaro, Marta y María Magdalena, rogad por nosotros y haced que los que os invocamos y nuestras familias tengamos la dicha de reunirnos en el cielo como vosotros para gozar para siempre de la gloria de Dios.
Oh Santa Marta, por la señal de la Cruz que sostienes con tu diestra y por cuya virtud venciste al dragón infernal que tienes humillado a tus pies, ayúdanos a vencer las tentaciones y dificultades en esta vida, llevando con fidelidad la cruz de nuestro estado, hasta conseguir como tu la victoria final sobre el enemigo de nuestras almas. Así sea.
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1. Este Triduo puede servir para un novenario rezándolo los domingos, lunes y martes de tres semanas consecutivas, comulgando a ser posible en los tres martes de la novena y dando una limosna a los pobres en memoria de la hospitalidad de Santa Marta. [Volver]
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Triduo de Consagración a la Virgen Peregrina de la Familia
Presentación:
“La familia que reza unida, permanece unida”. La consagración, además de oración, es verdadero acto de amor y de entrega. Es crecer en el amor, en la generosidad y donación. Es abrir el corazón y buscar la voluntad de Dios sobre la propia vida. Para la consagración no hay edades, porque se trata de dar un “sí” definitivo a Cristo, por manos de María. Es una alianza, un pacto, algo íntimo entre Cristo y yo. Es una promesa. Es la renovación de mis compromisos bautismales con Cristo a través de María.
Consagrarse es entregarme enteramente a la Santísima Virgen para ser totalmente de Jesucristo por medio de Ella. Con esta consagración le estoy diciendo: te entrego mi cuerpo, mi alma, con todo lo que soy: mi inteligencia y voluntad, mi pensar, mi querer, mi hablar, mi sentir; mis bienes, mis cualidades y defectos, mis méritos, mis virtudes, mi pasado, mi presente y mi futuro: todo en tus manos. Soy todo tuyo. Soy toda tuya. ¡Que honra pertenecer a Jesús por María!
Por eso, en familia, todos reunidos, pero de modo personal elevo mi oración…
ORACIÓN INICIAL: (los tres días)
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Para unirnos espiritualmente a las intenciones del Santo Padre y ganar la indulgencia, rezamos ahora todos juntos, en familia, la oración del Papa Benedicto XVI a la Virgen de Guadalupe:
Santa María, que bajo la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe eres invocada como Madre por los hombres y mujeres del pueblo mexicano y de América Latina, alentados por el amor que nos inspiras, ponemos nuevamente en tus manos maternales nuestras vidas.
Reina en el corazón de todas las madres del mundo y en nuestros corazones.
Con gran esperanza, a ti acudimos y en ti confiamos. Dios te Salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Nuestra Señora de Guadalupe
Ruega por nosotros.
(Primer día): Virgen peregrina de Guadalupe, madre de la familia y de la vida.
La palabra de Dios: Del Evangelio de San Lucas, 1, 30-32: “El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo”
Meditación: Momento sencillo y solemne de la Anunciación del ángel a la Virgen Santísima. Es el anuncio de la maternidad, de la vida que nacerá. Misterio de Dios. El Creador y Señor del mundo y de la historia se encarna. Nace en una familia humana. Se hace uno de nosotros, para acompañarnos en este camino, para ensañarnos el camino que lleva al cielo. Como familia, como la Virgen peregrina, también nosotros debemos acoger la vida. A veces nos asaltan temores. Pero, como María Santísima, confiamos. La gracia y la Providencia de Dios nos guían. Nos espera «un cielo nuevo y una tierra nueva » (Ap 21, 1). Por eso dirigimos la mirada a aquélla que es para nosotros «señal de esperanza cierta y de consuelo», María, Virgen de Guadalupe. Ella es mujer. Es esposa. Es madre. Es educadora y maestra de la fe. Es peregrina. Ella supo acoger la vida y mantener unida la familia. Ella es también nuestra madre. En este peregrinar de nuestra vida terrena experimentemos la necesidad vital de acudir a María Santísima para confortarnos ante las dificultades. Sintamos su manto amoroso y maternal, su abrazo y calor de Madre. Como ella, respetemos la vida, mantengamos unida la familia, acojamos el amor.
Oración: Oh María, aurora del mundo nuevo, Madre de los vivientes, a Ti confiamos la causa de la vida: mira, Madre, el número inmenso de niños a quienes se impide nacer, de pobres a quienes se hace difícil vivir, de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana, de ancianos y enfermos muertos a causa de la indiferencia o de una presunta piedad. Haz que quienes creen en tu Hijo sepan anunciar con firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo el Evangelio de la vida. Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo, la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia, para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad, la civilización de la verdad y del amor, para alabanza y gloria de Dios Creador y amante de la vida. Amén. (Juan Pablo II, Evangelium Vitae, 105)
2 (Segundo día): Virgen peregrina de Guadalupe, madre de la Iglesia, de nuestros pastores y de las vocaciones.
La palabra de Dios: Del Evangelio de San Lucas, 1, 37-38: “¡Yo te alabo, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien!”
Meditación: Santa María de Guadalupe dijo a Juan Diego, como lo repite también a cada cristiano: ¿“No estoy yo aquí, que soy tu Madre?”. La Virgen se presentaba así como Madre de Jesús y de todos los hombres. Juan Diego pudo contemplar el rostro dulce y sereno de la Virgen del Tepeyac ¿Cómo era Juan Diego? ¿Por qué Dios se fijo en él? Porque era sencillo y humilde y acogió con docilidad la llamada de Dios. Dios habla y llama a los que Él quiere. La Virgen María, la esclava “que glorifica al Señor” (Lc 1, 46), se manifestó a Juan Diego como la Madre del verdadero Dios. Ella le regaló, como señal, unas rosas preciosas y él, al mostrarlas al Obispo, descurbrió grabada en su tilma la imagen bendita de Nuestra Señora. Así actúa Dios: habla, sugiere, invita, propone y espera. Dios se vale de instrumentos dóciles, de la Iglesia, del Papa, de los obispos, de los sacerdotes, de los consagrados y consagradas para darnos su gracia y salvarnos. Ellos son sus manos, sus pies, su boca, sus ojos, su corazón.
Oración: ¡Bendito Juan Diego, indio bueno y cristiano, a quien el pueblo sencillo ha tenido siempre por varón santo! Te pedimos que acompañes a la Iglesia, para que cada día sea más evangelizadora y misionera. Alienta a los Obispos, sostén a los sacerdotes, suscita nuevas y santas vocaciones, ayuda a todos los que entregan su vida a la Causa de Cristo y a la extensión de su Reino. ¡Dichoso Juan Diego, hombre fiel y verdadero! Te encomendamos a nuestros hermanos y hermanas laicos, para que, sintiéndose llamados a la santidad, impregnen todos los ámbitos de la vida social con el espíritu evangélico. Bendice a las familias, fortalece a los esposos en su matrimonio, apoya los desvelos de los padres por educar cristianamente a sus hijos. Mira propicio el dolor de los que sufren en su cuerpo o en su espíritu, de cuantos padecen pobreza, soledad, marginación o ignorancia. Que todos, gobernantes y súbditos, actúen siempre según las exigencias de la justicia y el respeto de la dignidad de cada hombre, para que así se consolide la paz. ¡Amado Juan Diego, el “águila que habla”! Enséñanos el camino que lleva a la Virgen Morena del Tepeyac, para que Ella nos reciba en lo íntimo de su corazón, pues Ella es la Madre amorosa y compasiva que nos guía hasta el verdadero Dios. (Juan Pablo II, canonización de Juan Diego Cuauhtlatoatzin, México, 31 de julio de 2002).
3. (Tercer día): Virgen peregrina de Guadalupe, madre y modelo de todas virtudes.
La palabra de Dios: Del Evangelio de San Mateo, 12, 47-50: “Alguien le dijo: «Ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte».Pero él respondió al que se lo decía: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre».
Meditación: Todo hombre y mujer es familia de Dios. Somos más que su imagen y semejanza. Por el bautismo nos hemos convertido en sus hijos: somos hijos de Dios. ¡Qué grandeza, qué belleza, qué valor el de nuestras almas! El bautismo es la puerta de los sacramentos y nos incorpora al Cuerpo Místico de Cristo. Es un regalo, pero también un compromiso. Bastaría esta gracia para vivir eternamente felices y agradecidos. Del bautismo el cristiano recibe no sólo toda su dignidad, sino también su compromiso de santidad y de evangelización. Ser “madre”, “hermano o hermana” de Cristo significa ser como Cristo, como María Santísima. Un buen hijo se manifiesta más cercano a su madre cuanto más se parece a ella, en su pensar, en su querer y en su hacer. Por eso, la verdadera devoción consiste en la imitación de las virtudes. La Santísima Virgen es el modelo más acabado de amor a Jesucristo, de dedicación apasionada a su servicio, de colaboración leal a su obra redentora. María Santísima es la Virgen Peregrina en la fe. María, una escuela de virtudes. María, la Madre amorosa a quien pedir y rogar con sencillez y espontaneidad, sin poesías ni falsos misticismos. María, la poderosa Madre, que desea llevar más hijos a su Hijo, Jesucristo.
Consagración personal a la Santísima Virgen:
Madre santísima de Guadalupe, Reina y Señora de mi familia, vengo hasta ti, la más bella de las creaturas, la más amada por Dios, la llena de gracia, a buscar amparo bajo tu protección materna e implorar, con inmensa y filial confianza, tu amorosa intercesión.
Unido a las intenciones de nuestro amadísimo Papa, y contemplando las profundas contradicciones por las que la humanidad camina, quiero consagrarte, oh Virgen santa, la Iglesia, el mundo entero y mi familia, a fin de que todos los hombres, confiados a tus cuidados maternos, encuentren en tu hijo Jesús, Verbo de Dios encarnado en tu seno, la paz, la reconciliación y la salvación que anhelan.
No apartes nunca del Santo Padre tu tierna mirada: confórtalo con tus consuelos en medio de las tribulaciones que la Providencia permita, y, con tu eficaz intercesión, alcánzale del Espíritu Santo los dones que más necesita para guiar a la Iglesia, la caridad, la prudencia, la humildad y la fortaleza.
Al igual que San Juan Diego quiero acogerte, Madre, en mi familia, para aprender de ti a ser como tu Hijo. Haz que la semilla de la gracia crezca en mi hogar hasta alcanzar plenamente la santidad a la que todos nosotros estamos llamados. Y que en nuestro santuario doméstico surjan abundantes para la Iglesia las vocaciones que habrán de llevar el reinado de tu Hijo a los corazones de los hombres hasta los extremos confines de la tierra.
Te ruego por el Papa, por los Obispos, por los párrocos, por los sacerdotes esparcidos por el mundo: enciende sus corazones con el fuego del amor a Cristo para que se entreguen ardorosamente a su misión evangelizadora con el mismo amor, obediencia y celo con que tú, oh Madre, colaboraste en la obra salvadora de tu Hijo.
Oh, María, Puerta del Cielo y Señora de mi alma, no permitas que me aperte del camino que me lleva hacia Dios; y acompáñame en el día de mi muerte, para que pueda contemplar tu belleza y contigo gozar en el cielo de la posesión eterna de tu Hijo, en compañía de todos los santos.
V. María, Virgen Peregrina de Guadalupe.
R. Ruega por mí.
V. María, Camino de salvación.
R. Ruega por mí.
V. María, Madre de los que sufren.
R. Ruega por mí.
V. Te consagro, Madre, mi familia.
R. Haz que reine en ella la unidad, la concordia y el amor.
V. Te consagro, Madre, a la Iglesia.
R. Hazla en el mundo sacramento eficaz de la redención.
V. Te consagro, Madre, toda mi vida.
R. Llénala de Cristo, luz del mundo y mi único Salvador,
V. que reina con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos,
R. Amén.
TRIDUO DEDICADO AL MILAGROSISIMO SANTO NIÑO DE ATOCHA
Aunque en todos los tiempos se puede rezar esta utilisima devoción, no obstante, esta destinada para miercoles, jueves y viernes de cada semana, por ser estos dias dedicados a la memoria de la Preciosa sangre que este Santísimo Niño en su crecida edad, derramó por la salud de todo su pueblo.
ACTO DE CONTRICCION.
A ti hermosísimo Niño de Atocha, a Tí ocurro porque en Ti esta depositada toda mi esperanza y en Ti creo firmemente hallar consuelo en lo que vengo a pediros postrado a vuestras plantas, porque se claramente que vos sois mi Creador, mi Padre, mi Redentor, mi Conservador y Autor de todo lo que soy; a Tí me postro ante tu divina presencia, confiado en que me has de perdonar siempre que a tus puertas llegue arrepentido; Tú tiernisimo Niño de Atocha, Tu eres el que siempre estas con los brazos abiertos para recibir a todo el que llegue atribulado y lleno de aflicciones; Tu eres quien le consuelas en ellas, volviendolas todas gozos y bienes, y por Ti espero alcanzar lo que necesito, pues bien sabes las necesidades y trabajos que me rodean en esta ocasion; que restaure yo tu amistad, pues con ansias vivas yo lo deseo; dame tu gracia, porque ya, buen Pastor, llegó la hora feliz que venga a Ti arrepentido, me parece que hasta donde pueda mi corazón, detesto mis pecados; ya llego cual David, a que me levantes de la fatal caida de mis enormes culpas.
Perdoname Rey Supremo; apresúrate, poderosísimo Niño de Atocha a indultar a este infeliz pecador, y vuelve a tu gracia a esta pobre alma, pues solo en Ti esta mi esperanza. Yo, piadosísimo Niño, te presento mis trabajos en satisfacción de las ofensas que contra tu clemencia he cometido, y vivo confiado en que por la poderosa intercesión de tu amada Madre Santa María de Atocha me has de perdonar y dar tiempo para hacer penitencia de manera que, derramando cual otro Pedro, torrentes de lagrimas logre mi corazón desagraviarte, para poder asi lavar y purificar tantos y tan monstruosos crimenes que he cometido; escucha mis clamores, benignísimo Niño de Atocha, no me arrojes de tu presencia, no me retires de tu Divino Espíritu, no apartes de mi tu Santo Rostro; fija en mi, esos tus hermosísimos ojos, para poder gozar de tu amable compañia en la celestial mansion de la Gloria. Amén.
ORACION PARA TODOS LOS DIAS
Infinito, Supremo e Inmenso Niño de Atocha, Omnipotente Conservador de todo lo creado y único ser de mi destino, gobernador de todo lo que desde el principio del mundo ha existido, existe y existirá hasta la consumación de los siglos. Poderosísimo Niño de Atocha, ante cuya soberanía y grandeza el mas encumbrado querubin se postra y cubre el rostro de temor; a Tí se presenta Oh, amado Niño! Este vil insecto, el mas pequeño y asqueroso que la tierra habita, deseando desenojarte y buscando el medio mas posible para conseguirlo, refugiandose bajo el amparao de tu querida Madre Santa María de Atocha, y presentandote por intercesora la hermosura de su rostro, lo amable y eficaz de sus palabras y el crecido amor que hasta la muerte te tuvo; por aquellos tiernos sentimientos con que hablaba y estrechaba en sus brazos en tu descendimiento y por el dolor que sintió en su corazón al ponerte en el sepulcro, te pido amorosísimo Niño de Atocha, te apiades de mi corazón, pues eres misericordioso y en tu clemencia confio que has de atender mis quejas, que has de aceptar mis lagrimas y has de oir benigno mis ruegos, remediando mis tribulaciones: mira soberano Niño de Atocha, de Tí depende mi feliciad, y con solo querer haces cuanto quieres; mira; adorado Niño, que Tú solo con tres dedos sostienes el vasto universo, mira que soy hechura de tus prodigiosas manos y en Tí está mi consuelo y alegría, no me desampares bondadoso Niño y en la terrible hora que me espera, asisteme para que saliendo de este Valle de lagrimas, consiga ver tu rostro appreciable, alabandote para siempre en la Gloria. Amén.
Aquí se rezan tres Credos con Gloria Patri y la jaculatoria siguiente:
A vuestra querida Madre, Pongo por intercesora Oye, Niñito de Atocha, Mis ruegos en aquesta hora,
Dad consuelo a mi aflicción, Atiende a mi protectora, Que me de un feliz despacho Ruegale, Sacra Señora.
PRIMER DIA
Oh agraciadísimo Niño de Atocha! Que habiendo nacido por el amor de los hombres, quisiste en tu crecida edad sufrir tantos baldones y vituperios; yo te saludo, Bien mio, amantísimo Niño, yo te bendigo y alabo en este primer dia te ofrezco estos tres Credos con Gloria Patri y Jaculatoria, en memoria de aquel copioso sudor de sangre, terrible tristeza, y mortal agonia que padeciste en el Huerto de Getsemaní, te suplico por los grandes trabajos y aflicciones que en tu Pasión y carcel padeciste, nos concedas lo que solicito y en este dia te imploro, confio en tu piedad y clemencia, poniendo por medianera a tu amabilisima Madre Santa Maria de Atocha, en cuyas purisimas manos pongo mi solicitud en una de ellas estas sentado cual en silla de potestad; y por el gran dolor que tuvo cuando te despediste y separaste para ir a padecer en cuyo recuerdo de tal desedimiento tengo yo siempre mis potencies y sentidos para que logre por ellas gozarte en la patria celestial, por los siglos de los siglos. Amén.
Aquí se hace la petición, y se leerá el milagro y después la oración que esta al fin, concluyendo con uoso versitos a imitación de los de San Leonardo, los que servirán para todos los dias, respondiendose: Oye Niñito, etc.
PRIMER MILAGRO
En el año de 1839, en el mes de Junio, hallabase la niña María Justa Rufina García de cinco años de edad, gravemente mala de flujo de sangre por boca y nariz, el cual hacia tres años que lo tenia sin hallar remedio en lo temporal; y mirandola su padre con gran tristeza, Jorge García y su madre Juliana Aguilar, tan agravada de aquella enfermedad, y ya cansados de tantas medicinas que le aplicaban invocaron con veras de su corazón al Santo Niño de Atocha, diciendole que como le hiciera la maravilla de darle salud a dicha niña, ponerle en su retablo en el Santuario de Plateros el presente milagro, en testimonio de tan singular prodigio quedando en breve tiempo la niña Buena y sana de todo, pues medico tan singular medicinó su mal.
SEGUNDO DIA
Dulcísimo Niño de Atocha, que quisiste en tu crecida edad ser llevado ante los jueces y ser cruelmente azotado; yo, vida de mi vida, te saludo; yo, pacientísimo Niño, te bendigo, te alabo y te presento estos tres Credos con Gloria Patri y Jaculatoria, en memoria de aquel acervísimo dolor que sintió tu inocente corazón yendo con el santo madero cargado en tus delicados hombres por la calle de la Amargura te encontraste con tu Santísima Madre, yo te pido, delicadísimo Niño de mi corazón, que por las benditas lagrimas que tus ojos derramaron, me concedas lo que en este Segundo día te repito, pues a tu piedad imploro; y bien sabes las necesidades, las aflicciones y trabajos que me afligen, y espero preciosísimo Niño de Atocha que tendre por Tí, buen éxito en mi indicado fin, valiéndome del recuerdo que os hago, y juntamente os presento el igual dolor que en este encuentro padeció la soberana Reina, en cuyas divinas manos pongo mi entendimiento para que lo ilustres con la divinidad de tus luces para que siempre en ti espere la felicidad de gozarte en la celestial Jerusalén del cielo.
SEGUNDO MILAGRO
En el año de 1837, el dia 7 de febrero, en la mina de Barreno, le aconteció a Luciano García la desgracia de que estando mirando disparar unos barrenos de una de ellos saltó una piedra y le dio en el pecho, y lo derribó en tierra, echando sangre por boca y narices, pues pasó dicha piedra por entre medio de los demás barreteros que le acompañaban, sin causar mal a otros, sino al mencionado García, quien mirandose en aquel estado, invocó de todo corazón al Santo Niño de Atocha, quien le asistió en aquel peligro en que se vió, y en breves horas quedó bueno, sin sentir ni tener resultados de gravedad que lo postraran en cama, y en recompensa de tan raro prodigio, le puso al santo niño en su Santuario, su retablo, en el que se hallan él y los demás barreteros, dandole infinitas gracias por tan singular maravilla y tan noble suceso.
TERCER DIA
Oh amantísimo Niño de Atocha! Que en tu crecida edad quisiste que te clavaran en la cruz; yo te saludo, alma de mi alma; Inocente cordero te bendigo y alabo y te ofrezo estos tres Credos con Gloria Patri y Jaculatoria, en memoria de aquellas terribles agonias que en cuanto hombre padeciste, me sea concedido lo que pido en este tercero y ultimo dia del triduo, en el que os he hecho recuerdo de tu Santísima Pasión, confiado en tu misericordia, espero que lo alcanzaré, por lo cual que tuvo tu divina Madre al tiempo que sus purísimos ojos te vieron expirar, uniendo también aquellas tres necesidades que padeció esta bellísima Señora al pie de la Santa Cruz, en cuyas benignas manos pongo mi voluntad para que siempre por Tí inflamada, no tenga mi espíritu mas que desear, sino feliz momento de reunirme a Tí para siempre y gozarte en la Gloria. Amén.
TERCER MILAGRO
En El año de 1838, por el mes de Julio dia 18, hallabase María Clara Rangel, gravemente enferma de parto, del cual quedó mucho tiempo enferma; y habiendole aplicado cuan remedios fueron posibles que se conocían eran eficaces para el restablecimiento de la salud, y no pudiendo conseguirla, ocurrió a recomendarse a invocar de todo corazón al Santo Niño de Nuestra Señora de Atocha, quien en breve tiempo le sanó y restableció la salud; y reconociendo la mencionada Rangel tan inaudito beneficio le puso en el Santuario de Plateros su retablo, para certificar con él a todo devoto o afligido que invocare al Santo Niño en cualquiera tribulación o necesidad en que se hallare, espere de su poderosa mano que no quedará sin alcanzar lo que solicite.
OFRECIMIENTO PARA DESPUES DE LA PETICION
Amabilísimo Niño de Atocha, Divino redentor de mundo, encanto y alegría del orbe, Maestro de los hombres, amantísimo Jesús en cuya ascención portentosa, serenos los astros, alegres los angeles extaticos de admiración los Apóstoles, os vieron subir a los cielos, portentisimo Niño de Atocha, os damos los placemes porque Vos sois el infinito, el incomprensible, el consolador de todas las creaturas, pues confiesan todos los católicos tu divinidad y asi publican muchos hombres tus portentos y maravillas cuya publicación te eleva y engrandece en la eternidad de tu humildad en que te dejaste crucificar por nosotros. Oh agraciadísimo Niño de Atocha! Oh Niño triunfante! Oh Niño poderoso! Victorioso Rey que volando sobre las alas de los querubines, fuiste por tu propia virtud colocado en el excelso trono a la diestra del Altísimo Padre, exaltando asi nuestra naturaleza contra el soberbio infernal dragon. Damoste, gallardo Niño de Atocha, Segundo parabines, repitiendo con los coros angélicos las alabanzas que te cantaron las almas de los justos que te acompañaron en tan feliz dia, e igualmente te presento al portentoso e inestimable gozo y repetidas alabanzas de María Santísima, tu amadísima Madre Santa María de Atocha, para que por estos méritos reunidos con los de santos apóstoles y profetas, tnga la felicidad de lograr y merecer un feliz despacho e lo que en estos tres dias te he pedido y que Tú sabes lo necesito. Apiádate de mi, Niño de Atocha, pues eres mi consuelo y todo mi ser depende de Tí; a Tí, purísimo Niño, te pido remedies todas mis necesidades, no solo a mi sino a todos mis projimos, principalmente a los afligidos y atribulados que en el mismo conflicto estuvieron, socorrenos a todos, consuelanos, solo Tú eres el amoroso de las almas. A tí ocurriamos Divino Manuel de Atocha todos los necesitados, y a Tí suplicamos con tu dulce advocación de salud a nuestros Santísimo Padre el Sumo Pontífice, y también te suplico les de paz, quietud y reposo al pueblo cristiano, no olvidandote amado Niño de mi vida, de las almas que se hallan en el purgatorio; dales el descanso perpetuo que les deseamos, pues eres tan propicio en tus misericordias para con nosotros te pedimos con eficacia que a los pobres agonizantes los saques en paz de este triste valle, llevandolos a gozarte en las celestiales moradas y a nostros ayudanos, socorrenos, amparanos, para que asistidos de tu divina gracia, tengamos la dicha de acompañarte en la bienaventuranza de la Gloria. Amén.
Tres Salves a tu Santísima Madre Santa María de Atocha, para alcanzar del Santo Niño de lo que se solicite y luego la letanía de los Santos.
TRIDUO SAN EXPEDITO
Cuando tengan un pedido muy urgente, recen este triduo a San Expedito para que vuestra gracia se conceda rápidamente..
Primer día
Glorioso San Expedito, vengo a implorar tu socorro y obtener de Dios, por tu intercesión, las gracias que solicito de su misericordiosa bondad.
Admiro tu dedicación y fidelidad al deber de estado. Por la manera por la cuál desempeñaste tus deberes de soldado y de jefe, enseñaste a todos que no hay estado de vida en el que no podamos santificarnos. Basta para eso cumplir cristianamente todas las obligaciones.
Concédeme pues, por los méritos que adquiriste delante de Dios en el cumplimiento de estos deberes, la gracia de cumplir yo también fielmente, los de mi propio estado sin jamás lamentarme ni acobardarme.
Concédeme además de eso, las gracias que solicito del cielo durante este Triduo.
Amén.
Rezar un Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Segundo día
Gloriosos San Expedito, yo admiro en ti la rapidez con que en cualquier ocasión actuabas para el cumplimiento de tu deber. Por eso eres el modelo de la generosidad y del celo con que debemos dedicarnos al trabajo, muy especialmente de nuestra santificación. Por los méritos que adquiriste de este modo, ven en auxilio de mi tibieza en la práctica de la virtud, a fin de que me separe completamente de los lazos que me ligan al pecado y que pueda darme más enteramente al servicio de Dios y del prójimo con generosa actitud. Concédeme además de eso, las gracias que solicito del cielo durante este Triduo. Amén.
Rezar un Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Tercer día
Glorioso San Expedito, la prueba y el sufrimiento nunca te fueron evitados. Supiste aceptarlos con coraje y confianza. Y con el fin de asemejarte más al Divino Crucificado, no rehusaste de verter tu sangre por él. ¡Cuán lejos estoy de imitarte! Ante las menores pruebas y dificultades cotidianas, me lamento, gimo y a veces me revuelco, en vez de aceptarla filialmente como venidas de la Divina Providencia. Enséñame pues, a no lamentarme jamás y antes aceptar generosamente, para purgar mis faltas, todas las cruces que me reserva la Divina Providencia. Concédeme además de eso, las gracias que solicito del cielo durante este Triduo. Amén
Rezar un Padre nuestro, Ave María y Gloria.
SAN PANCRACIO
Mártir, siglo IV
3. TRIDUO
Por la señal...
ACTO DE CONTRICIÓN
Mi Dios, tengo un sumo dolor de haberos ofendido, porque sois infinitamente bueno. Detesto todos mis pecados, y propongo fielmente confesarlos, hacer penitencia de ellos y no volver a pecar ayudado de vuestra gracia.
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Rezar a continuación durante tres días consecutivos una de las oraciones siguientes, dependiendo de la intención del triduo:
SI EL TRIDUO SE HACE POR DEVOCIÓN AL SANTO
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SI EL TRIDUO SE HACE POR LA SALUD DE UN ENFERMO
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SI EL TRIDUO SE HACE PARA PEDIR TRABAJO
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Glorioso San Pancracio, vos que apenas recibido el bautismo fuisteis ya fervoroso cristiano, dispuesto a dar la vida por la fe, obtenedme del Señor la gracia de vivir como buen cristiano, huyendo de la culpa y cumpliendo la virtud, prefiriendo siempre sufrir cualquier trabajo antes que cometer una acción contraria a la Santa Ley de Dios. Así sea.
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A Vos, compasivo Santo, acudo lleno de confianza en la tribulación en que me hallo. Vos bien veis lo que sufro.
Estoy enfermo, (si se pide la salud para otro se dirá: esta enfermo . . ., persona muy querida de mi corazón). A vuestra valiosa protección me acojo y en vos deposito mi confianza, pues estoy seguro de que intercederéis eficazmente ante Jesucristo Señor nuestro, para conseguirme la salud que os pido con toda mi fe, si es para bien del alma y gloria de Dios. Así sea.
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A Vos, bendito San Pancracio, que atendéis siempre a los que os invocan con fe, acudo en mi necesidad
Vos bien sabéis las penas que se pasan cuando falta trabajo, y las privaciones y miserias que esto trae consigo. Por esto acudo a Vos. Estoy sin trabajo (si se pide trabajo para otra persona se dirá: Está sin trabajo.. . dígase el nombre). A vuestro amparo me acojo y en Vos pongo mi confianza. Ayúdanos, San Pancracio glorioso, a encontrar trabajo para tener así pan y tranquilidad. Así sea.
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ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS
Terminar cada día con: tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias, a la Santísima Trinidad para que en honor de San Pancracio nos conceda la gracia que pedimos. Al final de cada oración añadir la invocación: San Pancracio, rogad por nosotros.
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ORACIÓN. Glorioso San Pancracio, Vos que en premio de vuestras virtudes y en recompensa del sacrificio de vuestra vida por la fe, gozáis y gozareis por toda la eternidad de la gloria del cielo, haced que yo camine por el sendero de la virtud durante toda mi vida y llegue un día a gozar con vos de la eterna gloria del Paraíso. Así sea.
SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS
TRIDUO
Última foto tomada a S. Teresa por su hermana el 7 de Junio de 1897. En ella aparece sosteniendo las imágenes del Niño Jesús y de la Santa Faz. Murió el 30 de septiembre de 1897.
Por la señal...
Acto de contrición...
ORACIÓN INICIAL
¡Jesús amantísimo que viniste al mundo en busca de las almas y en todos los siglos haces brotar en los vergeles de la Iglesia flores de santidad! ¡Cuán admirable y digna de todo agradecimiento es tu providencia para con el Carmelo en cuya mística montaña nació Santa Teresita y floreció en virtudes y desde donde, como faro de salvación, nos guía enseñándonos su caminito de infancia espiritual!
No sólo las almas piadosas y las que se santifican en los claustros van tras el olor de sus perfumes y siguen la luz de sus ejemplos y enseñanzas, sino hasta las que nacieron en la infidelidad, las que renegaron del cristianismo o dormitan en la indiferencia..., todas aman a Teresita, deslumbradas por la luz de sus milagros y agradecidas a su lluvia de gracias. Al glorificar su nombre, te bendecimos, dulcísimo Redentor, por esta obra maravillosa de tu gracia y al invocarla en este Triduo, sed benévolo a nuestras súplicas para obtener la imitación de sus virtudes y, mediante ellas, la participación de tu gloria en los cielos. Amén.
DÍA PRIMERO