novenas - NOVENAS GRUPO 24
 

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CONCLUSIONES

NOVENA A SAN ISIDRO LABRADOR

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

INVITATORIO
Abre, Señor, nuestros labios, para celebrar las virtudes de tu humilde siervo Isidro, bendecir y alabar Tu Santo Nombre. Limpia nuestro corazón de todo orgullo e impurezas; y revestidos con la sencillez y humildad de tu siervo, alcancemos los favores, bendiciones y gracias para vivir cristianamente en esta vida y gozar de tu gloria. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

INVITATORIO
Abre, Señor, nuestros labios, para celebrar las virtudes de tu humilde siervo Isidro, bendecir y alabar Tu Santo Nombre. Limpia nuestro corazón de todo orgullo e impurezas; y revestidos con la sencillez y humildad de tu siervo, alcancemos los favores, bendiciones y gracias para vivir cristianamente en esta vida y gozar de tu gloria. Amén.

(Breve historia del Santo y un pensamiento diario)
Alabanzas
El justo florecerá como la palma y se multiplicará como cedro del Líbano, plantado en la casa del Señor.
Alabemos al Señor (en nombre de tu siervo Isidro) el labrador de Dios.
Bienaventurado el hombre que teme al Señor y tiene sus delicias en cumplir sus mandamientos.
Poderosa será en la tierra su intercesión (y las riquezas de Dios estarán en su casa) para ser derramadas por siglos infinitos. Amén

ORACION A SAN ISIDRO LABRADOR
Danos, oh Dios Misericordioso, por la intercesión de tu siervo San Isidro Labrador, la gracia de no sentirnos soberbios, antes, al contrario, por sus méritos y a ejemplo suyo, te sirvamos siempre con alegre humildad. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

(Pídase la gracia: Pater, Ave, Gloria)

JACULATORIA (Lector y todos): San Isidro Labrador, Santo Patrono Nuestro, rogad por nosotros. Amén.

DIA PRIMERO
San Isidro nació en Madrid. Se casó con Santa María de la Cabeza. Sustentaba su familia con el sudor de su frente cultivando la tierra. Su oficio era labrador en la finca de un caballero de la misma villa de Madrid, llamado Juan de Vargas. Solía madrugar mucho, para oír las misas que se celebraban en algunas iglesias cercanas, antes de comenzar las labores del campo.

PENSAMIENTO: "Busquemos primero el Reino de Dios y su justicia y lo demás se nos dará por añadidura".
Si bien es necesario preocuparse por el duro trabajo de cada día no dejaremos por ello, de alabar y glorificar a Dios.

DIA SEGUNDO:
Como los labradores vecinos le indispusieron mal con su amo diciéndole que no cuidaba de su hacienda, quiso un día aquel caballero, enterarse por sí mismo de lo que pasaba y viendo que se había puesto muy tarde a arar, se fue hacia él para reprenderlo, mas acercándose vio maravillado, cómo estaban arando al lado de su criado dos pares de bueyes más blancos que la nieve, entendiendo que los ángeles le ayudaban.

PENSAMIENTO: “Seamos honestos y cumplidores de nuestros deberes para con Dios y para con los hombres, y el Señor nos custodiará de nuestros enemigos".

DIA TERCERO:
Otra vez sucedió que yendo unos hombres a buscar a Isidro al campo, no le hallaron, sino sólo a los bueyes uncidos, que por sí mismos araban, sin regirlos nadie y habían arado mucha tierra. Cuando iba el santo labrador a sembrar, repartía el trigo que llevaba a los pobres echando también puñados de él a las avecillas diciendo: "Tomad, avecillas de Dios, que cuando Dios amanece, para todos amanece".
Y aunque los costales menguaban en la repartición, volvía a hallarlos otra vez llenos de trigo.

PENSAMIENTO: “Sembremos caridad y justicia en nuestra vida. No apaguemos nuestro corazón en las cosas de la tierra. Al contrario, guardemos un tesoro en el cielo que jamás se agota, porque donde está vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón".

DIA CUARTO:
Era tan caritativo que acostumbraba todos los sábados a hacer una olla aparte para los pobres en honor de la Virgen María.
Y para dar un día de beber a su amo en la heredad, hizo de una piedra, una fuente clara y milagrosa la cual dura hasta hoy cerca de Madrid, en una ermita del santo,
PENSAMIENTO: “Practiquemos las obras de misericordia: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento. Lo que hicieres a uno de éstos, a Mí me lo hacéis".

DIA QUINTO:
Resuitó a un hijo de aquel caballero, estando ya próximos los preparativos para su entierro. Habiéndose un día ahogado en el pozo, un hijo del Santo, se puso éste con su mujer en oración y estando así, creció el agua del PENSAMIENTO: "En las necesidades espirituales y materiales recurramos con espíritu de fe y oración a Nuestro Padre Celestial. El todo lo sabe, lo ve y lo dispone. Mas pedid y recibiréis, llamad y se os abrirá."

DIA SEXTO:
Transcurrió toda su vida en las faenas del campo. En este contacto humilde de la tierra, supo hallar el camino de Dios. Humilde y sencillo, no se fascinó por las glorias del mundo, al contrario, en las labores diarias de su vida de labrador encontró la fascinación de la gloria de Dios, que lo elevó a los altares.

PENSAMIENTO: “Transcurramos nuestra vida en el camino de la humildad; el que se humilla será ensalzado, y el que se ensalza será humillado. Si somos fieles en las pequeñas cosas, Dios nos recompensará con cosas mayores".

DIA SEPTIMO:
Con pocas luces intelectuales brillaba Isidro, mas los pocos talentos con que Dios adornó su inteligencia de tal manera los hizo fructificar, que dieran el ciento por uno.
Con el santo temor de Dios y el sentido común, cultivó la justicia, la caridad y la misericordia con tanta simplicidad y humildad, que fue la maravilla de sus conciudadanos.

PENSAMIENTO: “No enterremos en tierra estéril los muchos o pocos talentos que Dios nos dio: trabajemos con ellos para que fructifiquen para la gloria de Dios y bienestar nuestro espiritual y material".

DIA OCTAVO:
El oficio de labrador no le reportaba a Isidro ganancias, al contrario, vivía pobremente y con sencillez. No obstante, no temía a la vida, ni a sus problemas, "...Dios proveerá nuestras necesidades, decía, jamás nos faltará el pan de cada día".
No deseó oro, ni plata, ni vestimenta; los bienes del campo le eran suficientes y tan suficientes que tenía para vender lo que poseía y daba limosna.

PENSAMIENTO: “Acostumbrémonos a dar limosna a los necesitados y a vivir con sencillez y caridad sin desear más de lo que necesitamos para nuestro sustento, esto es, vivir cristianamente."

DIA NOVENO:
Finalmente, siendo ya Isidro muy lleno de años y virtudes, y habiendo recibido devotísimamente los sacramentos, entregó su humilde espíritu al Creador. Cuarenta años después, fue hallado su bendito cuerpo sin corrupción y trasladado con gran pompa a la Iglesia de San Andrés, tocando todas las campanas de aquel templo por sí mismas, testimoniando así la gloria que Dios prodigaba al humilde Isidro Labrador.

PENSAMIENTO: "Cosas admirables obra Dios, con humildes y sencillos de corazón. La sabiduría de Dios es estar con los pequeños, porque de ellos es el Reino de los Cielos".



NOVENA A SAN JOAQUÍN Y SANTA ANA
Siglo I

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS: ¡Oh dignísimos abuelos de Cristo, Joaquín y Ana! Yo, miserable pecador, tengo grandísima confianza en vuestros méritos y seguro amparo, sabiendo que nada os negarán vuestro nieto e hija, Jesús y María. Y pues al presente me hallo con un singular anhelo y grave necesidad, he propuesto eficazmente implorar vuestro patrocinio, durante esta Novena, ofreciendo cada día alguna devoción a honra vuestra, para que por vuestra intercesión consiga yo el consuelo que deseo de la divina misericordia, siendo mi fin principal y lo que sinceramente pretendo, la mayor gloria de Dios y la salvación de mi alma. Quiera Su Divina Majestad, por vuestros altos merecimientos, escuchar piadosa mis ruegos, permitir que después de esta Novena logre yo lo que en ella fervorosamente le pido. Amén.
***
Con humilde y devoto corazón llego hoy por la primera (segunda, tercera etc.) vez a vuestra presencia, ¡oh gloriosísimos abuelos de Jesucristo, Joaquín y Ana: confiado os suplico seáis mis fieles intercesores para con Dios, a fin de que por vuestras heroicas virtudes me conceda lo que tanto deseo y vos no ignoráis. ¡Oh dichosísimo par, Joaquín y Ana, grandísima es la confianza que en vos tengo, creyendo que el clementísimo Dios no podrá negarse a mis instancias si os dignáis de patrocinarlas y recomendarlas con una sola palabra, pues a medida de la soberana honra con que el eterno Padre os ha ensalzado entre todos los demás santos para dignísimos abuelos de su Unigénito, será en el trono de su misericordia poderoso vuestro amparo, y dichosos vuestros devotos! Si el Hijo os aventajó, hasta admitiros por gloriosos padres de su Madre Santísima no puede dejar de escucharos ahora en el cielo, cumpliendo vuestras intercesiones; y si el Espíritu Santo os ha reconocido por tan rectos, que entre todos los justos de la ley antigua os escogió por manantiales de la gracia, ¿cómo os rehusará la que ahora pidiereis para mí, pobre pecador? Y finalmente, si la Santísima Trinidad os ha honrado en la tierra, más que a otros santos, sin duda ahora en el cielo querrá complaceros y acceder a vuestra súplica. Por esto vivo seguro, ¡oh santos protectores míos, Joaquín y Ana! de que rogando vos por mí infaliblemente, seré consolado en mi trabajo. Oidme, piadosos abogados míos, y rogad a Dios por mí. Llegad confiados al trono de la Santísima Trinidad, representando mi aflicción con palabras lastimosas, y lo que merecisteis en la tierra, y pedidle por su infinita bondad que tenga misericordia de mí. ¡Oh amantísimos, benignísimos y clementísimos patronos míos, Joaquín y Ana, oid mi oración, alcanzándome lo que pido; proponed mí necesidad! Os la encomiendo de lo más profundo de mi corazón y ruego que os acordéis piadosísimamente de ella. Hablad a vuestro dulcísimo Nieto una sola palabra cariñosa por mí, diciendo:
Amantísimo Jesús, en nuestra contemplación apiadáos de ese humilde pecador, y concededle lo que tan fielmente solicita. Escuchadle por la mucha confianza que en nosotros tiene puesta, sin permitir que se vaya desconsolado.
Comenzar con la oración inicial para todos los días. Después se meditará cada día uno de los nueve gozos que tuvieron San Joaquín y Santa Ana, diciendo:
DÍA PRIMERO: Comenzar con la oración de todos los días.
Oración. ¡Os recuerdo, ¡oh dichosísimo par, Joaquín y Ana!, el jubilo que sentisteis cuando el arcángel Gabriel os reveló la cercanía del deseado Mesías y de vuestro casamiento; por esto os suplico me alcancéis de Dios lo que pido en esta Novena.
Petición. Tres Padrenuestros y Avemarías.
DÍA SEGUNDO: Comenzar con la oración de todos los días.
Oración. Os recuerdo, ¡oh dichosísimo par, Joaquín y Ana!, el sumo gozo que tuvisteis cuando se cumplió vuestro santo casamiento; y por él os suplico me alcancéis de Dios paciencia en mis aflicciones y sosiego espiritual del alma, con lo que pido en esta Novena.
Petición. Tres Padrenuestros y Avemarías.
DÍA TERCERO: Comenzar con la oración de todos los días.
Oración. Os recuerdo, ¡oh dichosísimo par, Joaquín y Ana!, el consuelo con que oísteis del arcángel Gabriel el término de vuestra esterilidad y la elección para ser padres de María Santísima; por él os suplico alentéis mi triste corazón y me alcancéis piedad de vuestro dulcísimo nieto Jesús, con lo que pido en esta Novena.
Petición. Tres Padrenuestros y Avemarías.
DÍA CUARTO: Comenzar con la oración de todos los días.
Oración. Os recuerdo, ¡oh dichosísimo par, Joaquín y Ana! el regocijo que os causó la Concepción Purísima de María; y por él os suplico me alcancéis de Dios gracias para servirle, según la obligación, de mi estado, y lo que pido en esta Novena.
Petición. Tres Padrenuestros y Avemarías.
DÍA QUINTO: Comenzar con la oración de todos los días.
Oración. Os recuerdo, ¡oh dichosísimo par, Joaquín y Ana!, el contento con que visteis nacida a María Santísima, hija vuestra, y por él os suplico me alcancéis de Dios una perfecta resignación a su divina Providencia, y lo que pido en esta Novena.
Petición. Tres Padrenuestros y Avemarías.
DÍA SEXTO: Comenzar con la oración de todos los días.
Oración. Os recuerdo, ¡oh dichosísimo par, Joaquín y Ana!, el alivio que recibisteis teniendo en vuestros brazos a, María Santísima; y por él os suplico me alcancéis de Dios un verdadero dolor de todas mis culpas, y lo que pido en esta Novena.
Petición. Tres Padrenuestros y Avemarías.
DÍA SÉPTIMO: Comenzar con la oración de todos los días.
Oración. Os recuerdo, ¡oh dichosísimo par, Joaquín y Ana, el gusto con que ofrecisteis a vuestra hija en el Templo al servicio de Dios, y por él os suplico me alcancéis de su Divina. Majestad un sincero amor suyo, y lo que pido en esta Novena.
Petición. Tres Padrenuestros y Avemarías.
DÍA OCTAVO: Comenzar con la oración de todos los días.
Oración. Os recuerdo, ¡oh dichosísimo par, Joaquín y Ana!, la gloria que os colmó cuando el arcángel Gabriel os reveló que de vuestra Hija Santísima nacería el deseado Mesías; por ella os suplico me alcancéis de él una ardiente caridad del prójimo y lo que pido en esta Novena.
Petición. Tres Padrenuestros y Avemarías.
DÍA NOVENO: Comenzar con la oración de todos los días.
Oración. Os recuerdo, ¡ oh dichosísimo par, Joaquín y Ana!, el júbilo, gozo, consuelo, regocijo, contento, alivio, gusto y gloria inefable con que al presente estáis viendo para siempre a sus dulcísimos nieto e hija, Jesús y María; por esta dicha os suplico me alcancéis una muerte feliz en gracia suya, y lo que he pedido en esta Novena.
Petición. Tres Padrenuestros y Avemarías.
NOVENA A SAN JOSÉ

ORACIÓN PREPARATORIA
Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos. a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

Pídase con fervor y confianza

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos. a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

Pídase con fervor y confianza
la gracia que se desea obtener.

A continuación rezar la oración del día que corresponda:

DÍA 1º
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.
Oh benignísimo Jesús así como consolaste a tu padre amado en las perplejidades e incertidumbres que tuvo, dudando si abandonar a tu Santísima Madre su esposa, así te suplicamos humildemente por intercesión de San José nos concedas mucha prudencia y acierto en todos los casos dudosos y angustias de nuestra vida, para que siempre acertemos con tu santísima voluntad.
Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA 2º
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.
Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu padre amado en la pobreza y desamparo de Belén, con tu nacimiento, y con los cánticos de los Ángeles y visitas de los pastores, así también te suplicamos humildemente por intercesión de San José, que nos concedas llevar con paciencia nuestra pobreza y desamparo en esta vida, y que alegres nuestro espíritu con tu presencia y tu gracia, y la esperanza de la gloria.
Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA 3º
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.
Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu amado padre en el doloroso misterio de la Circuncisión, recibiendo de él el dulce nombre de Jesús, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, nos concedas pronunciar siempre con amor y respeto tu santísimo nombre, llevarlo en el corazón, honrarlo en la vida, y profesar con obras y palabras que tú fuiste nuestro Salvador y Jesús.
Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA 4º
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.
Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu padre amado de la pena que le causó la profecía de Simeón, mostrándole el innumerable coro de los Santos, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José que nos concedas la gracia de ser de aquellos para quienes tu sirves, no de ruina, sino de resurrección, y que correspondamos fielmente a tu gracia para que vayamos a tu gloria.
Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA 5º
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.
Oh benignísimo Jesús, así como tu amado padre te condujo de Belén a Egipto para librarte del tirano Herodes, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, que nos libres de los que quieren dañar nuestras almas o nuestros cuerpos, nos des fortaleza y salvación en nuestras persecuciones, y en medio del destierro de esta vida nos protejas hasta que volemos a la patria celestial.
Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA 6º
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.
Oh benignísimo Jesús así como tu padre amado te sustentó en Nazaret, y en cambio tú le premiaste en tu santísima compañía tantos años, con tu doctrina y tu dulce conversación, así te rogamos humildemente, por intercesión de San José nos concedas el sustento espiritual de tu gracia, y de tu santa comunión, y que vivamos santa y modestamente, como tú en Nazaret.
Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA 7º
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.
Oh benignísimo Jesús, así como por seguir la voluntad de tu padre celestial permitiste que tu amado padre en la tierra padeciese el vehementísimo dolor de perderte por tres días, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, que antes queramos perder todas las cosas y disgustar a cualquier amigo, que dejar de hacer tu voluntad; que jamás te perdamos a ti por el pecado mortal, o que si por desgracia te perdiésemos te hallemos mediante una buena confesión.
Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA 8º
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.
Oh benignísimo Jesús, que en la hora de su muerte consolaste a tu glorioso padre, asistiendo juntamente con tu Madre su esposa a su última agonía, te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, que nos concedas una muerte semejante a la suya asistido de tu bondad, de tu Santísima Madre y del mismo glorioso Patriarca protector de los moribundos, pronunciando al morir vuestros santísimos nombres, Jesús, María y José.
Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA 9º
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.
Oh benignísimo Jesús, así como has elegido por medio de tu Vicario en la tierra a tu amado padre para protector de tu Santa Iglesia Católica, así te suplicamos humildemente por intercesión de San José, nos concedas el que seamos verdaderos y sinceros católicos, que profesemos sin error la fe católica, que vivamos sin miedo una vida digna de la fe que profesamos, y que jamás puedan los enemigos ni aterrarnos con persecuciones, ni con engaños seducirnos y apartamos de la única y verdadera religión que es la Católica.
Terminar con la oración final para todos los días.


ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.
Jesús, José y María, os doy mi corazón y el alma mía
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, con Vos descansen en paz el alma mía.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Antífona. Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.
III. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración. Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.

NOVENA A SAN JOSÉ DE CUPERTINO
1603 – 1663
PARA TENER ÉXITO EN LOS ESTUDIOS

ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS
Por la señal... Señor mío Jesucristo.
Oración: Gloriosísimo San José de Cupertino, protector de los examinandos, no desdeñéis las súplicas que os dirijo implorando vuestro auxilio en los exámenes de mis estudios.
Alcanzadme del Señor que, como verdadera fuente de luz y sabiduría, disipe las dos clases de tinieblas de mi entendimiento, el pecado y la ignorancia, instruyendo mi lengua y difundiendo en mis labios la gracia de su bendición.
Dadme agudeza para entender, capacidad para retener, método y facultad para aprender, sutileza para interpretar, y en el momento del examen, gracia y abundancia para hablar, acierto al empezar, dirección al progresar y perfección al acabar, si así conviene a la mayor gloria de Dios y provecho de mi alma. Amén.
Meditar a continuación las máximas y jaculatorias del día que corresponda:
DÍA PRIMERO Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Máxima: "El que tiene fe es señor del mundo."

Jaculatoria: San José de Cupertino, espejo de fe, ruega por mí.
DÍA SEGUNDO Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Máxima: "Quien tiene esperanza en todo lugar, no hace poco."

Jaculatoria: San José de Cupertino, espejo de esperanza, ruega por mí.
DÍA TERCERO Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Máxima: "Todo se debe hacer para volver propicia la misericordia divina hacia el prójimo."

Jaculatoria: San José de Cupertino, fuente do caridad, ruega por mí.
DÍA CUARTO Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Máxima: "En cualquier tentación, no confiéis nunca en vosotros mismos; mas levantando la mirada al Crucifijo, apoyaos enteramente en el Salvador, y luego nada, temáis, que Dios no dejaré de seros fiel si vosotros permanecéis con El."

Jaculatoria: San José de Cupertino, modelo de humildad, ruega por mi.
DÍA QUINTO Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.
Máxima: "La obediencia es el más eficaz exorcismo contra el demonio."

Jaculatoria: San José de Cupertino, modelo de prudencia, ruega por mí.
DÍA SEXTO Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Máxima: "Quien tiene paciencia en todo lugar, no hace poco."

Jaculatoria: San José de Cupertino, modelo de paciencia, ruega por mí.
DÍA SÉPTIMO Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Máxima: "Los santos no se hacen en el Paraíso, sino en la tierra, por donde es necesario padecer en este mundo para poder gozar del Paraíso."

Jaculatoria: San José de Cupertino, ejemplo de penitencia, ruega por mí.
DÍA OCTAVO Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Máxima: "Refugio de pecadores, Madre de Dios, acuérdate de mi."

Jaculatoria: San José de Cupertino, tesoro de gracia, ruega por mí.
DÍA NOVENO Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Máxima: "Siendo tú creado para amar y servir a Dios, te será pedida cuenta de si has amado a tu Creador."

Jaculatoria: San José de Cupertino, hoguera de amor de Dios, ruega por mí.


NOVENA A SAN JUAN BOSCO
1815-1888
DÍA PRIMERO: ¡Oh Don Bosco Santo! Por el amor ardiente que tuviste a Jesús Sacramentado y por el celo con que propagaste su culto, sobretodo con la asistencia a la Santa Misa, con la Comunión frecuente y con la visita cotidiana; alcánzanos la gracia de crecer cada vez más en el amor y práctica de tan santas devociones, y de terminar nuestros días fortalecidos y confortados por el celestial alimento de la Divina Eucaristía.
Padrenuestro, avemaría y gloria.
DÍA SEGUNDO: ¡Oh Don Bosco Santo! Por el amor ternísimo que tuviste a María Auxiliadora, vuestra Madre y Maestra; alcánzanos una verdadera y constante devoción a tan dulcísima Madre, a fin de que, como hijos suyos devotísimos, podamos merecer su valioso patrocinio en esta vida y de un modo especial en la hora de nuestra muerte.
Padrenuestro, avemaría y gloria.
DÍA TERCERO: ¡Oh Don Bosco Santo! Por el amor filial que tuviste a la Santa Iglesia y al Sumo Pontífice, a quien defendiste constantemente; alcánzanos la gracia de ser siempre dignos hijos de la Iglesia Católica, y de amar al Papa y venerar en él al Infalible Vicario de Nuestro Señor Jesucristo.
Padrenuestro, avemaría y gloria.
DÍA CUARTO: ¡Oh Don Bosco Santo! Por el amor grande con que amaste a la Juventud y le hiciste de Padre y Maestro, y por los heroicos sacrificios que sobrellevaste por su salvación; haz que también nosotros amemos con un amor santo y generoso a esta porción elegida del Sagrado Corazón de Jesús, y que en todo joven contemplemos la persona adorable de nuestro divino Salvador.
Padrenuestro, avemaría y gloria.
DÍA QUINTO: ¡Oh Don Bosco Santo! Tú que a fin de continuar y extender siempre más tu santo apostolado, fundaste la Sociedad Salesiana y el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora; haz que los miembros de estas dos Familias Religiosas estén siempre llenos de tu espíritu y sean fieles imitadores de tus heroicas virtudes.
Padrenuestro, avemaría y gloria.
DÍA SEXTO: ¡Oh Don Bosco Santo! Tú que a fin de obtener en el mundo más abundantes frutos de fe práctica y ternísima caridad, instituiste la Unión de los Cooperadores Salesianos; haz que éstos sean siempre modelos de las virtudes cristianas y providenciales ayudantes de tus obras.
Padrenuestro, avemaría y gloria.
DÍA SÉPTIMO: ¡Oh Don Bosco Santo! Tú que amaste con amor inefable a todas las almas, y que para salvarlas enviaste a tus hijos hasta los últimos confines de la tierra; haz que también nosotros pensemos continuamente en la salvación de nuestras almas y cooperemos con todos los medios posibles a salvar tantos pobres hermanos nuestros.
Padrenuestro, avemaría y gloria.
DÍA OCTAVO: ¡Oh Don Bosco Santo! Tú que amaste con un amor de predilección la bella virtud de la pureza, y la inculcaste con el ejemplo, con la palabra y con los escritos; haz que también nosotros, enamorados de tan indispensable virtud, la practiquemos constantemente y la difundamos con todas nuestras fuerzas.
Padrenuestro, avemaría y gloria.
DÍA NOVENO: ¡Oh Don Bosco Santo! Tú que fuiste siempre tan compasivo hacia las humanas desventuras, dirige una mirada hacia nosotros tan necesitados de tu auxilio. Haz descender sobre nosotros y sobre nuestras familias las maternales bendiciones de María Auxiliadora; alcánzanos todas aquellas gracias espirituales y temporales que necesitamos: intercede por nosotros en vida y en muerte, a fin de que podamos cantar eternamente las divinas misericordias en el Paraíso Celestial. Así sea.
Padrenuestro, avemaría y gloria.

NOVENA A SAN JUAN DE DIOS
1495 – 1550

ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS: Me dirijo a ti, San Juan de Dios, Padre de los pobres y enfermos, que compartiste los sufrimientos de los demás, y ahora estás junto al Divino Samaritano para ser nuestro intercesor ante la salud y la enfermedad. Te pido que tu recuerdo nos acompañe siempre, que pongamos a Dios en el centro de nuestra vida, y que demos sentido a la misma desde el amor hecho servicio. Cuento contigo, San Juan de Dios, que sepa imitarte. Amén.
Rezar a continuación la oración del día que corresponda:

DÍA PRIMERO
Fe de San Juan de Dios, por Cristo, con la Iglesia. Para ti, San Juan, el Dios "que te hizo y te crió" fue desde tu conversión el centro de tu existencia: "viendo a Dios todos los días" y "siendo fuerte y constante en su servicio". Ese "Dios, preferido a todas las cosas del mundo", era el encarnado en Cristo "al que deseabas servir y agradar".
Así reafirmabas tu fe en Dios, por Cristo, con la Iglesia: "aceptando todo lo que tenía y creía la Santa Madre Iglesia; de ahí no salías y echaba tu sello y cerrabas con tu llave".
Esa era tu fe, San Juan de Dios, hecha vida. Concédeme que yo la comprenda y la viva como tú. Amén.
DÍA SEGUNDO
Esperanza de San Juan de Dios hecha confianza. Tú, San Juan de Dios, expresas tu esperanza: "vuestro menor hermano Juan de Dios, si Dios quisiere, muriendo mas empero callando y en Dios esperando".
Para ti, Dios es el Señor, nuestro destino: "Yo espero en Dios que algún día será descanso para nuestras almas".
Tu esperanza era confianza existencial y salifica, y desconfianza de nosotros: "no confiar en sí mismo, sino en solo Jesucristo, pues El sabe mi corazón, y nos dará la vida eterna".
Desde tu esperanza y fe, San Juan de Dios, ayúdame a ver a Dios como Padre y a fiarme de su amor. Amén.
DÍA TERCERO
Caridad misericordiosa de San Juan de Dios. Tú, San Juan de Dios, escribiste "tened siempre caridad, que donde no hay caridad, no hay Dios, aunque Dios en todo lugar está".
Esta caridad será misericordiosa: "si mirásemos cuán grande es la misericordia de Dios, nunca dejaríamos de hacer el bien mientras pudiésemos". Caridad expresada en Amor Misericordioso.
Tu espiritualidad hace referencia a los necesitados como representación del Cristo sufriente, una nueva presencia en el que sufre.

¡Cuánto misterio y qué grande fe! San Juan de Dios, házmelo aceptar, aunque no lo comprenda. Amén.
DÍA CUARTO
San Juan de Dios y la salvación. Tú, San Juan de Dios, "deseabas la salvación de todos como la tuya misma. Amén Jesús". Esta salvación es don, "Jesucristo os guarde y salve", y responsabilidad del hombre: "el buen vivir es la llave del que salvarse sabe".
Para ti, "esta vida es una continua guerra con el mundo, y el demonio, y la carne", y "cual nos hallare el Señor tal nos juzgará, bueno será enmendarnos con tiempo".
Ayúdame, San Juan de Dios, a dar sentido a mi vida. Amén.
DÍA QUINTO
San Juan de Dios, pobre pero confiado. ¿Qué matemáticas eran las tuyas, San Juan de Dios?. "Estoy con mucha necesidad, empeñado y cautivo por solo Jesucristo. Son muchos los pobres, y como no los puedo socorrer, estoy muy triste".
Pero añades: "Confío en solo Jesucristo que me desempeñará; todo lo mantiene y provee Dios cada día. Dar acá, dar allá, todo es ganar".
Que yo, San Juan de Dios, aprenda tu sensibilidad, tu criterio transcendente y sepa imitarte. Amén.
DÍA SEXTO
San Juan de Dios, limosnero de Dios. Tu pregón cada tarde, Juan de Dios, era: "Haceos bien a vosotros mismos, dando limosna a los pobres". Para ti la limosna enriquece al que da y al que recibe.
"La limosna está delante de Jesucristo rogando por vos, y los ángeles la tienen asentada en el libro de la vida. El anillo está bien empleado, que dos pobres llagados hice vestir".
"¡Quién no da de lo que tiene a este bendito mercader pues hace tan buena mercancía!"
Ábreme, San Juan de Dios, la mente, el corazón y la mano.
DÍA SÉPTIMO
San Juan de Dios, esclavo de Jesús y María. Jesús y María centraban, San Juan de Dios, tu ser: "En nombre de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra Señora la Virgen María, el menor esclavo de los esclavos".
En tu vivir "deseabas siempre servirles y agradarles; todo sea para su servicio".
Como ideal, "querías tomar ejemplo de la Virgen María, la cual tejía y trabajaba todo el día, y de noche y parte del día oraba en su retiro".
Que yo sepa, San Juan de Dios, cobijarme en Jesús y María y sean mi ideal de cristiano.
DÍA OCTAVO
San Juan de Dios, Fundador por los pobres. Para ti, Juan de Dios, pobres eran los maltratados, abandonados, enfermos, incurables, llagados que "al verlos te quebraron el corazón".
Escribiste: "desvelarse en curarles, hacerles bien y caridad, sustentarles, vestir y curar".
De tu ejemplo nacen tus Hermanos Hospitalarios y surge tu obra de caridad; y ya son cuatro siglos y medio que sigues entre los pobres por medio de tantos que directa e indirectamente continúan tu misión.
Que tu ejemplo no se desvirtúe, San Juan de Dios, y los pobres cuenten a su lado con unas manos y un corazón. Amén.
DÍA NOVENO
San Juan de Dios, Patrón por su Hospitalidad. Desde tu ejemplo, San Juan de Dios, fuiste proclamado Patrón de Enfermos, Hospitales, Enfermeros y Asociaciones Sanitarias por León XIII y Pío IX; en España también del Cuerpo de Bomberos.
Sé de todos ellos su intercesor, para que los pobres y enfermos estén sobre otros intereses sociales, económicos y políticos, los hospitales sean en verdad santuarios de salud y humanización y los sanatorios actúen con responsabilidad y ética, con profesionalidad y técnica, con servicialidad, respeto y defensa de la vida. Así sea.






NOVENA A SAN JUAN DE LA CRUZ
1542 - 1591


ACTO DE CONTRICIÓN: Señor mío Jesucristo, que quisisteis tomar forma de siervo y nacer de una Virgen Purísima, muriendo en una cruz para librarme del pecado y del infierno, acordaos de vuestra infinita caridad, ten piedad de mi, pobre pecador, que, oprimido con el peso de mis culpas y confesando su malicia, me arrepiento de ellas, y me pesa de lo íntimo de mi corazón de haberlas cometido, por ser ofensas a vuestra bondad inmensa, a quien amo sobre todas las cosas. Propongo firmemente, con el auxilio de vuestra gracia, nunca más pecar. Haced, Señor, por los méritos e intercesión de vuestro fiel siervo San Juan de la Cruz, que no me rinda a las asechanzas del común enemigo, antes bien me mantenga constante en el propósito que hago de no ofenderos más, y así consiga, con vuestra gracia, perseverar en vuestro amor hasta el último instante de mi vida, para continuar amándoos, bendiciéndoos y alabándoos por toda la eternidad en el Cielo. Amén.
Oración preparatoria para todos los días. Clementísimo Dios, que por vuestra inmensa piedad quisisteis que San Juan de la Cruz fuese desde niño inclinado a todo género de virtudes, y con su ejercicio alcanzase ser muy amado de Vos y de Nuestra Santísima Madre, comunicándole muchas gracias y singulares favores, os suplico humildemente, por su intercesión y merecimientos, que me concedáis pureza de alma y cuerpo con las demás virtudes que este glorioso Santo practicó toda su vida, a fin de que, imitándole en este ejercicio, merezca, como él, ser amparado de Vos y de vuestra Madre Santísima en esta vida por gracia, y después gozaros para siempre en su compañía en la gloria. Amén.
Meditar la reflexión del día correspondiente:
DÍA PRIMERO Acto de contrición y oración preparatoria.
Oración. Glorioso San Juan de la Cruz, que desde vuestra infancia fuisteis tierno amante de María Santísima y de la cruz de su Santísimo Hijo, mereciendo por este amor ser protector singular de las almas afligidas y desconsoladas: os suplico, Padre mío, interpongáis vuestros ruegos para con Madre e Hijo a fin de que me concedan viva fe, firme esperanza, ferviente caridad y tiernísimo amor a la cruz de mi Señor, en cuyo ejercicio viva y muera amparado siempre de su gracia, y también consiga, si me conviene, lo que pido en esta Novena. Amén.
Rezar tres Padrenuestros y Avemarías, en reverencia de los tres singulares favores que Jesucristo y su Santísima Madre le dispensó, y después se hará la petición, concluyendo con la oración final.
DÌA SEGUNDO Acto de contrición y oración preparatoria.
Oración. Glorioso y excelso Padre mío San Juan de la Cruz, que, siendo aún de pocos años, crucificasteis vuestro cuerpo con muchos rigores y penitencias, para asemejaros en lo posible al que por nuestro amor padeció en la cruz: os suplico, Padre mío amantísimo, que intercedáis con nuestro Señor Jesucristo para que me infunda espíritu de penitencia, a fin de que sufra por su amor los trabajos y dolores que me enviare; y de esta manera, satisfaciendo las innumerables ofensas que le tengo hechas, y purificada mi alma con tan saludable ejercicio, merezca llegar a gozarle por siempre en vuestra compañía en la gloria, y también alcance lo que pido en esta Novena, si me conviene. Amén.
Concluir como el primer día.

DÍA TERCERO Acto de contrición y oración preparatoria.
Oración. Amantísimo Padre mío San Juan de la Cruz, que por vuestra continua oración merecisteis renombre de doctor extático y luz espacialísima para gobernar las almas y hacerlas adelantar en el camino de la virtud: os suplico humildemente que, como Padre y Director iluminado, alumbréis la mía con las luces de vuestra celestial doctrina, y la inclinéis al ejercicio santo de la oración, con el cual, desprendida de todo lo terreno, llegue a amar solo a Dios y a las cosas del cielo, y así pueda alcanzar de Su Divina Majestad perseverancia en el bien obrar, y también, si me conviene, la gracia que pido en esta Novena. Amén.
Concluir como el primer día.
DÍA CUARTO Acto de contrición y oración preparatoria.
Oración. ¡Oh Padre mío amantísimo San Juan de la Cruz! Espejo de paciencia y fortaleza, que para gloria de Dios y bien de vuestra Reforma sufriste innumerables trabajos y penalidades, gloriándoos, como otro Pablo, en los oprobios y contradicciones: os suplico, Santo mío, me alcancéis de nuestro buen Dios que sufra yo con paciencia e igualdad de ánimo todo lo que me sucediere adverso, a fin de que, padeciendo mis penas y amando a los que me las causan, por la gloria de mi Señor se purifique mi alma de la escoria de sus culpas y adelante en las virtudes, con cuyo ejercicio merezca alcanzar el premio prometido a los que padecen con fortaleza por Dios y su gloria, y también consiga, si me conviene, la gracia que pido en esta Novena. Amén.
Concluir como el primer día.
DÍA QUINTO Acto de contrición y oración preparatoria.
Oración. Glorioso Padre mío San Juan de la Cruz, que por el gran poder que os concedió el Señor sobre los demonios, y por los muchos que expelisteis de las almas y cuerpos, os llamaban el «Milagrero»: os suplico humildemente que ejercitéis conmigo esa misma insigne caridad y compasión, alcanzándome de Su Divina Majestad me conceda victoria cumplida de todas las asechanzas y sugestiones con que me tiente el infernal enemigo, no sólo durante la vida, sino también en la hora de mi muerte; para que, viviendo y muriendo con esta celestial gracia, logre el premio que Dios tiene preparado para los justos en su santísimo Reino, y también alcance el favor que suplico en esta Novena, si me conviene. Amén.
Concluir como el primer día.
DÍA SEXTO Acto de contrición y oración preparatoria.
Oración. Glorioso Padre mío San Juan de la Cruz, que por vuestra pura y casta vida merecisteis que Dios y su Madre Santísima os concediesen la gracia de reprimir los movimientos y deseos impuros de los que os miraban, y por este medio y vuestro grande espíritu hicieseis en muchas almas singulares conversiones: os suplico, Padre mío, que os compadezcáis de mi flaqueza en esta materia, y me alcancéis de Dios, por medio de su Santísima Madre, la virtud de una castidad perfecta, para que, viviendo limpio de alma y cuerpo, pueda algún día gozar de la gloria eterna y consiga ahora lo que pido en esta Novena, si me conviene. Amén.
Concluir como el primer día.
DÍA SÉPTIMO Acto de contrición y oración preparatoria.
Oración. Bendito y glorioso Padre mío San Juan de la Cruz, que por vuestra insigne humildad merecisteis ser llamado el «Mínimo Grande», y por vuestra excelsa sabiduría el «Doctor Místico y Querúbico», os suplico, Padre amoroso, me alcancéis de Dios que sea yo humilde de corazón, para que, conociendo mi bajeza y defectos, me aparte de las vanidades y honras mundanas y sufra resignado los desprecios que me hicieren; y así, caminando con la luz de vuestra doctrina por la senda de la nada, llegue a poseerlo todo en Dios, mediante su divina gracia, y también la que os suplico en esta Novena, si me conviene. Amén.
Concluir como el primer día.
DÍA OCTAVO Acto de contrición y oración preparatoria.
Oración. ¡Oh glorioso Padre mío San Juan de la Cruz! Con razón os llaman padre de los pobres, remedio de enfermos y consolador de afligidos; pues ya cuando vivíais, y ahora por vuestras reliquias e imágenes, obráis en todos mil maravillas. Os suplico, Padre mío amoroso, que, condoliéndoos de mis males y dolencias, uséis conmigo de vuestras acostumbradas misericordias y me alcancéis de Dios el remedio y consuelo que necesito, para que, alabando a Su Divina Majestad por este y los demás beneficios que me ha hecho por vuestra intercesión, juntamente le dé gracias por el particular que pido, y espero me conceda en esta Novena, si me conviene. Amén.
Concluir como el primer día.
DÍA NOVENO Acto de contrición y oración preparatoria.
Oración. Amable y excelso Padre mío San Juan de la Cruz, que, por imitar a nuestro Divino Redentor, renunciasteis hasta en la muerte los alivios y consuelos, aun celestiales, y abrazasteis gustoso los trabajos y desprecios, por grandes que fuesen, como se vio cuando el Señor os dijo: «Juan, ¿qué premio quieres por tus trabajos?». Y Vos, con generoso y soberano valor, le respondisteis: « Señor, padecer y ser menospreciado por Vos». Lo que fue tan del agrado de su Divina Majestad, que os concedió el morir despreciado de las criaturas, y penando en la cruz con cinco llagas, pero honrado y animado con la presencia del mismo Creador. Os suplico, Padre amantísimo, me alcancéis del Señor que os imite durante mi vida, y en la muerte me aprovechen los méritos de su Sagrada Pasión, y por ella me perdone todos mis pecados, y me conceda la perseverancia final en su gracia, mediante la cual pueda gozarle en vuestra compañía por toda la eternidad en la gloria, y también el favor que pido en esta Novena, si me conviene. Amén.

Concluir como el primer día.

Oración final para todos los días. Omnipotente Dios y Señor, que al bendito San Juan le concedisteis ser amante fervoroso de los trabajos, desprecios y cruz de vuestro Santísimo Hijo, y una abnegación perfecta de sus pasiones y apetitos; concédenos, Señor, por sus méritos y ruegos, que, imitando ahora sus virtudes, merezcamos en el Cielo ser compañeros de su gloria por los siglos de los siglos. Amén.








NOVENA A SAN JUAN MACÍAS

1585 – 1645

ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS

Por la señal... Señor mío Jesucristo.
Bendito, alabado y glorificado seas por siempre, oh Dios Todopoderoso y Padre amorosísimo de todas las amas, y muy en particular de las que gimen, abandonadas, en este valle de lágrimas y miserias, como lo demostrasteis con vuestro siervo y abogado mío, el Santo Juan Macías, dándole por visible guía al discípulo amado San Juan Evangelista. Yo os suplico me concedáis el favor que os pido por esta novena, si es para vuestra mayor gloria y bien de mi alma. Amén

Meditar a continuación la reflexión del día que corresponda:
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS ¡Oh Dios!, que quisisteis que floreciera el Santo Juan Macías por cl candor de las costumbres, enriqueciéndole en su humilde vida con abundancia de gracias; os rogamos nos concedas imitar de tal manera sus virtud que, limpios de toda mancha, merezcamos llegar a nuestra gloria. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Ave María Purísima. Sin pecado concebida.
DÍA PRIMERO
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.
Reconocimiento a los beneficios divinos.
Soy cristiano y, por los mismos, dueño de un hermoso huerto de fértil tierra, ricas fuentes, lluvias, vientos, hielos y calores a su debido tiempo; hasta la escogida semilla se viene a la mano: sólo hace falta nuestra cooperación para obtener el deseado fruto. Este fruto es la paz del alma, necesaria para alcanzar los bienes eternos; pues tales oficios hacen las contrariedades, disgustos y enfermedades, refrigeradas por las dulces aguas que brotan de los siete Sacramentos. Haced, Señor, por mediación de vuestro Siervo, sepa reconocer y daros gracias por tan singular beneficio.
Pídase la gracia que se desee conseguir. Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA SEGUNDO
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.
Conformidad con el propio estado.
No es fácil la conformidad, pero es indispensable para que el árbol de nuestra vida arraigue y dé frutos saludables. Todos quisiéramos que nada nos faltara, mas la experiencia nos dice que no es posible; que todos tengamos derecho a ser iguales es una de tantas ofensas a la providencia de Dios, que, con ser el hombre su obra maestra de la Creación, puso a los ojos en el lugar más preferente, mientras que a los pies los dejó a ras de tierra; el rostro, a vista de todos, y, sin embargo, al corazón, fuente vital, lo deja encerrado como en una cárcel. ¿Por qué tanta desigualdad?
Convenzámonos de que el cargo que nos haya cabido en la sociedad es el más conveniente a nuestra santificación, si lo ajustamos a los preceptos de Dios.
Pídase la gracia que se desee conseguir. Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA TERCERO
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días. Vida cristiana.

Verdad es que nos han bautizado, oímos misa en los días festivos, cumplimos con el precepto pascual y asistimos a alguno que otro acto religioso, con esto ya nos creemos verdaderos cristianos; pero ¿podríamos llamar buen comerciante o buen labrador al que rara vez abre su tienda o labra sus tierras? No. Es necesario vivir como tales, cultivando las virtudes, reprimiendo los vicios y amándonos todos como hermanos. Da verdadera pena que llevemos este sagrado nombre y vivamos -!cuántas veces !- odiándonos aun entre las mismas familias. Que no sólo en el nombre, sino que también en las obras puedan decir de nosotros que somos verdaderos hijos de Abraham.
Pídase la gracia que se desee conseguir. Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA CUARTO
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días. Del amor a Jesús Sacramentado.
¿Qué diríamos de quien, estando cerca del fuego y en su mano el calentarse, se consumiera tiritando de frío? Igual reproche merece el que en la vida del espíritu se ve cercado por los siete pecados capitales, es decir, hinchado por la soberbia, consumido por la avaricia, embrutecido por la gula, abrasado de la lujuria, y así de los demás, y no se llega a Jesús en el Sagrario, que es, según dice el P. Granada, consuelo de nuestra soledad, mantenimiento de nuestras almas, medicina de nuestras llagas y escudo contra todos nuestros enemigos. Si te es posible, no dejes de visitarle todos los días en el Sagrario, y entonces experimentarás cuán dulce y suave es el Señor.
Pídase la gracia que se desee conseguir. Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA QUINTO
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días. Devoción a Jesús Crucificado.
"Si yo fuere levantado de la tierra -dice el Señor-, todas las cosas las atraeré a mi". No habrá hogar en España que, por derecho de antigüedad, no tenga entronizado, en su mejor aposento, el santo Crucifijo, el mismo quizá, que confortó en los momentos difíciles a los seres queridos. Así había de ser, porque sólo un Dios Todopoderoso que sabe de dolores, puede valer de bálsamo a nuestras heridas. Sea, pues, Jesús Crucificado el muro y puerto donde se estrellen las olas de las pasiones y resguardamos de las asechanzas de nuestros enemigos, y, en particular, nuestro fiel consolador a la hora de la muerte.
Pídase la gracia que se desee conseguir. Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA SEXTO
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días. Devoción a María Santísima.

Se divierten los niños con tal interés, como si en el mundo no existiera más que ellos y sus juegos; pero, al menor rasguño, brota en seguida de sus labios el dulce nombre de !madre! Hasta los mayores, que ya no pueden gozar de sus cariños, se desprende un dejo de mieles al recordarla. Mas este amor, con ser muy grande, lleva mucho de interesado; es un telón que, descorriéndolo, aparece la verdadera Madre, nada terrena, pero que sabe de dolores y que está pronta a escuchar y remediar nuestras dolencias. Es la Reina y Señora dispensadora de todas las gracias. No dejemos de invocarla diariamente con el rezo del santo Rosario o, al menos, con tres Avemarías al acostarse.
Pídase la gracia que se desee conseguir. Terminar con la oración final para todos los días.
Pídase la gracia que se desee conseguir. Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA SÉPTIMO
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días. Caridad para con los pecadores.

Dignos de compasión deben de ser los pobres pecadores, y por lo general, ¿cómo se les compadece? Muchas veces, con el desprecio; otras, criticando sus acciones, o, cuando no, se les empuja estando al borde del precipicio. No, cristiano, no; dale tu mano para sacarlo del vicio, suaviza sus miserias si no está en ti el remediarlas: es nuestro hermano. Nunca echemos en olvido que estamos formados del mismo barro, y, si Dios nos deja de su mano, caeríamos en los mismos pecados o en mayores quizás.
En nuestros sacrificios y oraciones no los olvidemos para que el Señor los vuelva al verdadero camino.
DÍA OCTAVO
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días. Amor para con los agonizantes.

Muchas batallas tenemos que sostener durante la vida, pero ninguna más dura y decisiva como la de la hora de la muerte; en ella nos va todo: honra, hacienda, amigos, hogar; pero nada es esto en comparación del eterno porvenir: ese, para siempre, ser infeliz o dichoso, es para temblar de pies a cabeza. Con nuestras oraciones podemos hacer que el Divino Jesús incline la balanza hacia el bien de muchos hermanos que, a no ser así, serían arrojados al fuego eterno. Oremos, oremos por los agonizantes.
Pídase la gracia que se desee conseguir. Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA NOVENO
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días. Amor a las almas del Purgatorio.

Mientras vivimos, malo ha de ser que no haya quien de nosotros no se compadezca al contemplar nuestras miserias; pero, ¡ay!, una vez traspasemos los umbrales de la eternidad y transcurra algún tiempo, puede ser se olviden de nosotros. No, no suceda así; si con la vara que midiéremos seremos medidos, seamos cuerdos, pidamos por las almas del Purgatorio. Ofrezcámosles todos nuestros sacrificios, y Dios, que las ama tanto, nos lo pagará con creces en esta y en la otra vida. Que no se pase un solo día, y muchas veces durante él, sin enviarles un «Jesús, María y José, socorred a las almas del Purgatorio».
Pídase la gracia que se desee conseguir. Terminar con la oración final para todos los días.

NOVENA A SAN JUAN MARÍA VIANNEY [1]
1786-1859


Rezar a continuación la oración del día que corresponda:

DÍA PRIMERO
Fe ardiente. San Juan María Bautista Vianney tu naciste de una madre profundamente religiosa; de ella recibiste la santa Fe, aprendiendo a amar a Dios y a rezar. Ya a temprana edad se te pudo ver arrodillado delante de una estatua de María. Tu alma fue arrebatada de forma sobrenatural hacia las cosas más elevadas. A pesar del alto coste respondiste a tu vocación.
Contra muchos obstáculos y contradicciones tuviste que luchar y sufrir para llegar a ser el perfecto cura que fuiste. Pero tu espíritu de profunda fe te sostuvo en todas estas batallas. Oh gran santo, tu conoces el deseo de mi alma. Quisiera servir a Dios mejor. De El he recibido muchas buenas cosas. Por esto, obtén para mi más valor y especialmente una profunda fe.
Muchos de mis pensamientos, palabras y acciones son inútiles para mi santificación y mi salvación porque ese espíritu sobrenatural no impulsa mi vida. Ayúdame a ser mejor en el futuro.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por… (Mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA SEGUNDO
Completa confianza en Dios. San Juan María Bautista Vianney, ¡cuanta confianza tenía la gente en tus oraciones! No podías abandonar tu vieja rectoría o tu humilde iglesia sin verte rodeado por almas implorantes, que recurrían a ti al igual que hicieron al mismo Jesús durante su vida terrenal. Y tú, oh buen santo, les dabas esperanza con tus palabras que estaban llenas de amor para Dios.
Tú, que siempre confiabas enteramente en el corazón de Dios, obtén para mi una confianza filial y profunda en su Providencia. Así como la esperanza de bienes divinos llena mi corazón, dame valor y ayúdame a obedecer siempre los mandamientos de Dios.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por… (Mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA TERCERO
Amor verdadero al prójimo. San Juan María Bautista Vianney, por causa de tu amor a Dios mostraste una gran caridad hacia tu prójimo. No podías predicar el amor de Dios sin derramar lágrimas de amor. Durante tus últimos años parecía como si no pudieras hablar acerca de otra cosa o vivir para cualquier otra cosa. Así te sacrificaste a ti mismo por tu prójimo mediante el consuelo, la absolución y santificándoles hasta el límite de tus fuerzas.
Tu caridad me inspira a un mayor amor a Dios, un amor que se muestra más por los hechos que por las palabras. Ayúdame a amar a mi prójimo con igual generosidad a como Cristo los ama.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por… (Mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA CUARTO
Horror al pecado. San Juan María Bautista Vianney, tu fuiste tan inflexible contra el pecado, y sin embargo, tan amable y dispuesto a acoger al pecador. Acudo a ti hoy como si aún estuvieras vivo, como si estuviera arrodillado ante tus pies y pudieras oírme. Inclínate hacia mí, escucha al confidente arrepentido por las debilidades y acciones miserables.
Cura del Señor, infatigable confesor, obtén para mi el horror al pecado. Tu quisiste sobre todo que evitáramos la ocasión de pecar. Quiero tomar tu consejo y hacer la resolución de romper con los malos hábitos y evitar las ocasiones peligrosas de pecar. Ayúdame hoy a examinar mi conciencia.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mí durante esta novena y especialmente por… (Mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA QUINTO
Confesor de almas. Oh Santo Cura de Ars, tu sabías cuan importante era una buena confesión para la vida cristiana. Para procurar felices frutos a millones de almas era por lo que tú aceptabas estar en un incómodo confesionario, que era como una prisión, hasta 15 y 16 horas en ciertos días.
Voy a intentar a desarrollar el hábito de la confesión frecuente, a prepararme adecuadamente cada vez y a tener siempre arrepentimiento de mis pecados, para que así la gracia de la final perseverancia y también la santificación de mi alma sean aseguradas. Pide por mi este gracia.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mí durante esta novena y especialmente por… (Mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA SEXTO
Presencia real. Oh Santo Cura de Ars, cuyo único consuelo en este mundo era la presencia real de Jesús en el tabernáculo, ¿acaso no era tu gran felicidad distribuir la comunión a los peregrinos que te visitaban?. Tú negabas la comunión a las almas que se negaban a reformarse, pero a las almas de buena voluntad les abrías de par en par las puertas de la fiesta de la eucaristía.
Tú, que cada día en la Santa Misa recibías la Santa Comunión con gran amor, dame algo de tu fervor. Libre de pecado mortal, obtén para mi un sincero deseo de beneficiarme al recibir la Santa Comunión.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mí durante esta novena y especialmente por… (Mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA SÉPTIMO
Ahuyentador del demonio. Oh Santo Cura de Ars, los infames ataques del demonio que tuviste que sufrir y las pruebas que te desalentaban hasta la fatiga no te hicieron abandonar la sublime tarea de convertir las almas. Durante muchos años el demonio vino a interrumpir tu corto descanso pero tú ganaste gracias a la mortificación y las oraciones.
Poderoso protector, tu conoces bien el deseo del tentador por dañar mi alma bautizada y creyente. El quisiera verme pecar rechazando los Santos Sacramentos y la vida de virtud. Buen santo de Ars ahuyenta de mi toda traza del enemigo.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mí durante esta novena y especialmente por… (Mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA OCTAVO Pureza exquisita. Oh Santo Cura de Ars, de ti un testigo de tu vida dijo esta frase: "Le hubiéramos tomado por un ángel en un cuerpo mortal".
Tú edificaste a tantos otros: la modestia y la exquisita pureza radiaban de tu cuerpo. Con ese encanto y con ese entusiasmo predicaste a otros acerca de esas bellas virtudes que tu decías se asemejaban al perfume de un viñedo en flor.
Por favor yo te imploro que unas tus súplicas a las de María Inmaculada y Santa Filomena para que siempre guarde, tal y como Dios me pide, la pureza de mi corazón. Tú, que has dirigido a tantas almas hacia las alturas de la virtud, defiéndeme en las tentaciones y obtén para mí la fortaleza para conquistarlas.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mí durante esta novena y especialmente por… (Mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

DÍA NOVENO
Deseo de cielo. Oh Santo Cura de Ars, tus restos preciosos están guardados en un magnífico relicario, donación de los sacerdotes de Francia. Pero esta gloria terrena es sólo una pálida imagen de la gloria indescriptible que estas disfrutando con Dios. Durante el tiempo que permaneciste en la tierra solías repetir en tus horas de abatimiento: "ya descansaré en la otra vida". Ahora ya esta hecho: ya estás en la paz y felicidad eternas.
Deseo seguirte algún día. Pero hasta entonces te oigo diciéndome: "debes trabajar y luchar mientras estés en el mundo". Enséñame entonces a trabajar por la salvación de mi alma, a difundir la buena nueva, el buen ejemplo y a hacer el bien a los que me rodean y así poder recibir la felicidad de los elegidos contigo.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mí durante esta novena y especialmente por… (Mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
* * *
¡Oh San Juan Vianney, patrón de los curas, ruega por nosotros y por todos los curas!





NOVENA A SAN JUDAS TADEO
Siglo I


DÍA PRIMERO
San Judas, el sanador poderoso
San Judas acompañó a Jesús por las aldeas de Israel y fue testigo de su poder de sanación. Tal vez el vio a Jesús curar a los diez leprosos, sanar a una mujer sufriendo hemorragias, resucitar a los muertos. Cuando el pobre ciego gritó, "¡Jesús, hijo de David! Ten compasión de mí," San Judas probablemente oyó a Jesús contestar: "Recobra tu vista. Tu fe te ha sanado." (Lc 18:39-42)
San Judas fue uno de los discípulos a quienes Jesús "dio poder y autoridad... y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. " (Lc 9:1-2). Los envió de dos en dos, y ellos se quedaron admirados porque "Echaban a muchos espíritus malos y sanaban a numerosos enfermos con una unción de aceite." (Mc 6:13)
Tal vez dudamos que Dios quiera lo mejor para nosotros. Puede ser que a veces pensemos que nuestro sufrimiento o enfermedad es un castigo de Dios por nuestros pecados. Nos olvidamos como Jesús trabajaba incansablemente para sanar a los enfermos. Cuando Jesús curó al hombre que nació ciego, explicó, "Esta incapacidad no es por haber pecado él o sus padres, sino para que la obra de Dios se manifieste en él." (Jn 9:3)
San Judas entendió que el deseo del Señor era sanar a la gente. Después de la ascensión de Jesús, San Judas y los otros apóstoles "salieron a predicar por todas partes con la ayuda del Señor, el cual confirmaba su mensaje con señales milagrosas que los acompañaban." (Mc 16:18) Las palabras de Jesús durante la última cena se cumplieron en San Judas: "Les aseguro que la persona que cree en mi hará también las obras que yo hago, y hará otras todavía más grandes." (Jn 12:14)
ORACIÓN: San Judas, tú fuiste testigo del poder sanador de nuestro Señor, Jesús. Tú viste su compasión por los enfermos y moribundos. Tú mismo tocaste a los enfermos, compartiste los dolores de los afligidos, y animaste a los desconsolados. Tú recibiste la autoridad y el poder de Jesús para hacer maravillas, curar a los incurables, y restaurar a los incapacitados. Te pedimos que intercedas ante nuestro hermano, Jesús, para que envíe su gracia para sanar a los enfermos y afligidos, para levantar a los espíritus caídos, y para infundir esperanza a los corazones desesperados. Amén.
• Compromiso. Prometo que de alguna manera llevaré la buena nueva del amor de Dios a una persona enferma.

DÍA SEGUNDO
San Judas, Apóstol de Oración
Jesús enseñó a San Judas cómo rezar y cómo orar con una fe que puede trasladar montañas. Su oración fue inspirada por las palabras de Jesús: "Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta, y se les abrirá." (Lc 11:9-10)
A veces pensamos que Dios nos ha abandonado o que nuestras oraciones no fueron escuchadas. San Judas, al contrario, oraba con la confianza inculcada por la enseñanza de Jesús: "Fíjense como crecen las flores; no trabajan ni hilan. Sin embargo, ni siquiera el rey Salomón, con todo su lujo, se vestía como una de ellas. ¡Cuánto más Dios habrá de vestirlos a ustedes!.... Por lo tanto, no andén afligido....Tu Padre ya sabe lo que necesitan. Pongan su atención en el reino de Dios, y recibirán también estas otras cosas." (Lc 12:22-31)
Aunque no entendamos totalmente los caminos de Dios, nos ponemos en sus manos con mucha confianza, como Jesús mismo lo hizo. San Judas estuvo con Jesús la noche en que el Señor oró en el huerto. Allí, en su agonía de oración, Jesús enseñó a sus apóstoles cómo rezar: "Padre, si es posible, líbrame de este trago amargo, pero que no se haga lo que yo quiera sino lo que tú quieras." (Mt 26:39)
Cuando somos insistentes pero confiados en nuestra oración, permitimos que nuestra oración transforme nuestras vidas. Abrimos nuestros corazones al espíritu de Dios, aceptando los desafíos que Dios nos envía y generosamente comprometiéndonos a imitar a Jesús. San Judas entendió las palabras del Señor: "No todos los que me dicen: 'Señor, Señor,' entrarán en el reino de Dios, sino solamente los que hacen la voluntad de mi Padre." (Mt 7:21)

ORACIÓN
San Judas, por medio de oración alababas a Dios por las obras maravillosas de Jesús. Pediste a Dios la fuerza para enfrentar los retos de tu apostolado. Pusiste tu confianza en la misericordia de Dios, creyendo firmemente que Dios te amaba y entendía tus penas y alegrías, tus sueños y miedos, tus triunfos y fracasos. Comprendiste que nada es imposible para Dios. Te pedimos que ores por nosotros delante del Altísimo para que nos llene con su fuerza, entendamos su voluntad para nosotros, y con mucha confianza nos coloquemos en sus manos amorosas. Amén.
• Compromiso. Me comprometo de nuevo a orar con más confianza para que siempre se haga la voluntad de Dios en mí.
DÍA TERCERO
San Judas, Paciente en el Sufrimiento
Como los demás apóstoles, San Judas sufrió un martirio por su compromiso de llevar a cabo la misión de nuestro Señor, Jesucristo. Aceptó el reto de Jesús, "Si alguien quiere ser discípulo mío, que se olvide de si mismo, cargue con su cruz cada día y que me siga." (Lc 9:23)
San Judas compartió sus sufrimientos con el Señor. Le escuchó decir, "Vengan a mi todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas, y yo los haré descansar. Acepten el yugo que les pongo, y aprendan de mi, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso. Porque el yugo que les pongo es fácil y la carga que les doy a llevar es liviana." (Mt 11:28-30)
San Judas creía que sus sufrimientos estaban unidos a los de Jesucristo y, por eso, tenían valor redentor. San Pablo declaró, "Me alegro de lo que sufro por ustedes; porque de esta manera voy completando en mi propio cuerpo lo que falta de los sufrimientos de Cristo por la Iglesia, que es su cuerpo." (Col 1:24)
San Judas era humano. Sentía dolor como nosotros. Pero se acordaba del sufrimiento de Jesús, su sentido de abandono en la cruz cuando gritó, "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Mt 27:46). Estas memorias le ayudaron a aguantar el dolor porque él sabía que sufría en comunión con el Señor.
En nuestros sufrimientos reflexionamos sobre los de nuestro Salvador, Jesucristo. Le escupieron, fue azotado, coronado con espinas y clavado en la cruz donde se quedó colgado por tres horas. Tal vez el sufrimiento más doloroso que atravesó su corazón fue el rechazo de parte de los líderes del pueblo y el abandono por sus amigos. Sin embargo, Jesús se mantuvo fiel hasta el final cuando gritó, "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu." (Lc 23:46)

ORACIÓN
San Judas, tú te mantuviste fiel al Señor hasta la muerte. Entregaste tu vida para que otros pudieran vivir. Aguantaste el dolor físico y el abandono espiritual. Pero, te alegraste por poder unir tus sufrimientos a los de nuestro Salvador Jesús, y así compartiste en la redención del mundo. Ahora te pedimos que intercedas con nuestro hermano, Jesucristo, para que nosotros también podamos ser fieles en nuestros sufrimientos. Ayúdanos a confiar en Dios y poner nuestras vidas en sus manos. Amén.
* Compromiso. Juntaré todos mis sufrimientos y dolores a los de Jesucristo para la redención del mundo y animaré a otra persona que está sufriendo.

DÍA CUARTO
San Judas, Campeón de Justicia y Paz
Al acompañar a Jesús y al escuchar su enseñanza, San Judas aprendió cómo luchar por la justicia y la paz. El oyó el sermón de la montaña cuando Jesús enseñó, "Bienaventurados son los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos e hijas de Dios....Bienaventurados ustedes cuando por cause mía los maldigan, los persigan y les levanten toda clase de calumnias. Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo." (Mt 5:9, 11-12)

San Judas escribió en su carta, "Les ruego que luchen por la fe que una vez fue entregada a los que pertenecen a Dios." (Judas 1:3). San Judas sí luchaba por todo lo que Jesús trató de establecer. Como Jesús, San Judas predicaba la buena nueva a los pobres, proclamó la libertad a los cautivos, restauró la vista a los ciegos, y liberó a los oprimidos. (Lc 4:18)
A veces resistimos el reto del Señor para luchar por el reino de justicia y paz. Tememos la crítica y el conflicto; buscamos la comodidad y la conveniencia. San Judas no fue así. El trabajó por la justicia con mucho entusiasmo porque entendía que sin justicia, no hay una paz verdadera.
Por su compromiso al reino de justicia y paz, San Judas sufrió precisamente como Jesús había predicho, "Los odiarán a ustedes por causa mía." (Mt 10:22) Sin embargo, él disfrutó de la paz que Jesús prometió en la última cena, "Mi paz les dejo; mi paz les doy, pero no como dan la paz los del mundo." (Jn 14:27)

ORACIÓN
San Judas, tú muy valientemente predicaste la Palabra de Dios en las situaciones más difíciles. Como Jesús, tú defendiste a los pobres y oprimidos y desafiaste a los ricos y poderosos. Cuando te amenazaron con la muerte, no acudiste a la violencia o desesperación sino te acordaste de las palabras de Jesús sobre la paz y el perdón. Escucha nuestra oración por la paz y justicia en el mundo. Pide al Señor que nos dé la valentía para defender lo correcto. Ora para que seamos constructores efectivos de la paz como tú, especialmente donde hay guerra y opresión, en nuestras comunidades donde hay violencia y conflicto, y en nuestras familias donde hay discusiones y peleas. Amén.
• Compromiso. Prometo levantar la voz y actuar contra la injusticia y trabajar por la paz dondequiera que yo esté.

DÍA QUINTO
San Judas, Servidor del Pueblo de Dios
San Judas tenía el privilegio de acompañar a Jesús diariamente. Aprendía del Señor cómo Dios nos ama y cómo debemos amarnos unas personas a otras.
A veces queremos que otros nos sirvan, que hagan lo que nosotros queremos y que atiendan a nuestras necesidades. Como San Judas, debemos aprender de Jesús quien dijo, "La persona entre ustedes que quiera ser grande, deberá servir a los demás; y la persona que quiera ser el primero, deberá ser su esclavo, como el hijo del pueblo que no vino para ser servido sino para servir y para dar su vida como precio por la libertad de muchos." (Mt 20:26-28)
En la última cena Jesús mostró a San Judas y a los otros apóstoles cómo deberían servir. Les lavó los pies y luego dijo, "Yo les he dado un ejemplo para que ustedes hagan lo mismo que yo les he hecho." (Jn 13:15)
San Judas no buscaba un premio por hacer el bien. Más bien, vivía lo que Cristo enseñó: "Cuando ya hayan cumplido todo lo que Dios les manda, deberán decir: 'Somos servidores que no hacíamos falta, porque no hemos hecho más que cumplir con nuestra obligación.”(Lc 17:10)
San Judas cumplió los mandamientos señalados por Jesús como los más importantes: amar a Dios con todo su corazón, toda su alma, y toda su mente, y a su prójimo como a si mismo (Mt 22:27-40). Jesús quiere que nos amemos como él nos ama: "Así como yo los amo a ustedes, así deben amarse ustedes unas personas a otras. Si se aman los unos a los otros, todo el mundo se dará cuenta de que son mis discípulos." (Jn 13:34-35)
ORACIÓN San Judas, aunque fuiste elegido por Jesús como uno de los apóstoles, aprendiste a no ser orgulloso, ni buscar honores o los lugares más altos. Al contrario, te humillaste en su servicio a tus hermanas y hermanos. Pedimos que nos ayudes a servir con un corazón más generoso y sacrificar nuestro propio interés por el bien de otros. Intercede por nosotros con nuestro Cristo crucificado, quien se humilló en la cruz, quien sacrificó su vida para que tengamos vida nosotros. Que lo imitemos con una vida de servicio a los demás, una vida dedicada y desinteresada. Amén.

• Compromiso. Prometo cumplir un servicio a los que lo necesitan más o a los que no lo esperan.

DÍA SEXTO
San Judas, Reconciliador Compasivo
Aunque fue un apóstol, San Judas era humano como todos nosotros, y el perdón no le vino fácilmente. Pero, él aprendió de su Maestro, nuestro Señor, cómo perdonar. Probablemente fue sorprendido al escuchar a Jesús decir, "Amen a sus enemigos y recen por quienes los persiguen," para que "sean perfectos, como su Padre que está en el cielo es perfecto." (Mt 5:44, 48).
Como San Pablo, San Judas predicaba que no debemos dejar que el sol se ponga sobre nuestra ira. (Ef 4:26) Y si tenemos algo en contra de alguien, tenemos que reconciliarnos con esa persona antes de presentar nuestra ofrenda en el altar. (Mt 5:23-24)
¿Perdonamos a las personas que nos han ofendido? Y cuántas veces debemos perdonarlos? Cuando Pedro hizo a Jesús esa pregunta, quizás San Judas oyó su respuesta: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete." (Mt 18:22)
Cuando Jesús enseñaba a San Judas y a los otros apóstoles como orar, explicó, "Si perdonan a otros el mal que les han hecho, su Padre que está en el cielo los perdonará también a ustedes." (Mt 6:14) Por esta razón rezamos con las palabras que Jesús nos enseñó, "perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden."

ORACIÓN
San Judas, apóstol de la misericordia y reconciliación, ayúdanos a perdonarnos unos a otros. Tú comprendes la profundidad de la compasión de Dios y nuestra resistencia a perdonar. Tú aprendiste de Jesús, el hijo de Dios, cómo ser misericordioso. El le enseñó cómo perdonar a los que le persiguieron y le dieron la muerte. Intercede por nosotros delante de nuestro Dios compasivo para que podamos perdonar a las personas que nos han ofendido. Ayúdanos a quitar todo vestigio de odio, amargura o rencor de nuestro corazón. Que tengamos la fuerza de perdonar como Dios nos perdona. Amén.

• Compromiso. Perdonaré a alguien que me ha ofendido y trataré de reconciliarme con esa persona.

DÍA SÉPTIMO
San Judas, Predicador de la Buena Nueva del Reino de Dios
Jesús entrenó a San Judas y envió a él y a los demás a las aldeas lejanas para predicar la Buena Nueva y para trabajar por el reino de Dios. Después de la ascensión de Cristo, San Judas se dedicó a continuar la obra del Señor y se acordó de su mandato, "Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y sepan que yo siempre estaré con ustedes hasta el fin del mundo." (Mt 28:19-20)
A veces pensamos que no estamos llamados ni enviados; erróneamente pensamos que no tenemos nada que ofrecer al mundo o que nos falta conocimiento o poder suficiente para cambiar las cosas. Nos olvidamos que por el bautizo recibimos una luz y fuimos comisionados igualmente como San Judas, "Ustedes son la sal de la sierra.... la luz del mundo .... Procuren que su luz brille delante de la gente para que viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo." (Mt 5:13-16)
San Judas sabía cómo llevar la Buena Nueva de Jesús a otros. Aprendió del Señor que cuando demos de comer a los hambrientos o beber a los que tienen sed o vestimos a los desnudos o visitamos a los enfermos o encarcelados, estamos haciéndolo a Jesús. (Mt 25:31-46)
Valientemente San Judas anunciaba la Buena Nueva del amor de Dios y con entusiasmo predicaba la venida del reino de justicia, paz y amor. Recordaba las palabras de Jesús en la última cena: "En el mundo, ustedes habrán de sufrir, pero tengan valor; yo he vencido al mundo." (Jn 16:33)

ORACIÓN
San Judas, tú dejaste tu casa y viajaste lejos para llevar la Buena Nueva del amor de Dios a todas las naciones. Predicaste con entusiasmo todo lo que habías aprendido personalmente de las palabras y obras del Señor Jesús. Tú valientemente enfrentaste la critica, el rechazo y al final el martirio. Pide al Señor que envíe al Espíritu Santo para que podamos ser fieles mensajeros del amor, perdón y justicia de Dios a este mundo tan egoísta, violento e injusto. Ayúdanos a ser la sal de la sierra y la luz del mundo por la manera caritativa y compasiva que hablamos y tratamos a los demás. Amén.
• Compromiso. Actuaré según mi fe y llevaré la Buena Nueva de Jesucristo a otros por mis palabras, obras y ejemplo.

DÍA OCTAVO
San Judas, Abogado en Casos Difíciles
San Judas fue más que un seguidor de Jesús; era su primo y amigo. Su estrecha relación con el Señor no solamente cambió su vida sino que lo convirtió en un abogado fuerte para nosotros. De Jesús llegó a comprender la profundidad de la compasión y la fuerza del poder infinito de Dios. Aprendió a no dudar de la sabiduría de Dios ni desconfiar de la misericordia divina.
San Judas entendía que todos queremos estar cerca de Jesús, ser su amigo, sentir el calor de su amor, y experimentar su poder de curación. San Judas escuchó a Jesús decir, "Yo les llamo mis amigos porque les he dado a conocer todo lo que mi Padre me ha dicho. Ustedes no me escogieron a mi, sino yo los he escogido a ustedes y les he encargado que vayan y den mucho fruto, y que ese fruto permanezca. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre." (Jn 15:15-16)
A veces nos desesperamos del amor de Dios o por lo menos dudamos que Dios nos oiga. Nos preguntamos: ¿Por qué me va mal? ¿Dónde está el Señor cuando lo necesito?
Venimos a San Judas porque creemos que él es un hombre de compasión quien entiende que nada es imposible para Dios. Creyó lo que Jesús le había dicho en la última cena, "Todo lo que ustedes pidan en mi nombre, yo lo haré." (Jn 14:14) El oyó a Jesús decir, "...nada es imposible para Dios." (Mc 10:27)

ORACIÓN
San Judas, tú eres el primo hermano y amigo de Jesús. Al acompañarle en sus viajes y verlo curar a los enfermos, aprendiste a sentir su compasión infinita y a experimentar su gracia salvadora. Tú creíste que él tiene las palabras de la vida eterna y el poder sobre toda enfermedad y la muerte. Intercede por nosotros ahora para que sintamos el cariño de su amistad, el calor de su presencia, y el poder sanador de su espíritu. Ya que nada es imposible para nuestro Dios, pidamos que él nos cure de toda clase de enfermedad del cuerpo y del alma. Amén.

• Compromiso. Prometo animar a alguien que se encuentra en una situación desesperada.

DÍA NOVENO
San Judas, Fundador de la Iglesia
Como uno de los doce apóstoles, San Judas es un fundador de la Iglesia de Jesucristo. Dondequiera que San Judas viajara, trató de organizar comunidades en las cuales "todos los creyentes vivían unidos y compartían todo cuanto tenían...repartían sus bienes de acuerdo a lo que cada uno necesitaba. Acudían al templo con mucho entusiasmo y con un mismo espíritu y compartían el pan en sus casas, comiendo con alegría y sencillez." (Hechos 2:44-46)
San Judas creía en la unidad e igualdad en la Iglesia. Como San Pablo, entendía que "todos somos partes del Cuerpo de Cristo." (1 Cor 12:27). Porque todos somos iguales en Cristo, San Judas profesó con San Pablo que "Ya no hay diferencia entre judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer, porque unidos a Cristo Jesús, todos somos uno solo." (Gal 3:28)
Jesús prometió a los apóstoles enviar a su Espíritu, el Abogado, "para introducirlos a la verdad total." (Jn 16:13). En Pentecostés, recibieron al Espíritu "como un viento fuerte del cielo, "comenzaron a hablar en lenguas y realizar maravillas de curación. (Hechos 2:24). Ellos vencieron su miedo y predicaron con sabiduría y fuerza.
El Señor nos llama a todos para ser miembros activos de nuestras comunidades parroquiales, compartiendo nuestros dones y poniendo nuestros talentos al servicio de los demás. Debemos superar nuestro miedo y egoísmo para reforzar el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Jesús deseaba mucho que todos fuéramos uno como él y su Padre son uno. Que trabajemos todos por la unidad e igualdad entre todos los creyentes en Jesucristo.

ORACIÓN
San Judas, tú viajaste lejos para llevar la Buena Nueva de Jesucristo a todas las naciones. Tú reuniste a la gente en comunidades de fe para que pudieran vivir el evangelio del Señor, compartiendo sus vidas y recursos, uniendo sus corazones y mentes en Cristo. Tú reconociste la dignidad de todos, la diversidad de dones, y la igualdad entre todos los hijos e hijas de Dios. Intercede con el Señor para que envíe a su Espíritu a cada uno de nosotros y a nuestros líderes de la iglesia para que podamos forjar una unidad e igualdad entre tanta división y discriminación en nuestras comunidades eclesiales. Ayúdanos a vencer nuestro miedo o egoísmo para poner nuestros dones al servicio de nuestras hermanas y hermanos en nuestras iglesias locales. Amén.

• Compromiso. Prometo hacer algo para ayudar reforzar la Iglesia local, o sea, mi parroquia.
 
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